La valoración enfermera es una actuación sanitaria expresamente enfocada hacia el ámbito del cuidado, y en cuya definición como “proceso sanitario destinado a conocer la efectividad de los cuidados existentes en un momento determinado y su repercusión en el estado de salud” queda reflejado una de las cuestiones básicas que la definen, como es la de su consideración como proceso sanitario independiente.
Esta consideración como proceso implica la existencia de diferentes pasos o fases que son necesarios cumplimentar para su realización y que suponen un elemento de garantía y fiabilidad en los resultados finales conseguidos.
Pero también sabemos que cuando la valoración enfermera realmente aporta beneficios tangibles sobre la salud de la población es cuando actúa de manera coordinada c
on el diagnóstico y la terapéutica del cuidado, como sucede en la metodología enfermera.
La valoración enfermera forma parte de un proceso más amplio y general como es el proceso general de cuidados o proceso de atención de enfermería, en el que actúa como una de las fases o los pasos establecidos dentro de su estructura que es necesario cumplimentar para su realización:
Diseño del proceso general de atención de enfermería |
Por tanto, y aunque la valoración enfermera tenga una consideración como proceso sanitario independiente, también constituye una de las fases sanitarias diseñadas dentro del proceso general de atención de enfermería, por lo que está sujeta a las pautas existentes para garantizar su funcionamiento integrado y relacionado junto con el resto de fases que lo componen, lo que permite la consecución de los objetivos que tiene planteado:
Consideración de la valoración enfermera |
Esta doble consideración que dispone la valoración enfermera, como proceso sanitario independiente y como fase de un proceso sanitario más general, es lo que hace que disponga de una serie de características y cualidades específicas para la consecución de sus objetivos con una fiabilidad alta de los resultados obtenidos.
Como proceso independiente, la valoración enfermera tiene planteado como objetivo final último el establecimiento de “un juicio clínico sobre la efectividad de los cuidados de la persona, familia, grupo o comunidad en un momento determinado, fundamentado en información contrastada y segura”. Este objetivo final se denomina objetivo de resultado.
Pero también dispone de otro tipo de objetivos, que facilitan la consecución del objetivo final, y en los que se reflejan los resultados obtenidos en la ejecución de las diferentes fases que componen el proceso de la valoración enfermera. Estos objetivos se denominan objetivos de proceso, y tienen una función esencial para la consecución del objetivo final de resultado.
Por tanto, en el proceso de la valoración enfermera se puede distinguir la existencia de los dos tipos de objetivos definidos para los ciclos de calidad:
– Objetivos de resultado.
– Objetivos de proceso.
Los objetivos de resultado están constituidos por los objetivos últimos o finales planteados para el proceso, en este caso de la valoración enfermera. Constituyen el resultado final obtenido de la ejecución de todas las actuaciones realizadas durante su desarrollo, por lo que van a permitir conocer la efectividad real conseguida de la ejecución del proceso.
Por su parte, los objetivos de proceso están formados por el conjunto de objetivos planteados para cada uno de los pasos o fases establecidas dentro del proceso de la valoración enfermera.
Es necesario tener en cuenta que para poder establecer objetivos para una determinada fase o paso, éste debe disponer de un desarrollo autónomo y diferenciado del resto de pasos establecidos, y se debe poder definir un inicio y una finalización que permita que pueda ser medido.
Para poder dar respuesta a la consecución de estos dos tipos de objetivos, el proceso de la valoración enfermera debe coordinar los desarrollos de su estructura y sus contenidos.
Proceso de la “Valoración enfermera” |
La ESTRUCTURA definida para este proceso está diseñada en dos niveles, dependiendo el nivel de concreción de las actuaciones. De esta manera los contenidos del primer nivel son más generales, y los del segundo nivel especifican las actuaciones concretas necesarias para llevar a cabo las acciones reflejadas en el primer nivel.
El primer nivel consta de dos fases propias del proceso de valoración:
– 1ª Fase: Obtención de datos y elaboración de la información sanitaria.
– 2ª Fase: Evaluación de la información.
Y una tercera fase compartida con el proceso diagnóstico:
– 3ª Fase: Identificación de la respuesta humana.
Las dos primeras fases se desarrollan a través de la valoración general de enfermería y están ubicadas dentro de la fase de valoración del proceso general de cuidados, por lo que constituyen las dos fases propias de la valoración enfermera.
Por su parte, la tercera fase se desarrolla a través de la valoración focalizada de enfermería y está ubicada en el espacio compartido existente entre la fase de valoración y la fase de diagnóstico del proceso general de cuidados, por lo que no constituye una fase propia de la valoración enfermera, sino una fase compartida.
A esta fase se la suele situar en del proceso diagnóstico para su estudio y descripción, al que también pertenece, dado que aunque en ella se desarrolla una valoración enfermera focalizada, su objetivo está establecido en la detección y delimitación de las respuestas humanas que permiten enunciar el diagnóstico de enfermería existente.
Integración de las fases de valoración y diagnóstica |
El segundo nivel está constituido por las sub-fases o pasos concretos delimitados en cada fase para su consecución, y que se irán desarrollando en las siguientes colaboraciones.