Opinión

Compartir para crecer

Artículo de opinión de Yolanda Núñez Gelado, directora de la revista Enfermería en Desarrollo.

31 agosto 2016 / Número 11 2 minutos de lectura

La enfermería conoce bien su campo de actuación y la población a la que se dirige,. Por tanto, es quien mejor puede decidir, desde una perspectiva científica, si una innovación conlleva una mejora y si produce un cambio en la salud de la población, evaluando los resultados alcanzados.

Existe la percepción de que la enfermería es una disciplina tradicionalmente poco innovadora por y para sí misma. Y es que buena parte de los cambios que se han ido produciendo a lo largo de los años nos han llegado desde fuera, de instituciones y disciplinas ajenas a la profesión, y, casi siempre, derivados y subordinados a sus propios avances.

Algunos autores consideran que esto es fruto de nuestra historia que, como profesión, fue construida desde instituciones externas como la iglesia, para situarla posteriormente subordinada a la medicina, que era quien diseñaba, planificaba y ejecutaba la formación tanto de los futuros profesionales como la que, posteriormente, se llevaba a cabo a lo largo de toda la vida laboral.

Así, durante muchos años, la enfermería ha sido una profesión obediente, disciplinada, con una subordinación no discutida ni discutible, muy cooperadora y, sobre todo, silenciosa. Una profesión que no piensa por sí misma, tampoco lo hace en ella misma como disciplina, con lo que asume avanzar tan solo al rebufo de los otros.

Cambiar algo que hemos aprendido como colectivo, a lo que nos hemos aferrado y que nos ha mantenido durante años en una posición cómoda, por conocida y falsamente segura, supone una ruptura difícil de llevar a cabo.

Sin embargo, hemos iniciado el cambio: la generación de nuevas ideas, la creatividad y la innovación nos ayudan a desarrollar un rol independiente, así como a producir conocimientos propios de la disciplina, que conllevan con frecuencia un cambio en el estado de las cosas.

La enfermería conoce bien su campo de actuación y la población a la que se dirige,. Por tanto, es quien mejor puede decidir, desde una perspectiva científica, si una innovación conlleva una mejora y si produce un cambio en la salud de la población, evaluando los resultados alcanzados.

Compartir el resultado del proceso de innovación, de los cambios realizados para llevarlo a cabo, de las mejoras obtenidas y de las dificultades encontradas es el último y no menos crucial paso para la generación de conocimiento, ya que el valor de las innovaciones en enfermería crece cuando se comparte.

Es aquí donde Enfermería en Desarrollo y la tercera edición de sus premios aportan su propio granito de arena, buscando dar difusión al trabajo, en ocasiones innovador para toda la profesión, en otras un paso ya realizado por otros pero no menos importante para quien lo realiza por primera vez, y también a las iniciativas llevadas a cabo por profesionales que, con sus aportaciones, mejoran la profesión.

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