Desde que comenzó la pandemia de la covid-19, el 46% de la población española ha tenido algún problema de salud mental. Uno de los motivos ha sido el confinamiento. Y los problemas más extendidos han sido, y son, de ansiedad y depresión. Pero esto no ha hecho más que comenzar. Álex Marieges, director de enfermería del centro Sant Joan de Déu de Lleida, cuenta que «la evidencia, los expertos y las guías dicen que habrá un problema de salud mental en muchas personas por haber estado confinados, por los procesos de duelo no resueltos y por las situaciones horribles que han podido ver o vivir».
Una de las mayores preocupaciones desde el prisma de la salud mental es cómo se va a cuidar de estas personas para que sus problemas no se cronifiquen. Entre ellos, el dolor de quienes no se han podido despedir de sus seres queridos, de los profesionales que han estado al lado del sufrimiento y la muerte en situaciones inimaginables. «Esto no se puede tratar únicamente con medicación. Se necesitan estrategias para hacer frente a lo que llamamos la ‘Cuarta Ola’. Tenemos que dotar a los dispositivos sanitarios de recursos y profesionales para acompañar a estas personas, que necesitarán asistencia, farmacológica en algunos casos, pero sobre todo acompañamiento terapéutico y psicoterapéutico», continúa Alex, quien lleva más de veinte años trabajando en salud mental, ahora también desde la gestión. Tras la experiencia vivida en lo que va de 2020, están recopilando los datos clave de las estrategias utilizadas en pacientes con problemas previos de salud mental.
Álex Marieges:
«Esto no se puede tratar únicamente con medicación. Se necesitan estrategias para hacer frente a lo que llamamos la ‘Cuarta Ola’. Tenemos que dotar a los dispositivos sanitarios de recursos y profesionales para acompañar a las personas»
Respecto a las personas con patologías de base, como las que trata Alex Marieges, quien también es presidente de la Asociación Catalana de Enfermería de Salud Mental, nos cuenta cómo han vivido el confinamiento este grupo de personas, recibiendo asistencia telemática en sus casas. Incluso aquellos con trastorno mental severo. «Han aguantado como los demás. Aunque ahora, en ellos ya está emergiendo también el dolor, el malestar físico y el sufrimiento psíquico. Es mucha incertidumbre lo que va a pasar con ellos. Igualmente, con los niños, por no haber socializado en tanto tiempo, por la vuelta a las aulas… Y eso que muchos han sido ejemplo de plasticidad y resiliencia» subraya Alex, asombrado aún por la lección que están dando distintos sectores inesperados de la población. Los pacientes del Sant Joan de Déu de Lleida, que han pasado un doble confinamiento, ingresados y confinados, algunos de ellos incluso en contra de su voluntad, lo han pasado mal, pero no tanto como esperaban los profesionales que les tratan. Alex relata que «todos temíamos la aparición de más problemas y agitaciones y, una vez más, nos han dado una lección. Han tolerado el confinamiento, incluso las sospechas de contagio y su correspondiente aislamiento mientras recibían el resultado. Han ayudado a los equipos, colaborado con las enfermeras y técnicos en el cuidado de los espacios, en mantener las medidas higiénicas y si han tenido que llevar mascarilla se la han puesto» alaba Alex sobre la capacidad de adaptación de estos pacientes.
La efectividad de la teleasistencia
La teleasistencia ha sido una de las medidas adoptadas en salud mental durante el confinamiento. A pesar de que no es sustitutivo del vínculo tan importante que se crea en el trato presencial con el paciente, ha sido efectivo temporalmente. Ha reducido las visitas infanto-juveniles en las urgencias, y los pacientes graves han estado controlados. Por otro lado, desde el punto de vista del profesional sanitario respecto al confinamiento, una ventaja ha sido la reducción del tiempo dedicado a la burocracia. Esto ha permitido más contacto con los pacientes y mejoras en los cuidados.
Anticipación
Sant Joan de Déu Terres de Lleida tiene 130 plazas y no han registrado un solo contagio por coronavirus. Esto ha sido gracias a la previsión, blindando sus centros, y a la anticipación respecto al aprovisionamiento de materiales cuando aún la pandemia solo había llegado a Italia. Como indica su director de enfermería, “en salud mental tenemos una fortaleza y una vulnerabilidad. Pudimos cerrar el centro con facilidad, pero si el coronavirus hubiera entrado, nos habría hecho más daño que a nadie”. Cancelaron colaboraciones de prácticas, prohibieron las visitas… y aún ahora van poco a poco retomando la “nueva normalidad”. Cuentan con más espacios amplios acondicionados a visitas y van saliendo también en pequeños grupos, acompañados de su enfermera o auxiliar.