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Enfermeros de Gran Premio a 300 km por hora

Silvia Rodríguez, Antonio Otaño y Pau Escoda son enfermeros en los circuitos de velocidad MotorLand, Ricardo Tormo y Catalunya.

15 junio 2018 / Número 14 7 minutos de lectura

Motociclismo y automovilismo son deportes de riesgo. Alcanzan su máxima expresión en los campeonatos del mundo de motos o Fórmula 1, que tienen lugar en circuitos como los de Catalunya (Barcelona) Ricardo Tormo (Cheste, Valencia) o MotorLand Aragón (Teruel). Junto a pruebas profesionales, de ámbito mundial, europeo o nacional, sus pistas suelen acoger también rodajes de pilotos aficionados. En todas ellas, para garantizar la seguridad de los deportistas se despliega un equipo sanitario que suele estar integrado por varios enfermeros y médicos. Su trabajo es fundamental para garantizar la seguridad en caso de accidente, pues los vehículos de competición superan en muchos casos los 300 km/h. “Es un trabajo que engancha”, coinciden Silvia Rodríguez, Antonio Otaño y Pau Escoda, enfermeros en los circuitos de velocidad de MotorLand, Ricardo Tormo y Catalunya, respectivamente.

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En el Circuit de Barcelona-Catalunya, Pau Escoda compagina su profesión, la enfermería, con su pasión, el mundo del motor. “Llevo trabajando desde 2005. Primero como comisario. Cuando estudiaba pensé que nunca podría compaginarlas. Pero cuando terminé Enfermería, en 2012, necesitaban cubrir plazas, conocían mis estudios y me ofrecieron formar parte del equipo de intervención. No me lo pensé dos veces”. Además, Pau es máster en enfermería crítica y emergencias y trabaja en hemodinámica en el Hospital Universitario Dexeus de Barcelona.

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Antonio Otaño Piudo es enfermero del Circuit Ricardo Tormo de Cheste (Valencia) desde su apertura, en 1999. “Siempre me habían gustado las motos y los coches. De hecho, tengo una moto, aunque no voy a circuitos de velocidad ni nada de eso. Voy muy tranquilo y procuro tener cuidado. Entonces, a través de unos conocidos y una compañera me propusieron venir aquí. Empezamos con una prueba del Mundial de Motos. Mi ilusión es jubilarme aquí”, afirma Antonio, que además es enfermero en el Hospital Dr. Moliner de Valencia.

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En el caso de Silvia Rodríguez Esteban descubrió el mundo del motor a raíz de comenzar a trabajar en el Circuito MotorLand Aragón, en Alcañiz (Teruel). “Fue hace seis años. Estaba en proceso de búsqueda de trabajo y me salió una suplencia de tres meses. Desde entonces, sigo en el circuito. Desde hace año y medio lo compagino con un trabajo en las urgencias de un hospital de Barcelona. Me gustaría seguir así, porque el trabajo en el circuito, realmente, engancha”, explica. “Son unas funciones diferentes. Cambias de aire y llevas a cabo muchas actividades vinculadas con la atención sanitaria”.

Todos los circuitos cuentan con un centro médico, con las instalaciones y el equipamiento necesario para realizar una atención inmediata si es necesario. De un lado, boxes para consultas y atención de fracturas de costillas o clavícula, por ejemplo. De otro, una zona de cuidados críticos que suele estar equipada con carro de parada, electrocardiograma, ecógrafo, monitores, desfibrilador… Igualmente, disponen de una sala de rayos y, en ocasiones, de un quirófano con el fin de atender a heridos de gravedad. En todos los casos, cuentan con al menos dos o tres puestos por espacio, con el fin de poder atender accidentes con varios pilotos implicados. Durante una competición, varias ambulancias, entre ellas UVI móviles, se distribuyen por distintos puntos del circuito, junto a un enfermero, un médico y un técnico. Por último, disponen de un helicóptero para evacuaciones a un centro sanitario.

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Trabajo en equipo

“En competición, siempre estoy en el centro médico”, indica Silvia Rodríguez. “Todos los pilotos que se caen pasan por nosotros. En caso de caída múltiple, tenemos establecido un protocolo para dividirnos por grupos. Estamos muy acostumbrados a trabajar en equipo. Con solo mirarnos, sabemos lo que tenemos que hacer. Todo está muy definido. Esto nos facilita el trabajo”. La coordinación de todos es clave para afrontar con éxito las situaciones que se puedan producir, como subraya Pau Escoda: “Todos somos uno. La coordinación es muy buena y cada uno sabe su función”.

Silvia, Antonio y Pau coinciden en el buen ambiente de trabajo entre todas las personas que componen los equipos, médicos, técnicos sanitarios y enfermeros. “Todos los compañeros son geniales. Tenemos muy buen ambiente y esto es importante para trabajar en equipo”, señala Silvia. “Somos amigos y compañeros”, destaca Antonio. “Somos siempre los mismos, como una familia”, afirma Pau.

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Durante un gran premio, la tensión forma parte del trabajo de los enfermeros.  “Siempre tienes mucha tensión, porque cuando te avisan de que ha sucedido un accidente hasta que no ves al herido no sabes realmente su estado. Además, tenemos nuestra particular competición de velocidad. Cuanto antes lleguemos, mejor para los pilotos e incluso para el circuito, pues cuanto antes evacuemos antes pueden volver a rodar con normalidad el resto de pilotos”, afirma Silvia. Su compañero en el circuito de Barcelona, Pau Escoda recuerda el accidente de Fernando Alonso en los test de 2016 como una de las situaciones más estresantes: “Al final no fue nada, pero se montó un revuelo mediático muy grande, con noticias que no fueron ciertas. Sin olvidar, el trágico accidente de Luis Salom el año pasado, que aunque no fue en el punto donde estaba yo, lo vivimos todos muy mal. Son muchas horas de tensión pendientes de si pasa algo. Por suerte, no intervenimos en cada carrera”. No obstante, los enfermeros están preparados para cualquier contingencia, como advierte Antonio Otaño: “Aquí hacemos de todo. A veces tenemos que poner trocánteres torácicos en pulmón y atender traumatismos craneoencefálicos, de los que he tenido ya varios, al igual que mis compañeros”.

Los accidentes de moto suelen ser más graves que los de coche, pues los pilotos de automovilismo van más protegidos en el interior de sus vehículos. “Las motos son más peligrosas. A lo mejor hay días que no pasa nada, y otros que atiendes fracturas, esguinces, traumatismos diversos y policontusiones, sobre todo en clavícula, brazos y costillas”, apunta Antonio Otaño. “Cuando se produce una caída, los compañeros más cercanos a ella acuden al lugar. Valoran al piloto. Lo sacan de la pista en la camilla de cuchara lo antes posible, también por nuestra seguridad, para que los pilotos que vengan detrás no nos arrollen. A continuación, lo trasladan a la ambulancia y lo traen hasta el centro médico, donde lo estabilizamos y tratamos”.

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En el caso del automovilismo, el proceso de atención cambia, pues hay que sacar al piloto del interior del vehículo. Para ello, el dispositivo de seguridad cuenta con uno o dos equipos de intervención especializados en esta tarea. De uno de ellos forma parte Pau Escoda, durante competiciones como la Fórmula 1. “De nuevo, es un trabajo en equipo. La función de enfermero no está muy diferenciada del resto. Es el equipo que llega posterior al coche con el médico (coche S) que hace la primera valoración y nos pide nuestra ayuda (coche K) para poder sacar al piloto sin sufrir ningún daño medular. Somos seis personas, entre médicos, enfermería y técnicos. Dependiendo del tipo de coche, sea fórmula o turismo, hay varios métodos de extracción. Podemos sacar el asiento con el piloto. Tenemos un material especial para realizarla con seguridad y después transferir al piloto al colchon de vacío. O, en turismos, podemos sacarlo con fernokit o utilizando métodos de urgencia con boa o maniobra de rautek si la situación lo requiere”.

Formación específica

La mayoría de los enfermeros que trabajan en circuitos de velocidad suelen tener también formación específica en urgencias extrahospitalarias y emergencias. A principios de temporada, en cada circuito, organizan un encuentro inicial de todos los profesionales para repasar los protocolos y estudiar las novedades, especialmente para evacuar a los pilotos de automóviles, ya que el interior de los vehículos puede cambiar. Los circuitos de Barcelona, MotorLand o Ricardo Tormo son una referencia tanto en España como en Europa en materia de seguridad y salud.

Junto a las características propias de los deportes de motor, el trato con los pilotos de élite es otra de las variantes que deben tener en cuenta los enfermeros de los circuitos de velocidad. “Cuando llegan al centro médico, vienen muy molestos porque se han caído, se van a perder la carrera y, encima, se han roto algo. Tienes que tener mucha mano izquierda y comprender cómo están. Aunque son personas normales, en muchos casos muy amables, en ese momento están muy fastidiados”, explica Antonio Otaño. “El trato es cordial, pero hay que pensar que en ese momento estás tratando con alguien que está compitiendo. No le hace gracia caerse y perder, aunque se haya hecho daño”, añade Pau Escoda. “Solo piensan en correr y competir. Tienen una condición física impresionante. Recuperan mucho mejor que cualquiera de nosotros. Una lesión que para ti supone tres meses de recuperación, ellos pueden volver a montar en moto en dos días. Tienen una gran tolerancia al dolor y, además, saben caerse. Pero cuando se rompen algo, no pueden correr, sí o sí, y esto hay que tratar de que lo entiendan, razonando con ellos”, concluye al respecto Silvia Rodríguez. “Nuestra misión es hacer lo máximo para que puedan volver a pista lo antes posible. Eso sí, una vez entran en el centro médico tienes que verlos como un paciente, de una manera holística”.

Circuit Ricardo Tormo. El enfermero Antonio Otaño atiende a un piloto en el centro médico

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MotorLand Aragón. Un equipo de pista del circuito, integrado por médico y enfermero, acude a un accidente

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Circuit de Barcelona. Equipo de intervención para extracción de pilotos durante la prueba del Mundial de Formula 1 celebrada este 2017

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Etiquetas: urgencias y emergencias,enfermeria y deporte