Disculpen el optimismo del titular de esta columna. Ya sé que siguen siendo malos tiempos para la lírica, como se suele decir citando el archireferido título del poema de Bertolt Brecht. Aún nos va a llevar varios años recuperar el terreno perdido por las políticas derivadas de la crisis económica que llevamos sufriendo desde hace una década. Indudablemente, el empleo sigue siendo la principal preocupación de todos y la creación de nuevas plazas de enfermería es la primera demanda que tenemos como colectivo profesional. Sin embargo, permítanme manifestar mi entusiasmo con el futuro de la enfermería, pues podemos aportar nuestras propias soluciones a algunos de los problemas que más preocupan a la sociedad. Basta una mirada a nuestro alrededor para comprobarlo.
Este septiembre, la Organización Mundial de la Salud publicó un macroestudio de escala global para analizar la evolución de la actividad física de las personas en todo el mundo. Engloba diversos trabajos sobre dos millones de personas. Su principal conclusión es que un porcentaje elevado de los habitantes de países ricos está en riesgo de enfermar por culpa de su sedentarismo. Como consecuencia de la inactividad física aumenta el riesgo de desarrollar hipertensión, obesidad, infarto o diabetes tipo 2. En este punto, me pregunto: ¿Quién tiene el conocimiento para promover hábitos de vida saludable y está en contacto con la población? Pues la enfermera de Primaria y Comunitaria.
Prosigo con más ejemplos que confluyen como afluentes en un mismo río. Es el caso de la alimentación y la importancia cada vez mayor que damos a llevar una dieta saludable. Está entre nuestras conversaciones más habituales, con amigos o compañeros de trabajo y marca tendencia en las redes sociales. Sin embargo, aún resta mucho por avanzar, como vuelven a manifestar los estudios sobre la materia. Antes del verano, la Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil, vinculada con la OMS, alertó de que los niños españoles se encuentran entre los más obesos de Europa. La obesidad en la infancia está asociada con un aumento del riesgo de sufrir diabetes o enfermedades cardiovasculares en la edad adulta. ¿Quién tiene el conocimiento necesario para educar en hábitos alimenticios saludables y está en contacto con la población de riesgo? Pues la enfermera pediátrica.
Víctor Aznar Marcén:
“Permítanme, pues, manifestar mi entusiasmo por la enfermería, porque somos capaces de cambiar el comportamiento de las personas para que lleven una vida más saludable, promoviendo la actividad física o la correcta alimentación”
Ítem más, en los últimos años estamos viendo cómo las ciudades están transformando sus entornos urbanos para potenciar los espacios peatonales, carriles bici y zonas verdes, disminuyendo el asfalto y reduciendo el uso del vehículo. ¿Por qué? Para afrontar al aumento de las enfermedades respiratorias y cardiovasculares debido a la contaminación atmosférica. Sin embargo, ¿quién puede promover el uso de la bicicleta o el hábito de caminar al menos media hora al día? Claramente, la enfermera desde su consulta, tanto en Primaria y Especializada como en Salud Laboral.
Permítanme, pues, manifestar mi entusiasmo por la enfermería, porque somos capaces de cambiar el comportamiento de las personas para que lleven una vida más saludable, promoviendo la actividad física o la correcta alimentación. Son argumentos para poner de moda la profesión, aprovechando la inercia positiva de la sensibilidad social para llevar una vida más sana y saludable.