Opinión

Indispensables

El presidente de Fuden, Víctor Aznar, defiende la necesidad de que aumente el número de enfermeras en las residencias

20 marzo 2018 / Número 15 2 minutos de lectura

“Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Esta célebre frase de Albert Einstein fue lo que me sugirió la lectura del reportaje que la revista Enfermería en Desarrollo dedica al trabajo de las enfermeras en la residencia San Rafael de Alicante para personas con discapacidad grave. Como indican sus profesionales, enfermería es una profesión flexible que puede adaptarse a la atención de las necesidades de salud de este tipo de pacientes. Así lo han hecho ellos, alejados de la idea preconcebida de que este colectivo lo único que necesita es una atención mínima para cubrir sus necesidades básicas. Al contrario, aportan la mirada global del paciente propia de la enfermería y que permite mantener el bienestar y la calidad de vida de cada residente, facilitando además que cada una de las personas que allí conviven, puedan mantener o alcanzar el máximo nivel de salud y potenciar sus capacidades. Esto sólo es posible porque pueden dedicarles el tiempo mínimo necesario para identificar y valorar sus necesidades, planificar los cuidados que necesitan y los objetivos a conseguir y, por último, aunque no menos importante, evaluar los resultados que obtienen para poner en marcha las mejoras necesarias.

Desafortunadamente, la presencia de enfermeras en residencias como San Rafael es aislada. Lejos de ser una norma, una realidad cotidiana, la integración de la Enfermería en todos los sectores socio-sanitarios, tanto públicos como privados, continúa siendo una de las asignaturas pendientes del sistema sanitario, suspendida continuamente. Esta situación provoca hechos trágicos como el fallecimiento de una anciana de 93 años en una residencia pública de Arganda del Rey (Madrid), tras quedar atrapada en su cama al caerse. En el momento del accidente, sólo había un enfermero para el cuidado de más de 200 residentes, la mayoría de ellos con un alto nivel de dependencia. Por desgracia, este tipo de situaciones van a seguir ocurriendo hasta que los responsables políticos y los gestores privados tomen conciencia de la necesidad de aumentar la presencia de enfermería en las residencias para asegurar unos cuidados expertos.

La integración de la Enfermería en todos los sectores socio-sanitarios, tanto públicos como privados, continúa siendo una de las asignaturas pendientes del sistema sanitario

De un lado, las enfermeras identificamos cualquier signo precoz de alarma. Gracias a ello, podemos poner en marcha las actividades adecuadas para que una determinada patología o su agravamiento no se produzcan. De otro, también podemos trabajar para prevenir situaciones de enfermedad. Prevención e identificación de signos de alarma son dos características de nuestro trabajo que son indispensables en ámbitos de atención socio-sanitaria como las residencias de ancianos o de personas con discapacidad.

Mientras las políticas socio-sanitarias sigan siendo las mismas y leyes como la de la Dependencia sean papel mojado, la salud de estos colectivos de población seguirá siendo igual de precaria o más. Para cambiar esta realidad y evitar nuevos casos como el de Arganda hay que contar con la enfermería. Un buen ejemplo de ello, es el trabajo desarrollado en la residencia San Rafael, donde las enfermeras están presentes desde hace veinte años, una experiencia que han aprovechado para desarrollar nuevas estrategias de cuidados. Son un ejemplo a seguir.

Etiquetas: atencion socio-sanitaria,discapacidad