“Estoy convencida del impacto en reducción de la mortalidad de los cuidados enfermeros”. Con esta claridad se expresa la enfermera Míriam Alía Prieto en la entrevista donde nos cuenta su experiencia como coordinadora médica de la unidad de emergencias en la intervención de Médicos Sin Fronteras contra el ébola en Congo. Desde este país ha respondido a nuestras preguntas.
¿Cuál es la realidad social y sanitaria de los países empobrecidos que sufren la epidemia de Ébola?
La realidad es muy heterogénea. En países como Guinea, Sierra Leona, Liberia o República Democrática del Congo, el sistema de salud previo a la epidemia era ya muy precario, con un sistema de cobro que hace inaccesible a la mayor parte de la población la atención básica de salud. En Liberia hay un médico por cada 100.000 habitantes, frente a los 377 que tiene España, por ejemplo. Éste no es el caso de Nigeria o Senegal, otros dos países donde se extendió la enfermedad, cuyos sistemas de salud están más desarrollados. En Nigeria, sólo en uno de los equipos de tratamiento, contábamos con 16 médicos nacionales. Eso supondría el 25% de los médicos de toda Liberia.
¿Y la realidad de la población?
Es una enfermedad muy cruel, que se ceba con el personal sanitario, pero también con todos los cuidadores, las madres, las abuelas… las familias, en definitiva. Ha tocado seis países en África occidental, varias grandes capitales, y también ha afectado a zonas rurales y pequeñas aldeas. Recuerdo un pueblo, cerca de Gueckedou, donde se originó la epidemia. Tuvieron 25 casos y 20 fallecidos, para una población de 250 personas. Esto destruye totalmente el tejido social, y también económico, de zonas ya de por sí bastante desfavorecidas. En general, hablamos de dos epidemias, la médica y la del ‘miedo’. También hay consecuencias sobre la salud, la economía y la vida diaria: empobrecimiento, falta de acceso a la salud, falta de movilidad por las cuarentenas…
¿Cuáles son las necesidades que tenéis en el terreno?
Recursos humanos. Tenemos que mantener un equilibrio entre personal con experiencia en ébola y personal de nueva incorporación, para que se mantengan estrictamente los protocolos de bioseguridad. Por el mismo motivo, para evitar accidentes por fatiga o exceso de confianza, los equipos rotan cada seis semanas. Esto aumenta mucho el número de efectivos que MSF ha puesto en terreno. Llevamos desde marzo trabajando incansablemente. Todos los recursos que tenían experiencia han ido ya a terreno, no una sino varias rotaciones. Tenemos más de 3.000 personas trabajando en los diferentes centros de tratamiento.
¿Qué papel desempeñan las enfermeras en los países africanos que sufren ébola? ¿Y las enfermeras de MSF que están en el terreno?
El sistema de salud de base depende de los enfermeros. En la mayor parte de los centros de salud, no hay médicos, sólo en los hospitales, y en puestos de gestión. En MSF el papel de las enfermeras expatriadas es de formación, gestión de servicios y supervisión. Excepto en emergencias, donde hay un alto componente clínico y de atención directa. En las intervenciones en ébola, los cuidados de enfermería son la base del tratamiento, junto con las medidas de protección (Barrier nursing). Nuestros equipos cuentan con muchas enfermeras clínicas y también supervisoras para gestión de los centros (farmacia, recursos humanos, comida, aprovisionamiento, desinfección). La gestión de un hospital como el de ELWA3, con 250 camas, requiere personal especializado.
Dentro del equipo de MSF, ¿cuáles son sus funciones?
Soy coordinadora médica del equipo de emergencia. Es el encargado de iniciar las intervenciones como emergencias nutricionales, vacunaciones, epidemias como cólera, meningitis, o ébola. Normalmente soy la responsable médica del proyecto, que incluye los equipos del centro de tratamiento, de seguimiento de alertas y transporte, de psicólogos y de sensibilización. Además de la vigilancia epidemiológica. He trabajado en todos los equipos, pero la parte que más me gusta es la atención directa a los pacientes, porque el tratamiento del ébola es básicamente cuidados de enfermería y estoy convencida del impacto en reducción de la mortalidad de los cuidados enfermeros: nutrición, hidratación, higiene, confort y apoyo psicosocial.
¿Cómo llega a ser coordinadora médica? ¿Cómo es la experiencia?
Trabajo con Médicos Sin Fronteras desde 2005 y he ido asumiendo diferentes responsabilidades. Primero como enfermera, referente médica de un equipo, coordinadora de proyecto y, finalmente, coordinadora médica. En MSF, vas definiendo tu evolución según tus experiencias, capacidades y, también, tu interés personal. Hay muchas enfermeras que prefieren la coordinación de proyectos, donde están a cargo de la gestión de la seguridad, las operaciones y los recursos humanos. Yo he preferido centrarme en la coordinación médica, más técnica y estratégica, donde mi responsabilidad es la calidad de las actividades médicas, aunque estando en el equipo de emergencias nuestros perfiles son flexibles.
¿Estamos las enfermeras españolas preparadas para atender crisis sanitarias de esta envergadura en cualquier país del mundo o se precisa una formación específica?
La enfermería española es de alto nivel de formación, pero para trabajar en contextos de seguridad compleja, o con medidas de bioseguridad extremas como el ébola, hace falta formación. Para trabajar con MSF pedimos un mínimo de dos años de experiencia asistencial, y formación específica, aunque ésta puede hacerse dentro de la organización, en áreas como enfermería tropical, de emergencias, nutrición, vacunación, epidemiología…
¿Y las enfermeras locales?
Para las enfermeras locales, que constituyen el 90% de nuestros equipos, MSF contempla, como empleador, la obligación de formarles. En el caso concreto del ébola, con las mismas medidas de seguridad que para el personal internacional: trabajo en tándem, períodos de inducción con personal más experimentado, rotación para evitar el cansancio. El nivel depende mucho de los países. En República Democrática del Congo puedes hacer planes de cuidados de enfermería. En Sudán del Sur o Somalia no encuentras enfermeras tituladas, porque las escuelas han cerrado durante años debido a los conflictos armados.
¿Cómo gestionáis y aplicáis los protocolos de actuación relacionados con el ébola?
MSF utiliza los mismos protocolos de bioseguridad en todos sus centros, independientemente del país. Son muy estrictos. Es muy importante la armonización para evitar errores. Hay otros conceptos como la definición de caso, cómo funciona el sistema de vigilancia epidemiológica o la declaración de epidemia, que son competencia de los ministerios de Sanidad.
¿Qué lecciones puede extraer la sociedad española de la crisis del ébola? ¿Y los profesionales?
Me gustaría pensar que esta crisis ha aumentado el conocimiento y la empatía hacia los países donde trabajamos, donde está el foco, y donde todavía no vemos una respuesta internacional adecuada a las necesidades. Hablamos de más de 14.000 casos, más de 5.000 fallecimientos (datos de la OMS a 11 de noviembre) y una destrucción total del sistema de salud de estos países.
¿Una reflexión final tras vivir en primera persona la situación sanitaria de los países africanos?
Me sigue impresionando el grado de compromiso del personal nacional, no sólo en África. Mis compañeros sirios, médicos y enfermeros, que trabajan cada día bajo las bombas en Alepo, me escriben para pedirme que tenga cuidado con el ébola. Atienden a decenas de heridos, pero sus historias no salen en los medios de comunicación.
¿Cambiará esta crisis la política de recorte de los gobiernos?
No ha sido el caso hasta ahora. En MSF, contamos con las aportaciones de nuestros socios habituales, que nos han permitido responder a ésta y a otras emergencias. Pero las intervenciones de ébola son muy caras. Por ejemplo, un traje de protección que sólo se utiliza una vez, cuesta 25 euros. En un centro se utilizan 100 o más al día. Por eso hemos abierto la posibilidad de hacer donaciones para el fondo de emergencia. MSF tiene previsto un gasto de 45 millones de euros de aquí a diciembre. Pero ninguna organización puede asumir el coste y la responsabilidad de una emergencia como ésta. La intención de MSF no es reemplazar a las instituciones, ya sean los ministerios de Salud o la Organización Mundial de la Salud (OMS), sino cubrir los momentos donde fallan para que la gente no sufra y luego devolverles la responsabilidad. La Unión Europea, aunque tarde, ha comprometido 150 millones de euros, pero todavía no vemos este despliegue en terreno. España puede tener un valor añadido, para asegurar un puente aéreo esencial para llevar equipos y material, visto que numerosas líneas han cancelado vuelos, lo que dificulta su envío. Hemos instado al Gobierno a que apoye la creación de un mecanismo estable y definido de repatriación médica de profesionales de la salud contagiados. Además, debería apoyar los esfuerzos de la OMS y desplegar en el terreno equipos militares y civiles especializados en riesgos biológicos. No sólo hace falta dinero, hacen falta manos en terreno. Sin embargo, hasta el momento, no hemos recibido una respuesta positiva a estas demandas.