Ser enfermera y ser cuidadora de un paciente con ERC que además es familiar tuyo. Sufrimos la enfermedad de mi marido desde hace algo más de diez años y me he ocupado de su hemodiálisis en nuestra casa durante cinco. Mis hijos no han conocido a su padre sano ni saben lo que es vivir sin diálisis. Tan normalizada ha sido esta situación en sus vidas, que ellos mismos adaptan sus expectativas en el día a la posibilidad de que ese día haya o no una sesión.
Las posibilidades de mi marido de recibir un trasplante se vieron truncadas tras un trasplante fallido hace ocho años. Es muy largo de contar, pero se me entenderá si digo que está hiperinmunizado frente a los antígenos más comunes de su grupo AB0. El que le pudierantrasplantar gracias a la lista de espera habitual era muy difícil: ¿cero coma algo? Y yo no soy compatible con él; tenemos grupos diferentes. Esto nos creó una sensación de impotencia que limitaba mucho nuestras esperanzas de una segunda oportunidad.
Ante esta situación, y visto que la ONT abría la puerta a lo que se conoce como trasplantes cruzados, me lancé a la piscina y me ofrecí como donante vivo para un posible trasplante cruzado, con el objetivo de que mi marido pudiera tener una nueva oportunidad. Si yo tenía que dar algo a cambio, lo daba.
Hemos estado en esa lista de trasplante cruzado desde que se inició en 2009. Algunas llamadas hemos recibido con una posibilidad lejana que nunca se materializó; hasta junio de este año.
Nos operaron hace ya unas semanas. Reconozco que lo he pasado mal, que he pasado miedo, que he tenido mis dudas, mis angustias, mis indecisiones. Todo junto y por separado. Pero una vez que firmé el consentimiento informado frente al nefrólogo ya nada hizo tambalear mi decisión. Tuve miedo, por supuesto, pero no me hizo ceder en mi decisión. Sólo deseaba pasar el «mal trago» lo más rápido posible.
Él está bien. Todo va lento, tranquilo y funcionando. Nos estamos acostumbrando a una vida nueva, con nuestros hijos, sin diálisis diaria. Estamos aprendiendo a tener tiempo.
Me dicen que he tomado una decisión por amor… Por amor a la vida, a mis hijos, por amor a mi pareja, claro. Pero también por amor a mi propia vida. Yo también quería una oportunidad de una vida nueva. Ser enfermera, cuidadora de un familiar enfermo, madre, esposa, amante de la vida… Te lleva a luchar con uñas y dientes.
Me alegro de haber tomado mi decisión y de que juntos podamos estrenar la nueva oportunidad que la vida nos da, que nos ha dado desde hace ya un mes.