Torremocha de Jarama es un municipio rural del noreste de la comunidad de Madrid, limitando con la provincia de Guadalajara y a 63 km de la capital. En su consultorio local, Amparo Ruiz Arriazu, cuida de la salud de sus 900 habitantes. Lo hace desde 1992, junto a una compañera médica, Elena Orío. El pasado otoño, Amparo recibió una llamada de teléfono que la llenó de emoción: “Me llamó el alcalde, Carlos Rivera, para decirme que el pueblo me iba a homenajear en los Premios Torremocha Sierra Norte, que organizan cada año coincidiendo con el Día de la Constitución. Fue una sorpresa. Yo sabía que la gente me aprecia y está contenta conmigo porque siempre me lo demuestran. Lo único que he hecho ha sido cumplir con mi trabajo, pero entiendo que igual que a mí ellos me dan satisfacciones y les tengo cariño, esto es recíproco y ellos sienten lo mismo hacia mí. Fue muy emocionante, porque hay muchos profesionales que también hacen su trabajo y nunca llegan a agradecérselo. Lo viví de forma muy emotiva, porque estoy a punto de jubilarme y es una gran satisfacción comprobar que tu labor ha sido útil para la gente”.
El reconocimiento de Torremocha fue aprobado en el pleno del Ayuntamiento por unanimidad. “Por el cuarenta aniversario de la Constitución queríamos hacer algo especial y elegimos a Amparo”, explica el alcalde, Carlos Rivera. “Era un clamor popular. Queríamos agradecerle los años que lleva con nosotros, cuidando de nuestros niños y mayores, de todos los vecinos, con una entrega y una amabilidad fuera de lo habitual. Conseguimos que se sintiese muy arropada y querida por todos nosotros. Como le dije en el acto institucional, no ha hecho falta que haya nacido en Torremocha para que sea una torremochana más. Nunca se ha quejado ni puesto pegas, siempre tiene una sonrisa en la cara. Ha demostrado muchas ganas de trabajar, mucho compromiso y un buen hacer con su labor y con los vecinos”.
“Como defensora de la sanidad pública siempre he tenido claro que mi trabajo es ayudar a la gente en materia de salud, que es mi competencia. La gente te va conociendo y confía en ti. Esto te da muchas satisfacciones y te engancha”, afirma Amparo
Lejos queda ya aquel 1992 en el que Amparo se convirtió en la enfermera de Torremocha y Patones. Llegó procedente del Hospital 12 de Octubre, donde había estado en la UVI y en Traumatología. Nada que ver con su nuevo destino. “Ni siquiera conocía los pueblos. Fue un cambio tremendo. Estás recién salida del hospital, sola en una consulta, sin compañeras a las que preguntar, con pacientes que vienen con sus necesidades desde el primer día… Las guardias, que antes no existía el helicóptero de urgencias de Lozoyuela y podían llamarte para un accidente de tráfico, para ir a un domicilio con una persona inconsciente sin saber qué había pasado. Tú eras el 112. Al principio fue complicado, pero gracias a la ayuda de mi compañero médico y a que soy muy peleona en seguida me hice con todo”, recuerda.
Poco a poco, quedó enganchada por la Atención Primaria y la enfermería rural. “Cuando estudié no te preparaban para la AP porque no existía. Eres tú quien te tenías que ir formando. Fui adaptándome y cada vez fue gustándome más por la diversidad del trabajo, todo lo que puedes hacer. Es muy diferente al ámbito hospitalario del que yo venía. Es mucho el contraste con una UVI. Esto te llama la atención, pero luego entiendes que las personas tienen unas necesidades, que no tienen por qué ser tan intensas o urgentes pero que son problemas que les preocupan y que pueden ser tan serios como cualquier consulta de un hospital. Te sientes muy útil al poder resolverlas. Es gratificante”.
Enfermería cercana a los ciudadanos
La relación con la población es uno de los aspectos más gratificantes del trabajo de Amparo Ruiz en Torremocha. “En los hospitales atiendes a los pacientes, haces tu trabajo y a lo mejor ya no vuelves a verlos más. Aquí, los conoces desde que nacen. En estos años he visto a niños crecer que hoy tienen 27 años, ya son padres, conozco a sus abuelos… Eres responsable del cuidado de generaciones y familias. Van confiando en ti. Es todo muy cercano”.
Mucho ha cambiado Torremocha en estas tres décadas, pasando de 300 a casi 1.000 habitantes. “Ha crecido muchísimo y tiene una gran diversidad. Es un reflejo de nuestra sociedad. Hace cinco años se instaló una cooperativa de personas mayores. No querían estar en una residencia, se agruparon y construyeron un edificio con servicios comunes. Están muy comprometidos entre ellos y con su salud. Son 70. Para nosotros su llegada fue un impacto, pero ahora estamos muy adaptados. Aparte, hay una residencia y trabajamos con su médico y enfermera privada, con quienes también nos coordinamos. Y una casa de acogida de niños de la Comunidad de Madrid. Es una población diversa, con diferentes necesidades. Aunque es más trabajo, esto enriquece tu labor”.
Defensa de la sanidad pública
Durante sus 27 años como enfermera de Torremocha, Amparo Ruiz Arriazu ha tenido muy claro los valores que tenían que sustentar su trabajo: “Como soy defensora de la sanidad pública siempre he tenido claro que mi trabajo es ayudar en lo que pueda a la gente en materia de salud, que es mi competencia. La gente te va conociendo y confía en ti. Esto te da muchas satisfacciones y te va enganchando”. Para el alcalde, Carlos Rivera, el homenaje a Amparo “es un reconocimiento a los profesionales de enfermería y medicina del medio rural, que tienen un trabajo muy difícil y complicado”.
En Enfermería Tv, el programa ‘Enfermería Visible’ vivió con Amparo un día en su consultorio. Así es su trabajo en Torremocha: