Isabel Zendal se ha convertido recientemente en una figura reconocida por el gran público tras el bautismo del hospital que lleva su nombre en la Comunidad de Madrid. Pero antes de alcanzar esta popularidad, ya había quienes descubrieron la relevancia de esta enfermera nacida en Órdes (A Coruña) en 1773. Entre esos descubridores que han puesto en el mapa a Isabel Zendal Gómez cabe destacar la encomiable investigación del periodista Antonio López Mariño quien, tras varias publicaciones, prosigue su labor con un nuevo libro: ‘Isabel Zendal, la madre de todas las vacunas’.
¿Quién es Isabel Zendal?
Isabel Zendal Gómez fue uno de sus principales pilares sobre los que se desarrolló la enfermería. Sobresalió, especialmente, en el cuidado de los 21 niños españoles que partieron con la expedición desde A Coruña para inocular la vacuna de la viruela, así como de los infantes americanos que fueron garantizando, posteriormente, la cadena de transmisión. De todo ello dejó constancia escrita el director de la expedición, Francisco Xavier Balmis: “con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente su salud, infatigable noche y día ha derramado todas las ternuras de la más sensible madre sobre los angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde A Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades”.
A pesar de su valía, es una de las grandes desconocidas de esta epopeya histórica. Su nombre lo ha rescatado del olvido el periodista Antonio López Mariño, quien ha documentado su origen gallego, en el municipio de Ordes; su nombre exacto, Isabel Zendal Gómez; y otros dos aspectos clave de la biografía de la rectora de la Casa de Expósitos del Hospital de Caridad coruñés (lugar de procedencia de la mayoría de los niños de la expedición): venía de una familia de labradores “pobres de solemnidad” y era madre soltera.
Una gesta humanitaria
“Como país, aún tenemos un reto pendiente: asumir que dos pilares esenciales de la Expedición de la Vacuna procedían de los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Los 21 expósitos que llevaron la vacuna de la viruela, desde A Coruña hasta América, habían sido abandonados. Sin ellos, nunca habría habido Expedición, por muy real que fuese la decisión de organizarla y financiarla”, reivindica López Mariño.
A ese estrato social desfavorecido también pertenecía la propia Isabel, quien se desvivió por cuidar de forma “infatigable, noche y día, hasta perder enteramente la salud” a los 21 niños que cruzaron el Atlántico. El autor también encuentra en este rasgo de su personalidad una coincidencia con sus orígenes humildes. La infatigable dedicación de Isabel al cuidado de los niños, el no fallarle jamás a su patrón -por encima, incluso, de su propia salud- refleja el compromiso laboral de una asalariada hacia quien le está multiplicando por 10 su sueldo como rectora y que, además, le garantiza -una vez finalizada la Expedición y mientras no encuentre nueva ocupación- una pensión cinco veces mayor que su antiguo salario”, afirma.
Piedras en el camino
Isabel Zendal es un ejemplo de superación, pese a los innumerables escollos que tuvo que sortear. Y, a imagen y semejanza de su vida, la tarea de documentación acometida por Antonio López Mariño no ha resultado sencilla, pero su optimismo se mantiene intacto. “Me enfrento a esas dificultades con alegre aplomo”, nos confiesa. Entre las grandes ausencias documentales se encuentra su partida bautismal. “Ni se me ocurre rasgar las escrituras de documentación recopilada porque los libros parroquiales más antiguos de Santa Mariña de Parada comiencen en febrero de 1773, con lo cual nunca va a aparecer la partida bautismal de una mujer nacida antes de ese año. No queda más remedio que ver el vaso bastante lleno”.
Puestos a elegir, le preguntamos al autor de ‘Isabel Zendal, la madre de todas las vacunas’ qué datos le habría gustado tener a su alcance. “mil detalles de su infancia y juventud en la aldea; de la fecha de su emigración a Coruña; de los empleos que pudo tener antes de trabajar como criada en casa del comerciante Gerónimo Hijosa; información de los dos años que van entre el censo y el nacimiento de su hijo, Benito, y cuando empieza a trabajar como rectora de la Casa de Expósitos”. Pese a las piedras en el camino, López Mariño hace suyo el refrán ‘lo fácil no tiene mérito’. “De disponer de toda esta documentación, posiblemente no estaría hablando de Isabel Zendal”.
*Imagen: Pedro Puig