En sociedad

Compromiso y entusiasmo

Los compañeros del enfermero Francisco Morales Gutiérrez, del Centro de Salud de Torrelaguna, relatan su pérdida.

24 julio 2015 / Número 5 2 minutos de lectura

EQUIPO PROFESIONAL

Centro de Salud de Torrelaguna (Madrid)

Cómo duelen las ausencias. Para profesionales como nosotros, es habitual intentar proporcionar consuelo a las personas que sufren la pérdida de un ser querido. Sin embargo, cuando se produce en tu entorno laboral, repentinamente y con quien has compartido pasado y presente y has planificado con ilusión muchos aspectos de un futuro que presumías conjunto, todo se torna confuso. Cada movimiento te lleva a sentir a tu lado a esa persona que ya no está.

El Centro de Salud de Torrelaguna ha sufrido una gran pérdida, Francisco Morales Gutiérrez, enfermero con una amplia trayectoria profesional, ya no está con nosotros. Fran, como lo conocíamos todos, trabajó en ámbitos tan diversos como el hospital Doce de Octubre, los equipos de Atención Primaria de Vallecas o Torrelaguna y su último destino en el Servicio de Atención Rural del mismo pueblo.

Gran persona y buen enfermero, un hombre tranquilo, sencillo en sus maneras y capaz de disfrutar de las pequeñas cosas. Todo lo hacía fácil para los compañeros y para el equipo, con esa forma tan suya de trasmitir serenidad y conseguir que las situaciones complicadas se tornaran en sencillas.

Le gustaba su profesión. Esto lo reflejaba en sus actuaciones día a día. Sus pacientes lo querían. Don Francisco le llamaban. Siempre estaba ahí, a su lado, compartiendo sus alegrías y sus penas, su dolor. Los conocía y siempre buscaba la manera de mejorar sus padecimientos. Ellos estaban antes que él y eso sus pacientes lo sabían.

Tenía la gran capacidad de transmitir su entusiasmo. Su entusiasmo por el trabajo en el medio rural, por reunirse con sus compañeros y amigos, a los que nos deleitaba con sus guisos. Su entusiasmo por su tierra y, sobre todo, por su familia. Irradiaba paz y alegría, sabiduría vital, profesionalidad y consuelo.

Amaba la vida, la luz de su tierra manchega y su trabajo en Torrelaguna. Amaba a los amigos y a la familia, a sus hijos, Alejandro y Gonzalo. Y amaba sobre todo a su mujer, Carmen.

Su ausencia, tan inesperada, nos ha dejado un enorme hueco al que tardaremos en acostumbrarnos. Buen compañero y amigo al que recordaremos con cariño por todo lo que compartimos y nos enseñó, su amor a la vida y a nuestra profesión.

Fran, sin ti, Torrelaguna nunca volverá a ser la misma.

Etiquetas: valores enfermeros