Chíos es una isla griega de 50.000 habitantes y 800 kilómetros cuadrados. Desde 2015 es uno de los lugares de llegada a Europa de migrantes, especialmente refugiados que huyen de la guerra en Siria. En la actualidad, alrededor de 5.000 personas malviven en un campo de refugiados previsto inicialmente para 1.000. En su interior, Salvamento Marítimo Humanitario es la única ong que está ofreciendo asistencia sanitaria. Lo hace con profesionales voluntarios como las enfermeras Izaskun Arriarán y Laura de la Sen. “Cuando vas por primera vez es una mezcla de sentimientos. Recuerdo que vine enfadada con lo que vi. No se puede permitir lo que está ocurriendo con personas que son como nosotros. Es inhumano. Es muy duro. Hay que ver lo que está ocurriendo allí y denunciarlo, porque si no terminamos mirando para otro lado”, afirma Izaskun, enfermera de la unidad de medicina interna del Hospital de Mondragón en Guipúzcoa. “A nivel humano es impresionante. Te pones delante del horror más insospechado”, completa Laura, enfermera del servicio de psiquiatría del Hospital Saint Michel de Bruselas. “Al mismo tiempo, ves a personas con una capacidad de resiliencia y supervivencia que no encuentras en ninguna otra parte. Después de sufrir todo lo que han sufrido, siguen creyendo en la vida y en el ser humano”.
El equipo sanitario de Salvamento Marítimo Humanitario está compuesto por dos médicos y dos enfermeras, que rotan cada quince días con nuevos profesionales. “La consulta la pasamos de 16 a 22 horas y estamos de guardia todo el día, por si tenemos que atender alguna llegada masiva de personas u ocurre alguna urgencia durante la noche. Este último verano ha sido muy difícil, con dos o tres llegadas cada día”, explica Izaskun. “Llegan cansadísimos y al mismo tiempo ilusionados porque han logrado el objetivo de alcanzar Europa. Pero luego la realidad es muy dura. Los meten en un autobús y los trasladan al campo de refugiados, donde viven en condiciones pésimas”. En este lugar, pueden estar meses o incluso años, a la espera de completar el proceso de asilo.
“Cuando llegan, lo primero que hacemos es detectar si hay alguna emergencia vital. En ese caso, solicitamos la ambulancia y derivamos al hospital de la isla. De forma paralela, realizamos una revisión general para detectar los casos vulnerables como menores no acompañados, mujeres embarazadas, personas con patologías crónicas o enfermedades degenerativas, con hemiparesias o con secuelas de la poliomielitis. Es increíble cómo pueden llegar en esos barcos hinchables”, explica Izaskun. En muchos casos, han sobrevivido a condiciones extremas, que les generan un síndrome de estrés postraumático, como indica Laura. “En su país de origen han sufrido situaciones de guerra, violencia, persecución, tortura, maltrato, violaciones… Esto se agrava en el trayecto migratorio, donde pueden seguir viviendo este tipo de situaciones”.
Tanto Izaskun como Laura coinciden en afirmar que la experiencia en el campo de refugiados les ha obligado a salir de su zona de confort y a trabajar sin medios. “Tienes que emplear la clínica para todo, porque no tienes aparatos para hacer diagnósticos, radiografías, ecógrafos, analíticas de sangre… Aprendes muchísimo, a trabajar en condiciones en las que aquí en Europa no estamos acostumbrados”, reflexiona Laura. El número de patologías que atienden es diversa. “Trastornos respiratorios, gastrointestinales, infecciones. Todo está relacionado con las malas condiciones en las que viven, el hacinamiento, la falta de higiene… No tienen nada. Se acuestan y levantan con lo mismo y la única salida que tienen es venir a la consulta. Es muy duro porque te piden soluciones. Yo he estado en invierno dos veces y cuando te piden una manta para el frío se te cae el alma”, concluye Izaskun Arriarán.
La atención psicológica necesaria e imprescindible
Otro de los aspectos fundamentales del trabajo que realizan las enfermeras en el campo de refugiados de Chíos son los cuidados relacionados con la salud mental. “Hay muchas crisis de pánico, sobre todo durante la noche. La verdad es que es muy duro”, subraya Izaskun Arriarán. Precisamente su compañera, Laura de la Sen, es enfermera especialista en salud mental. “La asistencia psicológica es inexistente y a mí me puede esa parte. Vemos muchas descompensaciones psicóticas, especialmente en gente joven y hombres. Pueden ser psicosis delirantes. A veces, con cierto componente de agitación o violencia. Además, hay casos de abuso de alcohol, drogas, pastillas… y esto puede provocar también algunas crisis”, enumera Laura, quien aún recuerda el caso de un chaval “muy agitado. Le trajeron sus amigos porque los había atacado, les había arañado la cara y les había intentado cortar con un cuchillo. Decía que alguien le perseguía y que le había quitado la cara a sus amigos y les había puesto otra”. Otros casos significativos son las mujeres traumatizadas. “Vemos a madres que tienen varios hijos y son incapaces de ocuparse de ellos. Las condiciones de vida en el campo de refugiados son muy complicadas. Es imposible llevar una vida normal”. De hecho, hay personas que llevan en Chíos más de un año y no ven una salida, con lo que la situación comienza a ser insostenible.
Las condiciones de trabajo en Chíos
La ONG Salvamento Marítimo Humanitario lleva a cabo la atención sanitaria en el campo de refugiados de Chíos en una clínica provisional instalada en el interior de un contenedor. Disponen de dos camillas “y el material más básico que os podáis imaginar”, describe Izaskun Arriarán. “Trabajamos como en una consulta de atención primaria. Contamos con el apoyo de dos traductores, que también son personas que han llegado desde Siria y han pasado por las mismas situaciones que muchos de los que están en el campamento”.
La isla de Chíos cuenta con un hospital, al que suelen derivar los casos más graves. “Intentamos disminuir la presión asistencial de la población de refugiados hacia este centro e intentar gestionar todo lo que podamos, salvo las urgencias o los partos, que no los atendemos en el campo. Es entonces cuando avisamos a la ambulancia con la que cuenta la isla”, explica Laura. “Los profesionales sanitarios del hospital son nuestros aliados. Cuando hablas con el director de enfermería te das cuentas de que ellos hacen lo que pueden. Cuando conoces sus instalaciones eres consciente de que no pueden asumir esta carga y toda la presión asistencial del campamento de refugiados”.
A pesar de las condiciones de trabajo, desde Salvamento Marítimo Humanitario también llevan a cabo campañas específicas, como el programa de salud buco-dental en el que atendieron a 180 personas y realizaron 200 tratamientos a lo largo de 20 días.
El origen de Salvamento Marítimo Humanitario
La asociación Salvamento Marítimo Humanitario está formada por un grupo de personas vinculadas a las emergencias que trabaja realizando las tareas de salvamento marítimo, rescate y asistencia sanitaria. Ante la crisis humanitaria generada en el Mar Egeo en noviembre de 2015 pusieron en marcha la asociación con el fin de “asistir a las personas que no encuentran otra salida que arriesgar su vida cruzando el mar”. En la actualidad son alrededor de 200 socios al frente de los cuales hay un equipo de seis personas, entre ellas dos enfermeras. Izaskun Arriarán es la responsable de coordinar la captación de voluntarios, gestionar los viajes y llevar a cabo campañas de sensibilización. “Con los voluntarios, vamos atendiendo las peticiones que nos van llegando en función de la demanda que tenemos. Normalmente, son estancias de quince días en el campo de refugiados”. Además, entre los proyectos en los que están trabajando destaca el barco de rescate que se dirige ya hacia Lesbos con siete toneladas de ayuda humanitaria: ropa, calzado, productos de higiene, medicinas y material sanitario.
En la siguiente entrevista en el podcast ‘Sanará Mañana’ de Frecuencia Enfermera, Izaskun Arriarán explica la situación del campo de refugiados de Chíos durante la pandemia de la covid-19 y los problemas con los permisos de navegación que están teniendo con el barco de salvamento.