Algunos pacientes dicen que son “ángeles caídos del cielo”, pero también tienen sus momentos bajos. Esto es lo que les ocurre a las enfermeras de la Unidad de Oncología del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, según nos explica Amparo López Arca, supervisora de dicha planta.
Por este motivo, cuentan con el apoyo de la Unidad de Salud Mental del hospital, desde hace ya diez años. “A veces se viven situaciones muy duras. Por ejemplo, cuando hay una persona joven. Sus padres están con ellos y, si tú eres padre o madre, puede ser mucho más difícil, sin las herramientas adecuadas, encontrar la manera de apoyar a las familias”, reflexiona Amparo, quien asegura que, a pesar de todo, “lo hacemos. Para lograrlo, tiene mucha importancia saber escuchar a las personas, sin emitir juicios de valor ni aconsejar”.
Tras un primer contacto entre la Unidad de Oncología y la de Salud Mental y posteriores encuentros propiciados por la demanda de atención a pacientes con patología oncológica, que precisaban atención por salud mental, se fue conformando un modelo de trabajo conjunto entre los dos servicios que se ha consolidado con la celebración de una reunión de coordinación de frecuencia quincenal (segundo y cuarto jueves de cada mes). En estas sesiones participan los profesionales de la planta de hospitalización de oncología, además del personal en formación de ambas unidades.
Amparo López Arco, supervisora:
“Algunas veces tenemos que afrontar situaciones muy complicadas. Tenemos que adaptarnos, de manera individualizada, a cada caso. Y para ello, contamos con el soporte de las compañeras de salud mental”
“Como enfermera asistencial echaba de menos que hubiera un apoyo psicológico con el equipo de salud mental de nuestro hospital. Entonces, hablé con el jefe de servicio y nos reunimos con la psiquiatra, Carmen Jiménez, la psicóloga, Asunción Luque, la enfermera gestora de casos, Pilar Zamora, y la enfermera, Inmaculada Dorado. Decidimos cómo nos podíamos coordinar para plantearles situaciones de familiares, pacientes o personas de planta que necesitaban ayuda y ahí empezó el trabajo”, comenta Amparo. “Algunas veces tenemos que afrontar situaciones muy complicadas. Tenemos que adaptarnos, de manera individualizada, a cada caso. Y para ello, contamos con el soporte de las compañeras de salud mental. Todo esto te da seguridad a la hora de la gestión emocional con las familias”.
Además de las dos reuniones multidisciplinares, las enfermeras, a través del busca, también informan al equipo de salud mental si algún familiar o paciente necesita apoyo. “De esta forma, vienen a la planta, compartimos el caso, su pronóstico y el diagnóstico de oncología y establecemos las pautas para seguir adelante”, explica Amparo.
La conspiración de silencio
La conspiración de silencio es una barrera en relación con la comunicación, que en ocasiones establecen la familia, el entorno o los profesionales, mediante un acuerdo por el que cambian la información que se le ofrece al paciente ocultándole el diagnóstico, la gravedad o el pronóstico de su situación clínica. A veces, los familiares piden a los profesionales sanitarios que no le informen. “La persona con cáncer en ocasiones conoce el diagnóstico, pero no el pronóstico. En estas circunstancias, pueden producirse discrepancias entre la familia y el equipo profesional. Desde el punto de vista legislativo, tiene derecho a saber la verdad y cuando lo hacemos nos lo agradecen”, explica Amparo.
Trabajo en equipo
La colaboración entre los profesionales sanitarios de salud mental y oncología refuerza la forma de trabajar y permite la resolución de situaciones complejas con los familiares. De hecho, el programa sirve para cuidar a los pacientes, las familias y los propios profesionales. “Es un apoyo fundamental con el que contamos todos”, Amparo López, supervisora de Oncología.
Los resultados positivos del programa de colaboración entre Oncología y Salud Mental permiten que en el futuro ambas unidades sigan apostando por un trabajo conjunto tanto asistencial como formativo, el desarrollo de espacios de consultas compartidas para la atención global de los pacientes y seguir resolviendo las necesidades que vayan apareciendo entre los pacientes y los propios profesionales.