Transmitir a los pacientes seguridad. Es la clave de la intervención de las enfermeras con las personas que ingresan en la Unidad de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital Universitario La Paz de Madrid para una intervención de cambio de sexo. Así lo indica el enfermero Álvaro Garmuz: “Hay que trasladarles mucha confianza. Aunque vienen con seguridad en la decisión que han tomado, tras un proceso de administración de hormonas largo y de una preparación psicológica previa en el Hospital Ramón y Cajal, en el momento de la operación pueden surgir muchas dudas. Desde enfermería tenemos que trasladarles confianza en lo que va a ocurrir, en el resultado final de todo”.
Igualmente, mantener una especial sensibilidad con este tipo de pacientes es otro de los aspectos importantes. “En muchas ocasiones no lo han tenido fácil. Algunas personas sí cuentan con el apoyo de sus familias, pero en otros casos han sido rechazados por ellas y por la propia sociedad, por lo que debemos hacer especial hincapié en el tema de los sentimientos y en tratarlos con mayor tacto, ya que suelen compartir habitación con otro paciente que está ingresado por razones distintas. Hay que estar muy pendiente de todo para preservar su privacidad e intimidad, especialmente cuando hablas con ellos sobre su proceso”, explica Álvaro.
Las curas
Igualmente, las curas son especialmente complejas, sobre todo la inmediatamente posterior a la operación de cambio de sexo, según indica Álvaro. “Normalmente, a los cuatro días, aproximadamente, de la cirugía, solemos hacer la primera cura. Y a partir de ahí en días alternos. Son las más importantes y también las más dolorosas, por eso las realizamos en la planta, ya que la zona de la intervención está muy sensible. Disponemos de un catéter para administrar calmantes y empleamos una bañera especial, que también usamos para las personas con quemaduras. Normalmente, si no hay complicaciones reciben el alta a los diez días, aproximadamente, y siguen con las curas en la consulta de enfermería”.
Tras diez años de experiencia en la unidad de la Unidad de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital Universitario La Paz, integrada por 38 enfermeros, Álvaro considera que resultaría necesaria una formación específica de los enfermeros para cuidar a este tipo de pacientes. “Los atendemos lo mejor que podemos, pero a veces necesitaríamos un conocimiento específico sobre cómo afrontar situaciones conflictivas y tomar las decisiones correctas”.