Opinión

Agresión, algo cambia para siempre

Artículo de opinión de Yolanda Núñez Gelado, directora de Enfermería en Desarrollo

18 octubre 2018 / Número 19 2 minutos de lectura

Algo cambia cuando alguien te amenaza. Algo cambia cuando te agreden física o verbalmente. Algo cambia insidiosa pero radicalmente cuando cualquiera de estas cosas sucede en el ejercicio de tu profesión. Sin duda, algo cambia. Algo cambia cuando alguien te amenaza. Algo cambia cuando te agreden física o verbalmente. Algo cambia insidiosa pero radicalmente cuando cualquiera de estas cosas sucede en el ejercicio de tu profesión. Sin duda, algo cambia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia en el trabajo como “aquellos incidentes en los que la persona es objeto de malos tratos, amenazas o ataques en circunstancias relacionadas con su trabajo, con la implicación de que se amenace explícita o implícitamente su seguridad, bienestar o salud”.Esta misma organización informa que casi un 25% de todos los incidentes de violencia en el trabajo se producen en el sector sanitario.

Sin embargo, no hay muchos datos que permitan estimar la verdadera dimensión del problema, ya que la gran mayoría de estos sucesos no se registran ni se denuncian. Sin embargo, algo cambia.Aunque el impacto de una agresión puede ser inicialmente importante, conforme van pasando los días, y la rutina regresa, comienzan los cambios más sutiles y al mismo tiempo más importantes y duraderos por lo que implican tanto desde el punto de vista emocional, como de la percepción y la disposición en el puesto de trabajo. El miedo aparece como compañero y, a veces, verdadero protagonista de la jornada laboral. Algo ha cambiado.El miedo es una percepción que da lugar a respuestas fisiológicas que activan el organismo en cuestión de milésimas de segundo ante una amenaza. Nos prepara para una respuesta de alejamiento o de afrontamiento ante el peligro. Cuando el riesgo desaparece, la activación fisiológica debería hacerlo también. Sin embargo, en el ser humano puede permanecer y el mero recuerdo de la situación vivida puede desencadenar nuevamente la reacción inicial.Nuestra manera de observar a pacientes y familiares puede modificarse, apareciendo una mirada desde un ángulo diferente, con una suerte de precaución y suspicacia que antes jamás imaginaste, porque en tu interior, claramente, “algo ha cambiado”.

Como consecuencia de ello, la relación puede empezar a perder parte de la calidez que hasta entonces la hacía terapéutica y única.El miedo a una agresión, a un desencuentro desagradable, al cuestionamiento profesional prejuicioso se ha ido instalando en nuestra profesión y se manifiesta en nuestra forma de actuar y en nuestras relaciones personales y profesionales. La confianza en uno mismo y en los demás ha quedado lesionada y la ansiedad hace su aparición.Cada vez más se invita a denunciar este tipo de situaciones, a advertir de las posibles consecuencias del acoso y de la agresión. Sin embargo, esta petición no viene acompañada de acciones dirigidas a gestionar ese malestar de manera efectiva, de forma que garantice el restablecimiento de la confianza en uno mismo. Nuestras expectativas laborales se ven malogradas, llevándonos a la desmotivación laboral y a la frustración profesional. Algo cambia para siempre.

Etiquetas: salud laboral