Opinión

Basada en hechos reales

Artículo de opinión de la directora de Enfermería en Desarrollo, Yolanda Núñez

30 mayo 2023 / Número 32 2 minutos de lectura

Son las 5 y media. El despertador suena con exasperante insistencia. María, o Laura, o tal vez Javier, el nombre es lo de menos, se levanta con prisa, con tensión. Hay tiempo suficiente hasta que vengan a buscarla, y sin embargo no puede evitar una intensa sensación de urgencia. Un minuto puede significar mucho en determinadas circunstancias.

Una ducha rápida, el café amargo, dos galletas y vuelta a revisar el contenido de la mochila. No hay nada accesorio. El espacio es demasiado importante para permitirse utilizarlo de forma poco adecuada.

Una hora después, María, o Laura o tal vez Javier, está sentada en un avión como parte del equipo de primera intervención de una de tantas emergencias repetidas, ocurrida unas horas antes en cualquier destino, puede que alguno que hasta ahora no supiera colocar en el mapa con seguridad.

María, Laura o Javier, son nombres inventados que me he permitido utilizar para contar una historia de historias reales, de enfermeras cuya vida profesional discurre entre jornadas laborales en atención primaria, especializada, la universidad, u otro lugar de trabajo, y una llamada que les moviliza para acudir ante una emergencia sanitaria en cualquier lugar del mundo.

El sonido del teléfono es la señal para que todo cambie: las prioridades se alteran, los planes se postergan, y se ponen a disposición de la organización con la que estén comprometidos. De su parte corre el mayor esfuerzo, aunque conviene recordar que cuentan con el apoyo de las instituciones para las que trabajan y el de los propios compañeros, que en la mayoría de los casos, asumen solidariamente el incremento de actividad derivado de la ausencia de la enfermera que acude al terreno.

Ni María, ni Laura ni Javier han llegado a ese avión por casualidad, y en ningún caso se trata de un destino obligado. Formar parte de estos equipos es resultado de una serie de decisiones y eventos planificados con anterioridad, entre los que es imprescindible una formación adecuada que les permita adquirir las competencias y habilidades fundamentales para ser resolutivos y eficaces para la población a la que van a socorrer.

Una emergencia, en general, se refiere a una situación que exige una acción rápida y asistencia inmediata para salir de una crisis que desborda la capacidad de respuesta de una población. Por tanto, los integrantes de los equipos de intervención deben estar preparados para actuar rápida y eficazmente.

Durante la prestación de la atención sanitaria en situaciones de catástrofe, es fundamental que todos los profesionales del equipo conozcan a la perfección cuál es el rol que van a desempeñar, sabiendo en cada caso cuál es el grado de responsabilidad que corresponde a cada uno. Solo así se puede garantizar ser útiles allá donde vayan.

En el avión de regreso, María, Laura o tal vez Javier, inician un proceso complicado, que les llevará un tiempo y que debe hacerse con la serenidad y la comprensión que requiere cualquier duelo. Porque después de experiencias vitales tan intensas como las que han vivido, para volver a nuestras banalidades, nuestras preocupaciones exageradas hasta el infinito, a nuestra cotidianidad, es imprescindible un proceso de readaptación. Permitamos que lo hagan a su ritmo y estemos a su lado como ellos están en las catástrofes. Ésta es nuestra parte de responsabilidad sobre el terreno.

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