El titular de este artículo no es mío. Lo he tomado de una película realizada en 1993 por el director de cine colombiano Sergio Cabrera, ‘La estrategia del caracol’. En cierto modo, la historia que cuenta es heredera del realismo mágico de Gabriel García Márquez y otros escritores contemporáneos a él. Si no la conocen, les invito a verla. No obstante, me van a permitir que esboce un poco la trama y el argumento, aunque evitaré revelar el final. La historia narra cómo los vecinos de un viejo caserón de Bogotá deciden trasladarlo a otro lugar de la ciudad para hacer frente a la amenaza de deshaucio. La idea la ejecutan llevándose el interior del edificio, piedra a piedra, ideando así lo que llamaron ‘la estrategia del caracol’. En la iniciativa participan todos, cada uno aportando su granito de arena, según sus posibilidades.
Quiero centrarme en el trasfondo del mensaje que la película nos transmite: la posibilidad de conseguir un mundo mejor y más justo y la esperanza en los resultados del trabajo conjunto de las personas buscando un objetivo común. Es una historia sobre los valores; sobre la capacidad de transformación del trabajo colectivo que permite saltar los mayores obstáculos; sobre la utopía y la capacidad de invención para hacer frente a las dificultades, aunque parezca imposible salvarlas. Todo esto es lo que he recordado al leer el reportaje sobre los logros de los 30 años de Atención Comunitaria en el barrio de Vallecas. Sus promotores han plasmado toda su experiencia y han llamado a la acción frente a los recortes y a la pérdida de contenidos de la Atención Primaria debido a la actual presión asistencial. Es un buen ejemplo de los resultados del trabajo en equipo, integrado en la comunidad y de la capacidad de transformación de los cuidados.
En cierto modo, los enfermeros hemos llevado a cabo durante los últimos años nuestra particular estrategia del caracol, mostrando cada uno de nosotros, con el ejemplo de nuestro trabajo, el valor y la capacidad de la enfermería para cuidar de las personas y para mostrar cuánto hacemos y podemos hacer al conjunto de la sociedad. Honestamente, creo que lo estamos consiguiendo. ¿Quién iba a pensar hace unos años que un ayuntamiento de una pequeña ciudad de apenas 25.000 habitantes, con sus recursos limitados, destinara una partida económica a contratar a enfermeras para todos sus centros escolares? Es lo que han hecho en el municipio valenciano de Onda, por iniciativa del gobierno local. Ninguno de sus regidores es sanitario. Sin embargo, han tenido la sensibilidad necesaria para escuchar a los padres y madres, reconocer la necesidad de que la enfermería esté presente en las comunidades educativas e ir más allá para pedirle que haga educación y promoción de la salud. Todo esto quiere decir que nuestro mensaje está llegando a la sociedad y que comienza a demandar nuestros cuidados por sí misma, sin necesidad de que la enfermería llame a su puerta.
Informaciones como la de Onda son una muestra de que nuestra particular estrategia del caracol está funcionando. Ahora el próximo paso es normalizar todos estos logros y que dejen de ser noticia o excepción. Es en lo que tenemos que seguir trabajando entre todos.