Autonomía, polivalencia, diversidad, trabajo interdisciplinar en equipo o habilidades comunicativas y sociales son algunas de las singularidades de la enfermería penitenciaria. «Es un trabajo de una gran magnitud, muy variado y comprometido», subraya Antonia Coll, doctora y codirectora del experto universitario en enfermería penitenciaria de la Universitat Ramón Llul, impartido por la Facultad de Ciencias de la Salud de Blanquerna. «Es una enfermería que me apasiona, con muchísimas áreas de confluencia», afirma Montserrat Sánchez, enfermera en el centro penitenciario de Quatre Camins, de Barcelona, donde es referente del departamento de Enfermería. «Realizas una gran diversidad de cuidados. Hacemos atención primaria, comunitaria, urgencias y salud mental, con abordajes específicos de toxicomanías, enfermedades infecciosas como el vih-Sida, la tuberculosis o las hepatitis B y C», reflexiona.
Promoción de la salud, prevención de la enfermedad y adherencia al tratamiento son los ejes del trabajo que desempeña Óscar Prieto en la prisión de Campos del Río, en Murcia, un centro con módulos para hombres y mujeres. «Es una asistencia integral, en la que intentamos que la base sea la Atención Primaria. Contamos con un módulo de Enfermería en el que llevamos el control de los pacientes pluripatológicos, sobre todo los de mayor edad, y de los crónicos, pues las enfermedades infecciosas se han cronificado con los tratamientos que existen en la actualidad, por ejemplo del vih-Sida o la Hepatitis. También vemos muchas úlceras crónicas, de hasta grado 3, pues son personas con una salud muy deteriorada. Cada enfermero tiene asignado un número de pacientes a los que realiza el seguimiento. Intentamos ser lo más autónomos posibles para evitar la derivación al exterior». Para ello, además de la consulta de enfermería, disponen de sala de curas, consultas de psiquiatría, odontología, ginecología, radiología, farmacia… y una oficina sanitaria para la gestión de todo.
Cuidados singulares
Autonomía, polivalencia, diversidad, sociabilidad definen a la enfermería penitenciaria
La salud mental es uno de los grandes campos de trabajo de la enfermería penitenciaria. En Cataluña, la orden hospitalaria de San Juan de Dios es la responsable de su gestión. En el caso del centro penitenciario de Brians I, donde trabaja David Peña, disponen de unidad de agudos, subagudos y rehabilitación. «La diferencia entre agudos y subagudos es poca. La primera está más destinada a la contención, con habitaciones para el ingreso de los pacientes. Cuando mejoran bajan a subagudos, con un entorno más abierto y mayor libertad, con espacios grandes como el patio. Nosotros nos responsabilizamos de los cuidados de enfermería y la educación para la salud, así como del aprendizaje de las actividades básicas de la vida diaria (avd), como la higiene. Trabajamos en su reeducación a todos los niveles. Cada vez llegan con situaciones más complejas que requieren de un mayor tiempo de trabajo con ellos».
En el caso de la salud mental, los trastornos psicóticos son la patología más común, explica Francisco Félix González, enfermero de la unidad de hospitalización psiquiátrica de pacientes agudos en Brians I. «La esquizofrenia es una de las más habituales, junto con el trastorno límite de personalidad y el obsesivo-compulsivo. A veces se producen descompensaciones, provocadas por el consumo de tóxicos o algún tipo de droga».
Situaciones límite
Salud mental y urgencias son dos áreas de conocimiento que las enfermeras de prisiones tienen que dominar. Estas competencias son importantes para poder gestionar las ‘situaciones límite’, un concepto definido por Antonia Coll en su tesis doctoral sobre enfermería penitenciaria. «Son circunstancias en las que los internos ponen en riesgo su salud, o la de otras personas, reivindicando con su cuerpo mediante la ingesta de objetos extraños, autolesiones, huelgas de hambre o de medicación, o el uso de su cuerpo, también, para el transporte de drogas».
Una de las funciones de Óscar Prieto es la preparación y administración de la medicación, un desempeño que tiene su complejidad. «Tenemos diferentes formas de distribuir las medicinas», explica. «Vamos administrando en función de las características de cada persona. Existen módulos de respeto, para los pacientes con una mayor autonomía, independencia y responsabilidad. Tenemos otro espacio para quienes necesitan una dosificación especial y, directamente, otros casos en los que debemos observar la ingesta y comprobar que ha sido correcta». Así es como se previenen situaciones como el empleo de los geles hidroalcóholicos para realizar bebidas alcohólicas, algo que sucedió en algunos lugares durante la pandemia de la covid-19.
El apoyo de los funcionarios de seguridad también es importante para la gestión correcta de las situaciones límite. «Colaboran con nosotros para garantizar nuestra seguridad, por si en algún momento hay que proceder a una contención mecánica. Esto es el último recurso y no suele ocurrir», señala Francisco, en referencia a su experiencia en la unidad de agudos de Brians I. «Como sucede en cualquier otra unidad de patología dual, en el momento en el que ingresan y se estabilizan, empleamos la contención verbal y farmacológica».
El trabajo en equipo con todos los funcionarios también es fundamental. «En primer lugar, favorece el conocimiento del interno. Al mismo tiempo, es una relación flexible, pues cuando el paciente tiene un determinado comportamiento puede querer estar presente siempre y, en este caso, hay que valorar bien los límites necesarios para preservar la dignidad, la confidencialidad y la privacidad de la persona a la que estamos cuidando», matiza Montserrat. «No podemos hablar de un diagnóstico de salud mental o de una patología infecciosa con el funcionario delante. La cuestión ética es muy importante. Al mismo tiempo, tengo que saber detectar situaciones que puedan poner en riesgo mi propia seguridad».
«Ante situaciones límite, en las que los internos emplean su cuerpo para realizar una demanda, tienes que llevar a cabo un abordaje biopsicosocial»
Ante la aparición de situaciones límite «nosotros no solo resolvemos el problema físico generado. Tenemos que abordar cada caso de forma integral, conocer los motivos que han llevado a la persona a llamar la atención de esa manera. Aquí también es importante la relación con el resto del equipo de funcionarios, que nos puede dar información relevante. A veces, a su situación de reclusión se añaden problemas sociales, una situación personal como el rechazo de los hijos o de la pareja… Son factores que debemos tener en cuenta a la hora de planificar nuestros cuidados. Tenemos que atender la parte biológica y también la parte psicosocial», explica Montserrat Sánchez.
Para Óscar Prieto, «es un área de trabajo muy interesante, pues desarrollas la planificación de cuidados y tus propios programas de enfermería. Con la educación para la salud puedes conseguir buenos resultados, porque les aportas la confianza que fuera nunca han recibido, pues han sufrido exclusión. Nosotros estamos aquí para apoyarles. Desde fuera, puedes tener una idea más represiva, pero aquí dentro estamos para apoyarles, para mejorar su salud y poco a poco ellos van viendo que es nuestro objetivo. Podemos hacer un trabajo descomunal y suponer una gran influencia en la mejora de sus hábitos de vida, aprovechando la accesibilidad que nos permite estar con ellos durante un período de tiempo continuado».
La relación terapéutica es otra de las claves del correcto abordaje de los pacientes, a juicio de Montserrat. «Tienes que saber detectar la posición que tienes que adoptar en función de lo que necesites. A veces, un perfil autoritario no te sirve para lo que quieres lograr, mientras que en otras ocasiones sí tienes que serlo. Al mismo tiempo, hay que saber ganarse su confianza. En muchos casos, han vivido experiencias traumáticas y llegan con un bagaje complicado, a nivel social, pues han podido sufrir situaciones de estigmatización y vulnerabilidad y nunca han acudido a una red de salud. En muchos casos, es la primera vez que van a una consulta de enfermería. Ganarte su confianza y convertirte en su referente es clave para fijar la relación terapéutica», explica Montserrat.
Para establecer el vínculo con los pacientes también es fundamental el manejo de las habilidades sociales, comunicativas y multiculturales. Son competencias que debe manejar la enfermera penitenciaria, como señala Antonia. «Tienes que conocer su argot, saber cómo hablan y utilizar su mismo lenguaje, para que entiendan tus mensajes y evitar que te manipulen, pues en ocasiones pueden querer sacar el máximo beneficio cuando ven a una enfermera nueva que desconoce su situación. Igualmente, gestionas la multiculturalidad, pues cada vez hay más internos procedentes de otras culturas y países».
A modo de conclusión, Óscar Prieto subraya que «es necesario realizar una apuesta decidida por la figura del enfermero penitenciario. En cierto modo, está comenzando a ocurrir, pues tenemos las capacidades y la responsabilidad necesarias para llevar a cabo a la perfección nuestras funciones».
El perfil de las enfermeras
Como ocurre con el resto de ámbitos profesionales, en el caso de la enfermería penitenciaria también hay más mujeres que hombres. «Esto demuestra que aunque se trate de un medio hostil, no cambia la tendencia. En Cataluña, en un equipo de 12-15 personas, al menos diez son mujeres», señala Antonia Coll. Una característica peculiar es que las ratios enfermera-pacientes sí es menor que en el resto del sistema sanitario.
Mayor reconocimiento
Todas las enfermeras con las que hemos hablado para este reportaje, coinciden en la necesidad de que la enfermería penitenciaria tenga un mayor reconocimiento y sea más conocida, entre la profesión y entre la sociedad. «Esto es clave para lograr un mayor desarrollo de la figura de la enfermera en prisiones», enfatiza Montserrat Sánchez.
Definiendo la enfermería penitenciaria
Antonia Coll Cámara, Codirectora Experto Universitario en Enfermería en el Medio Penitenciario
“Es una enfermería que necesita formación específica”
Antonia Coll lleva más de 30 años relacionada con la enfermería penitenciaria en Cataluña. Primero, como enfermera asistencial. Posteriormente, como gestora y, finalmente, como docente. «Es una enfermería muy social, que trabaja con personas vulnerables, que necesita una formación específica y un reconocimiento por parte de la sociedad».
Montserrat Sánchez Roig, Centro Penitenciario Quatre Camins (Barcelona)
“Es una enfermería muy autónoma”
Montserrat es la enfermera referente del departamento de Enfermería del centro penitenciario Quatre Camins, de Barcelona, donde trabaja desde 2006, año en el que obtuvo la plaza tras aprobar las oposiciones. Es codirectora del Experto Universitario en Enfermería en el Medio Penitenciario de la Universitat Ramón Llul. «Es una enfermería con una gran capacidad de toma de decisiones».
Francisco Félix González Rodríguez, Centre Penitenciari Brians I (Barcelona)
“Hay que eliminar los prejuicios sobre los pacientes de las prisiones”
Franscisco trabaja, desde hace cerca de tres años, como enfermero con pacientes agudos en la Unidad Psiquiátrica Penitenciaria de Brians I, gestionada por la orden hospitalaria de San Juan de Dios. «Inicialmente, cuando alguien piensa en el trabajo en una unidad psiquiátrica y penitenciaria se pone en lo peor. Pero no es así, sino todo lo contrario. Tienes muchos campos de trabajo» asegura.
David Peña Llorach, Centre Penitenciari Brians I (Barcelona)
“Realizamos un trabajo con un fuerte componente emocional”
David ha trabajado siempre como enfermero en psiquiatría penitenciaria, desde que se graduó hace doce años. Considera que «debemos tener una serie de características personales muy especiales. Tenemos que ser fuertes desde el punto de vista emocional y estar dispuestos a desvivirnos por personas que nos necesitan».
Óscar Prieto Sanromán, Centro Penitenciario Campos del Río (Murcia)
“Es una enfermería muy polivalente”
Óscar fue soldado profesional en el Ejército de Tierra. Es graduado en Enfermería desde 2014. Aprobó las oposiciones de Instituciones Penitenciarias. Desde hace año y medio trabaja en la prisión de Campos del Río, en Murcia. Sobre su trabajo, destaca que «es muy polivalente, pues abarca todos los campos».
«Nadie conoce previamente el contexto penitenciario. Esto es básico y no lo consigues de un día para otro»
El reto de mejorar la formación
La mejora de la formación de las profesionales que acceden a una plaza en instituciones penitenciarias es uno de los retos por alcanzar de la enfermería penitenciaria. Antes de incorporarse, realizan una formación y después unas prácticas. Sin embargo, debido a las características especiales de este ámbito de trabajo, es necesario conocer todos los cuidados que van a requerir los pacientes. «Nadie conoce previamente el contexto penitenciario y esto es básico. Son muchas cuestiones las que tienes que aprender y no se consigue de un día para otro. En 15-30 días, no llegas a conocer todo, los reglamentos, los protocolos…», subraya Antonia Coll, codirectora del Experto Universitario en Enfermería en el Medio Penitenciario, impartido en la Facultad de Ciencias de la Salud de Blanquerna, de la Universitat Ramón Llul. Precisamente su tesis doctoral, ‘El fenomen de la infermeria penitenciària. Una proposta formativa’, es la base de sus contenidos académicos. Se trata del único postgrado sobre enfermería penitenciaria que existe en España. Es también una formación única en Europa. «Las enfermeras tienen que estar preparadas y tener las competencias necesarias para poder abordar cualquier área de cuidados, pues van a afrontar múltiples situaciones. A veces, tendrás que hacer un soporte psicológico, en otras actuar frente a una sobredosis o atender a un paciente con tuberculosis… Es un trabajo muy polivalente para el que hay que estar preparados», completa Montserrat Sánchez, codirectora del postgrado. En la actualidad, Montserrat está realizando también su tesis doctoral, en la que aborda la promoción de la salud en los centros penitenciarios de Cataluña, profundizando en intervenciones participativas y en propuestas de buenas prácticas.