Opinión

Cerrado por vacaciones

Opinión de Víctor Aznar Marcén, presidente de Fuden

04 julio 2025 / Número 38 2 minutos de lectura

Llega el verano y, con él, el calor, la playa, el descanso… y el cierre masivo de camas en los hospitales públicos de nuestro país. Ojalá fuera broma. La estampa estival en la sanidad española se ha convertido en una rutina perversa: menos personal, menos recursos, más listas de espera, más sobrecarga. Y una ciudadanía a la que se le pide paciencia, resignación… o, directamente, que no se ponga enferma.

Los datos oficiales dicen que se cerrarán más de 10.200 camas hospitalarias entre junio y septiembre de 2025. Las cifras marean: Andalucía cierra 2. 200 camas; Madrid, 1.539 (en solo 8 hospitales); Cataluña, 1.300; Comunidad Valenciana, 910. Y podríamos seguir. ¿La razón oficial? ‘Ajustes estivalesʼ, ‘descenso de la demandaʼ. La realidad: falta de planificación, recortes estructurales y una sanidad pública que, una vez más, paga el precio de la improvisación.

Las consecuencias son conocidas, pero no por ello menos graves: urgencias colapsadas, cirugías aplazadas, pacientes esperando días por una cama, y profesionales -especialmente enfermeras- cubriendo dos turnos sin refuerzos. Según las mismas fuentes, entre el 40 % y el 50 % del personal de enfermería no es sustituido durante el verano. ¿Alguien se imagina un hotel que abra en plena temporada alta con la mitad de su plantilla disponible y la mitad de sus habitaciones cerradas? No, ¿verdad? Pues eso es lo que está ocurriendo en nuestros hospitales.

Como presidente de esta fundación, y como enfermero de vocación, no puedo evitar sentir una sensación de agotamiento. No el físico, que también, sino el institucional. Porque llevamos años alertando, reclamando planes de contingencia reales, sustituciones dignas, contratos estables. Lo que recibimos a cambio son aplausos en las crisis y silencio en las mesas de decisión.

Y, sin embargo, el problema no es solo del personal sanitario. Es un problema del país. Porque una sanidad que cierra camas en verano lo que está haciendo, en realidad, es decirle al ciudadano: «tu salud puede esperar». Y eso es inaceptable.

La solución no es fácil, pero tampoco imposible: más transparencia, planificación con criterio clínico y no contable, y un compromiso político que entienda que lo público no se gestiona con la lógica del lowcost. Y llegará septiembre, y las camas volverán a abrirse, como si nada. Pero nosotros no vamos a olvidar. Porque cada cama cerrada es una oportunidad perdida de cuidar. La enfermería no pide privilegios, sino las condiciones necesarias para hacer bien su trabajo.

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