En la enfermería española tenemos valiosos ejemplos de profesionales valientes y tenaces que se sobreponen a situaciones complejas y se adaptan para mejorar la vida de los pacientes.
Isabel Zendal fue una mujer única, valiente y tenaz. Se embarcó rumbo a América, a principios del siglo XIX, integrando la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna contra la viruela. A pesar de su decisivo papel para el éxito del proyecto, Isabel ha pasado desapercibida a lo largo de doscientos años. Si Isabel no hubiera sido mujer su historia hubiera sido valorada como se merece. Es lo que nos propusimos en la revista, concediéndole el Premio Enfermería en Desarrollo 2016, como símbolo también de la profesión enfermera.
Ya en 1803 ocurría lo mismo que hoy. Somos la profesión mejor valorada por los usuarios, pero a la vez la más invisible para la sociedad. Esto hay que cambiarlo. Contribuir a ello es uno de los principales propósitos de los Premios de la Enfermería y de nuestra publicación. Es nuestro compromiso.
En la enfermería española actual tenemos innumerables y valiosos ejemplos de profesionales valientes y tenaces, como en su momento lo fue Isabel Zendal. Enfermeras capaces de sobreponerse a situaciones complicadas y adaptar su trabajo para ofrecer los mejores cuidados posibles a los pacientes. Son compañeros que redefinen nuestra profesión con sus formas de cuidar, promueven la excelencia y la innovación; trabajan con altruismo y solidaridad para mejorar la sociedad; y logran nuevas metas profesionales, adquiriendo más competencias e incluso mayor autonomía.
La enfermería sigue demostrando que el paciente es nuestra prioridad. Así lo comprobamos en los contenidos que os mostramos en la revista Enfermería en Desarrollo, donde encontramos diversas respuestas a la misma pregunta: ¿Qué puedo hacer para mejorar mis cuidados?
Por ejemplo, crear un área asistencial de enfermería pediátrica para unificar los cuidados; promover la enfermería de práctica avanzada con una consulta de alta resolución destinada a los pacientes con patología aguda; gestionar un hospital completo con el paciente como principal valor de la organización; llevar la educación para la salud y la prevención allí donde es necesario; o dedicar nuestro tiempo a mejorar la vida de colectivos empobrecidos. Todo ello con resultados y evidencias que debemos emplear para fortalecernos como profesión.
“Estamos introduciendo la orientación al paciente como principal valor de nuestra organización. Es un discurso que todo el mundo entiende y comparte y que nos está facilitando la toma de decisiones”.