Un lugar donde las matronas atienden los partos de gestaciones de bajo riesgo con un entorno familiar y acogedor, donde el equipamiento sanitario está camuflado entre el mobiliario de lo que bien podría ser la habitación de un hogar. Es el concepto de la casa de partos que funciona con éxito desde marzo de 2014 en el Hospital de Manises, en Valencia, inspirada en el modelo anglosajón como alternativa a las salas de maternidad. De esta manera, mejora la humanización de todo el proceso de atención al parto, como expone Ester García Castillejo, supervisora de Enfermería del Área Materno-Infantil.
“Intentamos que su estancia sea lo más agradable posible. Bajamos las persianas y aplicamos técnicas de cromoterapia, contamos con hilo musical para favorecer la relajación, utilizamos monitorización intermitente o telemetría y empleamos ondas alfa para que se sientan cómodas”. De esta forma, todo se dispone para que la mujer disfrute del parto, en la medida de lo posible, y se cumplan sus expectativas. “Se sienten mucho más partícipes del nacimiento de su hijo”, añade la matrona Olga Calabuig Montesinos. Es el caso, por ejemplo, de Yolanda, madre de dos hijos nacidos en la casa de Manises. “Ha sido una gran experiencia. El trato con las matronas ha sido fantástico, siempre muy atentas a todo. No hay mucho jaleo, ni el ruido de un hospital grande, sino todo lo contrario. Mi segundo bebé nació el 26 de enero de parto natural, fueron veinte minutos de dolor y nació la nena. Todo fue genial”. Precisamente, el ambiente generado por todo, potencia los partos vaginales espontáneos, disminuyendo la probabilidad de una intervención instrumental.
Ester García Castillejo, Supervisora de Enfermería.
“La casa de partos fue una iniciativa de las matronas para lograr que las mujeres se sintieran más cómodas durante el parto”.
Una vez ingresa en el hospital, se comprueba que no exista ningún factor de riesgo. Es entonces cuando entra a la casa, donde la acompaña en todo momento una matrona para atender sus necesidades, tanto físicas como emocionales “de una mujer que está aguantando el dolor, pues evitamos poner epidural, salvo que nos lo pidan, lo que ocurre en pocos casos. Para ello, pueden meterse en la ducha o la bañera, tienen una pelota… Y en el expulsivo eligen la postura que quieran”, indica Ester.
La idea de la casa de partos es una iniciativa de las propias matronas. “Queríamos un espacio en el que no tuviéramos las restricciones de una sala de dilatación convencional para que las mujeres estuvieran lo mejor posible. Es más trabajo para nosotras, pero el resultado final es más gratificante”, concluye la supervisora de enfermería de Manises.
En entorno familiar para sentirse como en casa
La participación de los padres también es más activa en la casa de partos, según la experiencia de estos dos primeros años. “Vienen muy motivados. están todo el tiempo con su mujer, acompañándola, pendiente de lo que necesiten, dándole masajes, por ejemplo, en la zona lumbar, algo que les alivia muchísimo.
Cuando se desarrolla todo el proceso aquí, terminan también muy satisfechos”, explica la matrona Olga Calabuig Montesinos. “Son un apoyo emocional fundamental. Durante el parto se muestran muy activos. Incluso muchos se sumergen con su mujer embarazada en la bañera de parto, que está preparada para dos personas”.