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Salvando más vidas, de uno u otro modo

Iván Ortega ha realizado en su tesis un análisis internacional de las estrategias de reanimación con circulación extracorpórea en paradas cardiacas refractarias y la donación de órganos tras muerte circulatoria. Sus conclusiones han tenido un fuerte impacto internacional

03 noviembre 2018 / Número 19 6 minutos de lectura / Contenido multimedia

La reanimación no convencional y la donación de órganos cadavérica son compatibles, empleando como base la técnica de la ECMO, oxigenación por membrana extracorpórea. Es la principal conclusión de la tesis doctoral del enfermero Iván Ortega, doctor internacional en Ciencias de la Salud por la Universidad de Alcalá (Madrid). Su investigación ha recibido la calificación de sobresaliente cum laude y ha captado la atención de instituciones como el Consejo Europeo de Resucitación, ERC en sus siglas en inglés, o su homóloga americana, American Heart Association. Ambos organismos han incorporado los resultados del trabajo de Iván a sus recomendaciones sobre la parada cardiaca extrahospitalaria.

La tesis doctoral delimita el perfil de individuos en parada cardiaca extrahospitalaria o muerte súbita fuera del hospital que se beneficiarían de un traslado precoz mientras reciben reanimación cardiopulmonar ininterrumpida y de calidad para aplicarles ECMO y mantener vivo el cerebro. En caso de que estos pacientes no recuperasen el pulso o lo hiciesen con graves secuelas neurológicas se puede plantear, tras su fallecimiento, la opción de la donación de órganos, en mejores condiciones y con un mayor apoyo de sus familiares”.

“Las preguntas de la investigación surgieron en mi trabajo diario en emergencias”, recuerda Iván. “Vivía un conflicto ético, legal y clínico-asistencial con los cuidados en la parada cardiaca extrahospitalaria que se vuelve refractaria, es decir, resistente a los cuidados. ¿Qué ocurre con estos pacientes? Habitualmente son personas jóvenes, que sufren una muerte súbita. Su ritmo inicial suele ser desfibrilable, con lo que se beneficiarían de una descarga eléctrica. ¿Qué ocurre tras los 20-30 minutos que tenemos estandarizados en la reanimación cardiopulmonar? Es lo primero que no tenemos claro. ¿Qué debemos hacer a partir de aquí? ¿Suspendemos los cuidados? Aquí entra una de las opciones, en las que España ha sido puntera: las donaciones de órgano a corazón parado. Surge la delgada línea roja para discernir dónde está el paciente y dónde se convierte en donante. Aquí hay que incidir también en los grandes olvidados de las emergencias, las familias. Ocho de cada diez veces presencian la muerte súbita. En muchos casos no les permitimos ni estar presentes en la reanimación, debido a un afán paternalista de protegerles, cuando la evidencia científica demuestra que si les damos la opción de estar favorecemos el duelo y la predisposición a la donación”.

Frente a la realidad española, Iván conocía también el modelo de otros países como Francia, donde también ha trabajado en emergencias. “Fue la base de todo el conflicto ético. La misma persona, o sea yo, tenía que actuar de manera distinta ante una parada cardiaca similar según el sitio donde trabajara. En Madrid, tras 20-30 minutos, el protocolo establece que suspendamos la reanimación del individuo y lo traslademos al Hospital 12 de Octubre o al Clínico San Carlos para emplear la ECMO y salvar órganos como sus riñones o hígado. Por el contrario, en Dijon, lo trasladan al hospital para conectarlo a la ECMO, salvar su cerebro y tratar de reanimarlo, siguiendo las evidencias científicas actuales, pues ocho de cada diez muertes súbitas en pacientes jóvenes adultos son originadas por una parada de origen coronario que es potencialmente reversible. En ambos casos son las mismas personas, los mismos medios y los mismos conocimientos. Cambia el objetivo y ahí me surgía el conflicto de interés, claramente”.

La tesis doctoral de Iván Ortega concluye que la reanimación no convencional y la donación de órganos cadavérica son compatibles, empleando como base la técnica de la ECMO, oxigenación por membrana extracorpórea

Iván Ortega en el congreso de la Extracorporeal Life Support Organization, (ELSO), celebrado en Praga en 2018

En algunos momentos, el planteamiento de Iván Ortega le ha llevado incluso a debatir sobre su idoneidad con el anterior director de la Organización Nacional de Trasplantes, Rafael Matesanz, quien se ha mostrado públicamente en contra de que un enfermero hable de esto. “Soy un defensor a ultranza de la donación de órganos”, explica Iván. “Lo que ocurre es que tenemos que jerarquizar. En la priorización está el conflicto. Primero la vida, con calidad de vida. En consecuencia, vamos a buscar un modelo predictivo para determinar a quién sí y a quién no. Así evitamos lo que ocurría hace treinta años, que reanimábamos siempre y recuperábamos a pacientes en muerte cerebral. Éste no es el objetivo”. Para definir bien esta cuestión, Iván Ortega ha trabajado durante dos años en Canadá con un equipo de la Universidad de McGill de Montreal, uno de los lugares del mundo donde más ECMO practican. “He tenido la suerte de ver 5 ECMO por semana”, explica. “He dirigido dos revisiones sistemáticas para delimitar, conforme a la mejor evidencia científica actual, qué pacientes de los que sufren una muerte súbita o parada cardiaca fuera del hospital podrían beneficiarse de esta técnica. Esto se está implementando con buenos resultados en países como Estados Unidos o en ciudades como París. ¿Por qué no hacerlo en España? Como concluye la tesis, de un modo u otro se están salvando vidas. En España somos punteros. Tenemos al médico y a la enfermera en la calle. Podemos llevar al individuo hasta el hospital con RCP in itinere y conectarle la ECMO para salvar su tejido cerebral. Ética y legalmente se pueden salvar más vidas que ahora. En España, la muerte súbita tiene una incidencia de alrededor de 40.000 personas al año. Es actuar como comenzamos a hacerlo hace más de una década con el ictus o los coronarios y hace veinte años con los politraumatizados. Es la famosa hora de oro. Estamos ante la emergencia por antonomasia. Hay colapso cardiocirculatorio. Falta sangre al cerebro y al corazón, por ese orden. En menos de 60 minutos, mientras practicamos un masaje permanente de alta calidad, llevamos al paciente al hospital y lo conectamos a la ECMO. En caso de que no sobrevivan a la parada cardiaca, exploras con la familia la potencial donación de órganos. Es un abordaje más integral y enfermero. Das vida incluso después de la muerte. En el caso de las familias, la información es más transparente y responden con más gratitud. En definitiva, de un modo u otro, siempre salvas vidas”, concluye Iván Ortega.

Gran impacto internacional

La tesis de Iván Ortega ha provocado que a nivel internacional las sociedades científicas de reanimación y los gestores de políticas de salud y donación aborden de forma integral la parada cardiaca extrahospitalaria. Así ha ocurrido con las últimas recomendaciones en RCP publicadas por ILCOR (International Liaison Committee on Resuscitation). Además, en abril de 2018 intervino en un encuentro mundial sobre el diagnóstico clínico de la muerte organizado por la Universidad de Harvard en su Facultad de Medicina de Boston con motivo del cincuenta aniversario de la definición clínica de muerte. Fue el único profesional sanitario español seleccionado entre los 50 científicos que han contribuido a cambiar los paradigmas en este tiempo. Igualmente, también ha intervenido en el congreso de la Extracorporeal Life Support Organization, (ELSO), celebrado en Praga, donde presentó las conclusiones de su investigación, en el foro de referencia europeo relacionado con la ECMO. A juicio de Iván, “en España aún tenemos mucho que avanzar en esta materia, si bien se están comenzando a dar los pasos necesarios para recuperar el tiempo perdido”.

Iván Ortega participó en el encuentro mundial sobre el diagnóstico clínico de la muerte organizado por la Universidad de Harvard en su Facultad de Medicina de Boston

Investigación enfermera

Del conjunto de la experiencia vivida durante la elaboración de su tesis, Iván Ortega subraya que “es un ejemplo de que los enfermeros podemos investigar. Tenemos que creernos lo que somos. El abordaje integral que realizo es muy nuestro. La enfermería puede investigar. Tenemos la fuerza, los conocimientos y la voluntad. Es verdad que yo he sido un privilegiado, porque he tenido las mejores herramientas posibles para hacerlo. Soy consciente de ello. He tenido oportunidades que otros compañeros, con mejores cualidades que yo, no han tenido”, reflexiona Iván. “Cuando presento la investigación ante otros compañeros, muchos enfermeros creen que no lo soy. Esto tenemos que cambiarlo y es en lo que quiero incidir, en dar visibilidad para que todos sepan que un enfermero puede realizar correctamente estos trabajos”.

Doctor internacional en Ciencias de la Salud

El enfermero Iván Ortega es Doctor Internacional en Ciencias de la Salud por la Universidad de Alcalá, en Madrid, donde es profesor y coordinador Erasmus. Imparte asignaturas de ética y legislación. Es experto en bioética y en urgencias, emergencias y donación de órganos. Forma parte de la Cátedra de Simulación Clínica y trabaja en los Servicios de Emergencia Médica de la Comunidad de Madrid (helicóptero sanitario y UVI móvil). Con anterioridad, ha trabajado también en el servicio de urgencias de la ciudad francesa de Dijon.

Iván Ortega en Quebec (Canadá)

La experiencia canadiense

La tesis doctoral de Iván Ortega es fruto de su experiencia como profesor y enfermero de urgencias y de la beca internacional de la Fundación ‘Obra Social La Caixa’ que le permitió una estancia de dos años en la Universidad McGill de Montreal. “He sido un privilegiado, porque he tenido las mejores herramientas para hacerla”.

Toda su experiencia la ha expuesto en una entrevista personal en el podcast ‘Sanará Mañana’ de Frecuencia Enfermera. Escúchala a continuación:

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