Una enfermera integrada en la comunidad educativa, donde es la autoridad sanitaria, atiende las incidencias vinculadas con la salud y lleva a cabo un plan asistencial. Además, programa, en coordinación con los tutores y el equipo de orientación, las actividades para promover la salud entre los alumnos, adaptadas a cada etapa y nivel académico. Éste debería ser el denominador común en los centros educativos españoles. Sin embargo, es una asignatura pendiente. Sólo la Comunidad de Madrid ha desarrollado el perfil de la enfermera escolar. Aunque el colectivo tiene más de tres décadas de trayectoria, este curso vuelve a afrontar realidades muy diversas y dispares y un tiempo de incertidumbre por los recortes y la nueva ley educativa, la LOMCE, ajena a este perfil. “Salvo en Madrid, la mayoría de las enfermeras están contratadas por la misma escuela o por un servicio de salud, no por la administración pública educativa”, explica Mar Martínez Ballesté, presidenta de la Sociedad Científica de Enfermería Española (SCE3). Su caso ilustra esta problemática. Es enfermera del Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona, pero trabaja desde hace 15 años enla escuela-guardería de Nexe Fundaciò, a través de un concierto. “El problema es que la figura de la enfermera escolar obligatoria no existe. La cubrimos como podemos”.
Los beneficios son incuestionables, asegura Natividad López Langa, enfermera del Colegio Público de Educación Especial María Soriano de Madrid desde hace 34 años y vicepresidenta de la Asociación Madrileña de Enfermería (AMECE). “Mejoras la calidad de vida del niño, de su familia y de todos los profesionales. A medio plazo formas adultos más saludables, con una sólida educación para la salud. A corto plazo, concilias vida familiar y laboral. ¿Cuántos padres dejan de trabajar cuando tienen un hijo con diabetes o asma?”.
“Somos grandes potenciadores de la salud. Somos la prima de futuro. Reducimos gastos a bajo coste”, defiende Mar. “Conocemos el valor añadido de la enfermería para la comunidad escolar y mejoramos la calidad de vida de los niños, sus familias y todos los profesionales educativos”, concluye Natividad.
Un nuevo campo laboral
La enfermería escolar está más presente en la enseñanza privada o concertada que en la pública. Marimar Aguilera Vázquez es enfermera en un colegio concertado de unos 1.300 alumnos en Bilbao. “Tras tener a mis hijos, comencé a plantearme la labor de la enfermería en la escuela al palpar la necesidad en el colegio. Tuvimos el caso de una recogida de firmas para pedir una enfermera porque había un niño diabético. Entonces, estudié un máster en enfermería escolar y presenté la idea en centros educativos. Al principio se extrañaban, no entendían la necesidad. Terminé creando una empresa para desarrollar un proyecto de servicios de enfermería escolar”, explica. “Cuando comencé a trabajar hace dos años como enfermera escolar tuve que empezar desde cero, aunque tenían una noción inicial porque ya contaban con enfermeras en colegios de otras provincias y decidieron implantar el modelo en Bilbao. La parte asistencial se lleva mucho tiempo, aunque cada vez van teniendo más espacio y valoración las sesiones de educación para la salud entre los alumnos”.
Temario de Educación Sanitaria
En Cataluña, las enfermeras Engracia Soler y Eva del Campo son autoras del Programa de Salud en la Escuela e Instituto (PSEI), premiado por la Academia de Ciencias Médicas y de la Salud de Cataluña y Baleares. Es un temario curricular consensuado por enfermeras, profesores y otros profesionales de la salud. Sus contenidos, que se actualizan bienalmente, están disponibles de forma gratuita. En Cataluña se aplica desde hace seis años en diversos colegios de la comarca de Alt Empordà, como los de Sant Jaume de Portbou y Pous i Pagès de Figueres. Actualmente, se está trabajando para aplicar este programa, de forma pública, en todo el territorio catalán. Sus resultados se pueden ver en congresosc3girona.wordpress.com. “La necesidad existe”, afirma Engracia, “pero las administraciones no lo ven con suficiente importancia. Así ocurrió con la educación física y hoy nadie discute la obligación de contar con un profesor para esta materia”.
Madrid, la excepción
La Comunidad de Madrid cuenta con alrededor de 500 enfermeras escolares. “En los colegios de educación especial estamos siempre. En los ordinarios, sólo cuando hay niños con afectación motora o trastornos del desarrollo. En ambos casos, tenemos las funciones propias de la enfermería: docente, asistencial, gestora e investigadora. Evidentemente, en los centros de educación especial tenemos más carga asistencial. En los ordinarios, el tiempo se distribuye más equitativamente entre la asistencia y la educación para la salud”, explica Natividad López Langa, supervisora de enfermería del colegio de educación especial María Soriano, en Carabanchel, cuyo departamento de enfermería se creó hace más de tres décadas.
El colegio María Soriano, que en 2014 cumple 125 años, es pionero en muchas iniciativas. Gracias a un convenio con la Unidad de Cuidados Paliativos Infantiles de la Comunidad de Madrid, una vez a la semana se reúnen los dos equipos sanitarios y facilitan que los alumnos incluidos en el protocolo puedan acudir al aula. “Se relacionan con otros compañeros y tienen una calidad de vida lo más normalizada posible”, apunta Natividad. Además, desde hace dos años, en este colegio rotan las alumnas EIR de Pediatría de los hospitales Puerta de Hierro, Ramón y Cajal y Fuenlabrada de Madrid e incluso del Virgen del Rocío de Sevilla. “Es muy enriquecedor para las estudiantes, porque salen de los ámbitos sanitarios y conocen otras realidades”.