Contamos con cien años de historia, pero todavía, como muestra cada número de esta revista y sus premios, nos quedan muchas historias que contar
Fue un verdadero placer para mí poder compartir la gala con todos vosotros: premiados, finalistas, jurados… Y también con las autoridades, familiares, amigos y compañeros. Gracias por hacer un hueco a la enfermería en vuestras agendas.
Felicidades a todos los premiados y también a los finalistas, porque lo que hacéis en vuestro día a día, verdaderamente, merece toda mi admiración y, además, merece ser conocido y reconocido.
Creo que gracias a vuestra participación, desde nuestros “invitados especiales” del vídeo de los 100 años de una profesión, a los finalistas y premiados, conseguimos hacer esa noche un gran homenaje a nuestra profesión. Porque se refleja en todos vosotros los valores que nos identifican a las Enfermeras.
Empezando por la sencillez y la humildad con la que nos habéis presentado vuestros “logros”, vuestro día a día, que sin embargo son auténticas joyas que han mejorado la vida de muchas personas.
He visto también, solidaridad, compromiso, implicación y servicio. Vuestros proyectos reflejan una satisfacción centrada en el trabajo bien hecho, no en intereses de obtener réditos académicos ni políticos, sino en aportar conocimientos y mejoras a las experiencias cotidianas de las personas.
Me ha encantado ver la plasticidad, la flexibilidad de nuestra profesión (terapia con animales en un hospital, terapia motivacional…); esa conjunción de miradas que tenemos, esa actitud de apertura al intercambio y al cambio, de no recluirnos tras las fronteras que nos quieren marcar las instituciones donde trabajamos. Todo ello es una de las señas de identidad de nuestra profesión. Solo los grandes pueden permitirse lanzarse ante previsibles inseguridades, sin miedo a la caída o a lo que habrá detrás de los muros. Vosotros lo hacéis, porque sois muy grandes.
También he visto mucho valor, del de valentía, del de lucha; de ese valor, del de valentía, del de lucha; de ese valor de poder, que nace de la gente corriente y se transforma en acción colectiva, que es capaz de asustar o, al menos, de imponer respeto a políticos, dirigentes, administradores y cualquier mandatario.
Todos estos valores subieron al escenario y fueron los protagonistas gracias a todos vosotros, que con vuestro trabajo diario arrojáis una nueva luz a los discursos y a la imagen de las enfermeras e impulsáis renovaciones muy importantes en los “modos de hacer enfermería” y de “ser enfermeras”.
Así que contamos con cien años de historia, pero todavía, como muestra cada número de esta revista y sus premios, nos quedan muchas historias que contar. Cada día, las enfermeras, hacemos historia.