Raquel Sánchez Recio es jefa de la Unidad de Violencia sobre la Mujer de la Subdelegación del Gobierno en Teruel. Es la única enfermera que desempeña una responsabilidad de estas características en España. En abril cumple cuatro años al frente de la lucha contra esta lacra. En este tiempo, se ha convertido en un referente profesional sobre género. Considera que la enfermería puede contribuir a la detección de los casos de maltrato desde la Atención Primaria y Especializada. Afirma que la única forma de corregir el problema es eliminar definitivamente de la sociedad las desigualdades entre hombres y mujeres. Una herramienta para conseguirlo es la educación para la salud.
Cada provincia española tiene una Unidad de Violencia sobre la Mujer. Desde el punto de vista orgánico, depende de la correspondiente Subdelegación del Gobierno. Funcionalmente, está vinculada con la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, integrada en la Secretaría de Estado de Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. En Teruel, su responsable es la enfermera Raquel Sánchez Recio. “Las funciones son muy amplias. Me coordino con todos los los agentes que intervienen en materia de violencia de género: las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado; el Instituto Aragonés de la Mujer y el Servicio Aragonés de Salud. Por mi perfil de enfermera, igual tengo más interés en que todo se desarrolle bien dentro del área de salud. En cuanto a la educación, imparto muchísimas charlas en los colegios. Creo que la única forma de prevenir e intentar reducir la violencia de género es desde la infancia. Las actividades de sensibilización y formación son otra parte importante de mi trabajo. Por último, me encargo del funcionamiento de la plataforma provincial de víctimas. En definitiva, llevamos todas las formas de violencia contra la mujer: el maltrato, la trata de niñas y mujeres con fines de explotación sexual, la mutilación genital femenina, los matrimonios forzosos…”.
Raquel Sánchez Recio es la única enfermera al frente de una responsabilidad de estas características. Comenzó a trabajar en la Unidad de Violencia sobre la Mujer en abril de 2014, procedente de Instituciones Penitenciarias. “Quizás el motivo sea que para poder desempeñar este puesto el requisito es ser funcionario de la Administración General del Estado, principalmente del grupo A2. Realmente, enfermeras con este perfil solo estamos las de Prisiones”. Precisamente, Raquel obtuvo el número 1 en las oposiciones del año 2005. Tras cuatro años en la Unidad de Violencia sobre la Mujer, cree que “aún nadie entiende a la enfermería en este tipo de puestos, pues nos ven como profesionales asistenciales. Sin embargo, creo que somos fundamentales. Igual que hay trabajadoras sociales o licenciadas en derecho en puestos como el mío, creo que es necesario que haya más profesionales sanitarias como las enfermeras, porque tenemos otra visión diferente. El problema es que estos puestos son muy desconocidos y que su responsabilidad puede asustar, porque debes tener interés e iniciativa propia, ya que nadie te va a decir lo que tienes que hacer. Tienes que saberlo tú y si al principio no es así, a base de formarte y de apoyarte en otras personas terminas saliendo adelante. Y esto, al principio, puede darte un poco de miedo”.
“Es necesario que cada vez más enfermeras desempeñen responsabilidades como la mía, pues aportamos una visión diferente”.
Formación y sensibilización personal
Partiendo de la base anterior, Raquel ha ido formándose tanto en gestión como en género. En primer lugar, realizó el Máster en Salud Pública de la Universidad de Zaragoza. “Conocí a la profesora Cuca Tomás, con la que profundicé en las desigualdades que tenemos las mujeres en materia de sanidad y en todos los programas relacionados con la violencia de género. Ahí comencé a interesarme sobre el tema”. Al cambiar la asistencia por la gestión, desde Instituciones Penitenciarias a la Subdelegación del Gobierno, los siguientes pasos fueron el Diplomado de Salud Pública y Género, del Instituto de Salud Carlos III, y el Máster de Gestión y Administración Sanitaria.
De esta forma, fue especializándose en gestión y género, al tiempo que dotaba de contenido a su día a día en la Unidad de Violencia sobre la Mujer. “Ha sido un reto. Tienes que adaptarte a las características del territorio y poner mucha voluntad e iniciativa personal, darte a conocer y abrirte, porque nadie va a venir a llamar a tu puerta. Al principio es duro, pero una vez que te conocen y saben tus objetivos todo es más fácil. Siempre he tenido la gran suerte de contar con el apoyo de mis superiores, que han entendido mis líneas de trabajo, con un perfil más investigador, epidemiológico y sanitario. Por ello, considero que es muy importante la sensibilización de los profesionales sanitarios en materia de violencia de género, pues hay unas carencias enormes en este sentido. Estoy trabajando muy fuerte con el Servicio Aragonés de Salud para llegar a los profesionales y que vean que es un problema sanitario y no social. No se trata de diagnosticar los golpes cuando te enfrentas a un caso. Eso ya lo hacemos porque es una evidencia. Tenemos que ir más allá para detectar la violencia de género antes de que se produzca la agresión física. Esto es lo que menos detectamos los profesionales sanitarios y donde podemos mejorar. Cuando preguntas a una víctima a quién revelaría su caso, si a un médico o una enfermera o un agente de la policía, te responde que al profesional sanitario, que es con quien tiene más confianza. Si nosotros no nos sensibilizamos al respecto no avanzaremos nada”.
Para corregir la situación anterior, la formación es el principal instrumento. “Los cursos están centrados en la sensibilización. Todos sabemos que existen protocolos sobre la violencia de género y cómo funcionan. Intentamos ir más allá. Cuando nos llega una mujer con un dolor de cabeza o de estómago no nos podemos limitar a darle un omeprazol o a derivarla a otro profesional. Tenemos que ir más allá, porque si no, no estamos haciendo nada. Os pongo un ejemplo cercano. El otro día hablé con una compañera que se había formado con nosotros. Me contó que había detectado un caso, había sabido cómo hablar con la víctima y cómo actuar con ella”.
Enfermera, gestora y docente
Junto a la gestión de la Unidad de Violencia sobre la Mujer de Teruel, Raquel Sánchez Recio es profesora del Máster de Epidemología de la Universidad de Valencia.
Colabora con la Universidad Autónoma de Barcelona, donde es la única enfermera en investigaciones sobre la trata de mujeres con fines de explotación sexual o la violencia de género entre la población gitana.
Además, en su tesis, está estudiando el impacto de la crisis económica en el uso de los servicios sanitarios y su acceso según clases sociales y género.
Trabajo en las escuelas
Junto el sanitario, el educativo es otro de los ámbitos de trabajo. Para llegar a las escuelas e institutos, Raquel Sánchez Recio emplea los recursos del plan director de la Secretaría de Estado de Seguridad que acerca a los centros escolares a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. “Voy con ellos para dar charlas sobre violencia de género e igualdad. Trabajamos mucho con los niños pequeños. Ellos no entienden que un papá pegue a una mamá o que un señor maltrate a una señora. Entonces, empleamos el juego para inculcarles valores, que se respeten unos a otros. El verdadero problema lo estamos viendo en la adolescencia, porque se están permitiendo situaciones que igual en mi generación, la de 1979, no las permitíamos. Cuando voy a los institutos te cuentan cosas que te quedas impresionada. Es necesario seguir trabajando”. En este punto es donde cobran importancia, a juicio de Raquel, la educación y promoción de la salud y la figura de la enfermera escolar. “Fijaros qué sencillo: un profesional trabajando con los adolescentes la adquisición de hábitos saludables. Esto lo puede hacer la enfermera de Atención Primaria o la enfermera escolar. La educación y promoción de la salud son básicas. Como enfermeros, debemos llegar a los adolescentes, no perder el contacto con ellos a partir de los 14 años. Tenemos que acercarnos a ellos, ver realmente qué necesidades tienen y las dificultades que presentan, con charlas de educación para la salud y de educación afectivo-sexual. Esto es fundamental. Para ello, considero que la figura de la enfermería escolar se tiene que poner en valor, cada vez más, para que estén en los centros escolares apoyando al profesorado”.
Desde la Unidad de Violencia sobre la Mujer de Teruel, Raquel Sánchez Recio tiene la oportunidad de trabajar con numerosos colectivos a través de las mesas comarcales de coordinación en materia de violencia de género. “Están formadas por agentes de la Policía Nacional o la Guardia Civil, según corresponda; los sanitarios de los centros de Atención Primaria de referencia; trabajadores sociales y psicólogos municipales; profesores y comunidad educativa… Asisto a las reuniones de todas las meses, con una periodicidad semestral. En ellas, valoramos la situación, analizamos en qué estamos fallando y qué podemos mejorar y desarrollamos acciones de prevención”. Sin obviar el día a día, donde es la responsable de activar todos los recursos cuando se produce un caso de violencia machista. “Cuando existe riesgo extremo o se produce una agresión, me avisan para que ponga en marcha los procedimientos necesarios con el fin de atender a la mujer: ayuda económica si tiene menores a su cargo o casa de acogida si no tiene domicilio, por ejemplo. Todo, siempre, en coordinación con los responsables de atención a las víctimas de la comunidad autónoma, pues son ellos quienes tienen transferidas estas competencias”.
“Una de principales líneas de trabajo de Raquel Sánchez Recio es promover la sensibilización en materia de violencia de género de los profesionales sanitarios, con especial atención a las enfermeras. “Podemos trabajar en la detección del maltrato antes de que se produzca una agresión y en la educación y promoción de la salud con los jóvenes”.
Sobre su experiencia, en estos cuatro años, confiesa que esta clase de llamadas suponen los momentos de mayor dureza. “Cuando recibes una llamada de este tipo, a cualquier hora del día, es muy duro. Por el contrario, es muy gratificante cuando sensibilizas a alguien y compruebas que mejora su trabajo gracias a las nuevas herramientas. En cualquier caso, la única forma de corregir el problema es eliminar las desigualdades por razón de género. La mujer no es inferior. Hay que cambiar la mentalidad de la sociedad y educar a los niños en igualdad. Además, las mujeres tenemos que hacer autoconciencia y romper los techos de cristal, como el que impide una mayor presencia en puestos como el mío”.
Investigaciones propias
Junto a su labor en la Subdelegación del Gobierno de Teruel, Raquel ha convertido la situación de la violencia de género en el sistema sanitario de Aragón en objetivo de sus investigaciones, evaluando experiencias pioneras como la puesta en marcha en Zaragoza para coordinar los servicios sanitarios con los cuerpos de seguridad del Estado. “Cuando una mujer acude a un centro de salud o a un hospital, por un posible caso de violencia, salta una alerta en el 091 y la policía se persona automáticamente allí. Es una buena práctica de coordinación sociosanitaria. Se ha firmado un convenio para extenderlo por toda la comunidad autónoma”.