Opinión

Premios, no postureo

Opinión de Yolanda Núñez Gelado, directora de Enfermería en Desarrollo

04 julio 2025 / Número 38 2 minutos de lectura

Hay quien piensa que los premios —esos trofeos relucientes acompañados de discursos contenidamente emotivos—solo sirven para hacer bonito en Instagram y poder exponerlos en una vitrina del lugar de trabajo, donde acabarán olvidados y llenos de polvo. Pero, querido lector, en enfermería estos galardones son mucho más: son poderosos motores de excelencia, visibilidad y orgullo colectivo.

Los Premios ED —más allá de su alfombra roja y sus siete categorías distintas— cumplen una misión clara: visibilizar buenas prácticas, hacer que esos proyectos con impacto real no queden en la sombra, y ofrecer modelos replicables en todo el sistema sanitario. Porque si premiamos una iniciativa que mejora la percepción ciudadana, fomenta la salud comunitaria o impulsa la innovación, no estamos regalando diplomas: estamos construyendo un sistema que funciona. Clínicamente, esto se traduce en mejores resultados, pacientes más satisfechos y… ¡menos gasto público! Sí, también hablamos de optimización de recursos. Un argumento que suele abrir muchas puertas, ¿verdad?

Reconocer estos proyectos equivale a iluminar el camino: «esto funciona, esto merece ser copiado», decimos al sistema. Y es que, como bien sabemos, el reconocimiento colectivo detiene la fuga de talento. ¿Nos vamos agotando por falta de visibilidad? ¿No queremos seguir? Pues aquí los Premios ED juegan un papel decisivo: retienen, atraen apoyo, suman alianzas. No son un gasto, son una inversión, como esos minutos de descanso robados entre pacientes que permiten recuperar la calma y seguir al pie del cañón.

Y si hablamos de visibilidad, hablemos de orgullo. Cuando una enfermera ve que su esfuerzo es noticia, que sale en medios o en redes, siente que su trabajo importa. Y de esa energía colectiva surge un poderoso sentido de misión. Al final, somos narradoras de cuidados, constructoras de salud y, sí, pilares del día a día, de la cotidianidad… aunque algunas tardes, entre turnos interminables, soñamos con un reconocimiento que refleje todo lo que damos.

Pero, vayamos al fondo: ¿quién debe mover este engranaje? Directores, gerentes, responsables políticos… este es vuestro guion: dotad de tiempo, recursos y reconocimiento a los equipos enfermeros. Apoyad candidaturas a los Premios ED. Identificad a los agentes del cambio y dadles voz. Porque sin nosotras nadie haría realidad los modelos de autocuidado, enfermería comunitaria o innovación avanzada. Un ejemplo soñado sería un responsable diciendo: «Premiemos este proyecto piloto de salud comunitaria y usemos ese mismo diseño en otros lugares». Ese empujón es el que necesitamos para que ideas brillantes se multipliquen.

Así que la pregunta ya no es «¿podemos permitírnoslo?». La verdadera pregunta es: ¿podemos permitirnos no hacerlo? Porque premiar no es celebrar nuestras luces, es encenderlas para que iluminen a muchas más. Y eso es Enfermería En Desarrollo en estado puro.

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