El progresivo envejecimiento de la población y el cambio en el patrón de las enfermedades han llevado a un considerable aumento del número de personas con un alto nivel de dependencia, así como a un incremento de las situaciones de cronicidad y pluripatología.
La atención a estas personas precisa de profesionales de variada formación, tal y como está recogido en la Ley 16/2003 de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud. Esta norma define la prestación sociosanitaria como la atención que comprende el conjunto de cuidados destinados a aquellos enfermos, generalmente crónicos, que por sus especiales características pueden beneficiarse de la actuación simultánea y sinérgica de los servicios sanitarios y sociales para aumentar su autonomía, paliar sus limitaciones o sufrimientos y facilitar su reinserción social.
En algunas situaciones, la atención se inclinará más hacia aspectos que tienen que ver con lo social y otras veces lo hará hacia problemas sanitarios, lo que hace indispensable la coordinación entre ambos sectores.
¿Podemos, sin embargo, sentirnos orgullosos de cómo se está interpretando y poniendo en práctica la ley? ¿Se están realmente implementando las medidas necesarias para que sea una realidad? ¿Estamos demostrando, como sociedad y como profesionales, que las personas con necesidades especiales o con alto grado de dependencia son prioritarias para nosotros en su globalidad? ¿Estamos exigiendo que se utilicen todos los recursos necesarios para que la atención sea excelente y afirmar que formamos parte de una sociedad solidaria, donde la equidad y la igualdad de oportunidades son reales?
Hay que pensar muy bien las respuestas, ya que éstas definirán, en gran medida, el camino que estamos construyendo como sociedad y por el que, necesariamente, tendrán que transitar todas aquellas personas con necesidades especiales o con alto nivel de dependencia entre las que, quizás en el futuro, nos encontremos nosotros.
En mi opinión, la enfermera, como profesional del cuidado, tiene el perfil competencial más acorde para entender y atender la problemática derivada de la dependencia y llevar a cabo una adecuada gestión de los servicios sociosanitarios.
Gestionar los cuidados implica realizar, en primer lugar, una valoración de las necesidades, identificando los problemas y estableciendo un plan de intervención específico para cada persona, coordinando las intervenciones con los profesionales y familiares implicados. La posterior evaluación de todo el proceso supone, de nuevo, el comienzo con la valoración de necesidades y la repetición de todo el procedimiento, en un continuado ejercicio de calidad.
Es el momento de que las enfermeras afrontemos los nuevos retos para dar respuesta a las demandas en materia de atención sociosanitaria.