Opinión

La historia de mi corazón

Soy Eduardo Sánchez Sánchez. En el año 2008 me dio un infarto masivo y mi diagnóstico fue: Cardiopatía isquémica crónica. La que sigue es mi historia.

21 febrero 2019 / Número 18 3 minutos de lectura

Soy Eduardo Sánchez Sánchez. En año 2008 me dio un infarto masivo y mi diagnóstico fue: Cardiopatía isquémica crónica. Ingresé en el hospital tras un cuadro de IAM anterior extenso, que cursó con arritmias ventriculares severas, shock cardiogénico y parada respiratoria que precisó de maniobra de reanimación cardiopulmonar avanzada. En el cateterismo cardíaco se detectaron lesiones severas de tres vasos: lesión severa del 99% con trombo en ADA proximal y lesión del 70% en tercio medio que fueron tratadas con trombectomia e implantación de stent farmacoactivo. Se detectó también lesión del 80% en arteria circunfleja proximal y el 80 % en tercop, edop de ACD. Me pusieron 11 Stent y tengo un 45 % de movilidad del corazón. El resto está necrosado.

Así pasó todo:

El 14 de marzo del 2008, sobre las 12:30h de la mañana, me entró un dolor en la espalda. Pensé que eran las cervicales, ya que estaba operado de ellas. Como estaba acostumbrado a ese dolor, no le eché mucha cuenta. Pero conforme iba avanzando la mañana, el dolor se estaba haciendo insoportable. Parecía que se me estaba yendo la vida poco a poco, hasta que se me fue.

Me faltaban las fuerzas. Ese dolor me estaba matando. Llamé a mi mujer, a su trabajo, para que viniera rápido a casa. Ya no podía más. Era un dolor tan intenso que iban faltándome las fuerzas. Parecía que me desmayaba. Intentaba coger fuerzas pero no podía. Insistía mucho para que mi mujer viniera rápido y me llevara al hospital. Ella no sabía qué me pasaba. Al verme, como estaba blanco, sudoroso, soltó todo lo que tenía en las manos y me ayudó a montarme en el coche, porque yo ya no tenía fuerzas suficientes. Me senté y hasta me tuvo que poner el cinturón, pues yo no era capaz. Dice mi mujer que antes de llegar al final de la calle pegué un ronquido, mi cabeza cayó hacia la izquierda y se me paró el corazón.

El médico le dijo que había sido todo muy fuerte; que no sabían si me podían salvar; que el trombo no había manera de disolverlo; y que me tenían que meter un ácido para diluirlo. Lo mismo se disolvía que me estallaba el corazón. Había que esperar 76 horas para ver la evolución. Creo que casi me desangro. Me tuvieron que poner sangre. Me desperté en el hospital al cabo de tres días en la UCI, donde estuve sobre nueve días.

“Me incluyeron en el programa de rehabilitación cardíaca. Esperando a que me llamaran, empecé a preguntarme: ¿Para esto he quedado? Necesito hacer algo. No puedo quedarme en casa. Me presenté en el hospital y pregunté a Margarita, la enfermera de rehabilitación, en qué podía ayudar…”.

Me incluyeron en el programa de rehabilitación cardíaca. Esperando a que me llamaran, estaba sentado en mi casa en el sofá viendo la tv. Empecé a pensar y a repetirme a mí mismo: “¿Para esto he quedado? Yo no puedo estar así. Necesito hacer algo. No puedo quedarme en casa. Necesito hacer algo”. Al cabo de un mes, me llamaron para la rehabilitación. Me presenté en el hospital y pregunté a Margarita, la enfermera de rehabilitación, en qué podía ayudar. Me ofrecí como voluntario. No podía seguir en mi casa, sin hacer nada. Margarita me propuso hacer un curso de formador de formadores en la Escuela de Salud Pública de Granada. Dije que sí con los ojos cerrados. Hoy en día doy talleres de formador de pacientes; familiares y sanitarios. Me especialicé en el uso seguro del medicamento.

También me dedico a andar todos, o casi todos, los días entre 10 y 14 Km. Me preparo todos los años para el Camino de Santiago. Con el de 2018, llevamos 9 caminos completados.

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