Brahim Massud es enfermero saharahui. Estudió en la Escuela de Enfermería Ahmed Abdel-Fatah, ubicada en los Campamentos de Refugiados Saharahuis. Tras completar su formación en España, en la actualidad es jefe nacional de enfermería del Ministerio de Salud de la República Árabe Saharaui Democrática. A sus 32 años, la trayectoria de Brahim es un paradigma de los objetivos que perseguían los promotores de la escuela cuando la pusieron en marcha en 1992. «Me siento muy orgulloso por dos motivos. Primero, porque fui uno de los alumnos que se graduó en la escuela. Segundo, porque somos una pieza clave dentro del sistema sanitario. Todos los hospitales y dispensarios de salud funcionan gracias a profesionales que se graduaron en la escuela», subraya Brahim. En total, cuentan con 422 enfermeras.
«Cuando los ves trabajar aprendes mucho de ellos, tanto a nivel personal como profesional», destaca Olga María López Entrambasaguas, profesora de Enfermería de la Universidad de Jaén. «Son muy equipo. Van todos a una. Tienen el objetivo común de luchar por su pueblo y sacarlo adelante, de formarse para mejorar y de apostar por la educación como medio de desarrollo». Olga es integrante de un grupo de docentes de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén, lideradas por su anterior decana, la enfermera María José Calero García, que ha promovido varios proyectos de cooperación para apoyar a una escuela única en el mundo, pues no existe una iniciativa similar en ninguna otra parte, como destaca otro profesor, José Manuel Martínez Linares: «Tienen un mérito increíble. Pensad por un momento en sus logros: Montar una escuela de enfermería en un campamento de refugiados. Acumular una importante trayectoria e historia. Sobrevivir gracias a proyectos de cooperación, ya que los propios profesionales que vas formando son los que posteriormente continúan con la labor de formación a las futuras generaciones. No hay palabras para describir cuanto hacen».
Así es la formación
La escuela cuenta con estudios de enfermería, enfermería obstétrico-ginecológica y enfermería pediátrica. «De enfermería general contamos con 32 alumnos en el primer curso, 27 en el segundo y 26 en el tercero. El primer año es solo teórico. El segundo, combinan 15 días de teoría y otros tantos de prácticas y el tercero son 21 prácticos y una semana teórica», explica Brahim. «Van superando exámenes trimestrales y las prácticas son tutorizadas por profesores específicos que se ocupan de ellos y los van evaluando». En el caso de las matronas, son dos años más de formación, «con ocho alumnas en el primero y seis en el segundo», mientras que pediatría no se pudo completar este último año debido a la falta de financiación.
Una de las funciones de Brahim es supervisar la selección de los futuros estudiantes de la escuela. «El primer requisito es que sean mayores de 18 años y hayan superado el bachillerato. A continuación, les hacemos una especie de selectividad con pruebas de cálculo, matemáticas y lenguaje, con las que evaluamos su capacidad. Por último, realizan un curso de reciclaje de un mes durante el verano, en el que valoramos su conducta y su comportamiento para comprobar si son aptos para convertirse en enfermeras».
Toda la enseñanza y la manutención es gratuita. De su financiación se ocupan organizaciones como la ongd francesa ‘Enfants Réfugiés du Monde’, comisionada para ello por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, acnur. No obstante, la tasa de abandono es alta. «Existen condicionantes culturales. Por ejemplo, cuando un familiar enferma si tienen a alguien estudiando Enfermería abandona la escuela porque lo prioritario es cuidar a ese pariente», señala José Manuel Martínez Linares.
Las instalaciones
Mientras estudian, el alumnado reside en la propia escuela, que dispone de unas instalaciones reformadas en 2012, gracias a Médicos del Mundo y a la Asociación Sanitaria Vasca ‘Enfermeros en el Sáhara’. «Antiguamente teníamos solo dos aulas y viviendas muy estrechas», recuerda Brahim. «Gracias a la cooperación, construimos instalaciones independientes, con cuatro nuevas aulas, una sala de informática, un laboratorio para las prácticas, una sala de juntas y un salón de actos. Edificamos una residencia para las alumnas de gineco-obstetricia, lo que nos permitió liberar espacio en la residencia de los estudiantes de enfermería, y también hicimos una residencia para los de pediatría. Además, modernizamos el sistema eléctrico, que antes funcionaba solo con un generador. Ahora contamos con unas buenas instalaciones», explica Brahim.
No obstante, la escuela requiere un apoyo continuado, pues sigue necesitada de recursos, como advierte el profesor José Manuel Martínez Linares. «Las clases se siguen impartiendo con tiza y pizarra y los alumnos tienen que tomar apuntes de todo. Cuentan con un fondo bibliográfico, desarrollado a través de donaciones, pero sus títulos son muy antiguos y necesitan actualización. Estos son algunos ejemplos de sus carencias. Necesitan recursos, no solo materiales, sino también didácticos y docentes, que les permitan aumentar la calidad de la enseñanza y, en consecuencia, mejorar la calidad de vida de las personas de los campamentos de refugiados». Es en esta dirección donde inciden los proyectos de cooperación promovidos desde la Universidad de Jaén, como la formación continuada de los profesores. En el caso de José Manuel se focalizó en las matronas y en el de Olga en las enfermeras. «Hicimos formación de formadores, revisamos los temarios, enseñamos a crear guías docentes para cada asignatura, las metodologías… Todo ello con el fin de mejorar la calidad de la enseñanza», recuerda Olga. «Lo ideal sería que este tipo de iniciativas tuvieran continuidad en el tiempo, y no se quedaran solo en formaciones puntuales».
«Son muy equipo. Trabajan a una, con un objetivo común: luchar por su pueblo para sacarlo adelante. Dan mucha importancia a la educación y la formación»
En estos momentos, el equipo docente de la escuela de enfermería está integrado por 12 profesores. Sin embargo, la amenaza terrorista y la covid-19 están retrasando la ejecución del último proyecto de cooperación formulado por las facultades de Ciencias de la Educación y de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén, destinado a formar a más docentes saharauis. «Sabemos que tenemos que mejorar la formación de nuestros profesores. Es una de nuestras debilidades y estamos tratando de resolverla». En el caso de Brahim, su formación como enfermero la completó a través de la cooperación española, cursando un máster de urgencias y emergencias y paciente crítico de la Universidad de Jaén, un experto en cooperación internacional también en el mismo centro y la especialización en Atención Primaria a través de un curso semi-presencial de la Universidad Autónoma de Madrid. Todo esto lo pudo hacer porque dominaba el castellano, que comenzó a aprender durante los dos años que vivió en España siendo niño, con el programa Vacaciones en Paz.
Junto a la mejora de las competencias del personal docente, el otro gran proyecto de la Escuela de Enfermería del Sáhara es poner en marcha los estudios de enfermería de urgencias. «Pero el problema es que es un tema muy complejo, que requiere muchos conocimientos. Estamos trabajando con Médicos del Mundo para ver cómo podemos lograrlo».
Enfermería, eje de salud
El trabajo desarrollado por la escuela permite que hoy la enfermería sea el eje de la salud en el Sáhara. Y es que apenas tienen 23 médicos, distribuidos en el Hospital Nacional de Rabuni, y en los hospitales regionales que existen en los cinco campamentos de refugiados, así como en los cuatro hospitales de los territorios liberados. Además, cada uno de los pueblos de los campamentos y los territorios liberados, denominados dairas, tiene un dispensario, atendido exclusivamente por enfermeras y matronas, formadas en la escuela. «Realmente cumplen una labor inmensa, con una gran carga de trabajo», subraya Brahim. «Las enfermeras de los dispensarios realizan Atención Primaria. Atienden las urgencias leves, como heridas, cambios de sonda, inyectables… Desarrollan programas de seguimiento de los pacientes crónicos, como los asmáticos, hipertensos, diabéticos, epilépticos… Llevan a cabo el control del niño sano hasta los cinco años, con las vacunaciones, la nutrición… Mientras que las matronas son responsables del control del embarazo y la salud sexual y reproductiva de las mujeres. En general, cuando detectan alguna necesidad que no pueden atender es cuando derivan a los hospitales».
En los centros regionales, las enfermeras también tienen un papel destacado, pues en algunos casos solo cuentan con médico varios días a la semana. «En los hospitales, realizan técnicas más complejas que no pueden hacer en los dispensarios debido a la falta de recursos. Por su parte, los profesionales que están en el Hospitaol Nacional de Rabuni son los más especializados, en temas como las cirugías y el quirófano. Están muy cualificados, pues cuando vienen las comisiones de cooperación internacional de cirugía aprovechamos para actualizar su formación. Por desgracia, los quirófanos solo se pueden abrir cuando contamos con apoyo externo», advierte Brahim.
«Es una pena que se haya normalizado su situación y que no se les ayude existiendo tecnología y recursos, profesionales para mejorar su salud»
Dentro de las posibilidades
Uno de los principales inconvenientes que tienen que afrontar es que muchos de los enfermeros terminan optando por otro medio de vida, pues cobran alrededor de 23 euros al mes, frente a los 120 que puede llegar a ganar, por ejemplo, un taxista. «Esto tenemos que mejorarlo. Los profesores de la escuela, por ejemplo, reciben un complemento de unos 50 euros y los enfermeros trabajan una semana en turnos de 12 horas y otra semana libran. De esta forma pueden realizar otra actividad».
Sobre la realidad en los campamentos de refugiados del Sáhara, Jose Manuel se pronuncia con mucha emoción, incluso en ocasiones con voz temblorosa por la impotencia que siente: «Te planteas si realmente necesitas tanto para vivir, sobre todo en el plano personal. Intentas rebelarte contra la injusticia que están sufriendo. Profesionalmente, te das cuenta de que con mucho menos se puede hacer mucho más. Obviamente, asumes que tienen una serie de limitaciones. Recuerdo las experiencias de las matronas que sabían hasta dónde podían llegar para evitar la muerte de un niño o de una madre. Lo mismo ocurre en el caso de una persona con un infarto, si no tienes medios para hacer un cateterismo, quitar un trombo o poner un stent no puedes evitar su muerte. Es una pena que se tenga que normalizar este tipo de situaciones, existiendo la tecnología y los recursos necesarios para evitarlas».
En palabras de Brahim, «todos estamos dando lo mejor de nosotros, empezando por la enfermería, trabajando con compromiso. Esto te da confianza en el futuro, te motiva a buscar otras ideas y alternativas y a trabajar por mejorar la situación, porque realmente necesita mejorarse».
«Todas las enfermeras del Sáhara, 422, se han formado en la Escuela de Enfermería. Es un orgullo»
La historia de la Escuela de Enfermería
La escuela de enfermería existe en un contexto complejo, con más de 200.000 personas sobreviviendo desde 1975 en los campamentos de refugiados de Tinduf, en Argelia, y en los territorios liberados saharauis. Está ubicada entre los campamentos de Smara y Ausserd. “Viven en una situación de penuria económica, social y sanitaria. Llevan 45 años así. Lo que permanece y se eterniza es como si se normalizara. Es un conflicto olvidado”, denuncia José Manuel, en referencia a la ocupación de sus territorios por Marruecos, tras su abandono por parte de España, y a la paralización de cualquier gestión internacional para resolver la demanda de autodeterminación del pueblo saharahui.
En la historia y los valores de la escuela profundizan los últimos artículos de investigación, sobre enfermeras y sobre matronas, publicados por los profesores de enfermería de la Universidad de Jaén, Olga María López Entrambasaguas, Jose Manuel Martínez Linares, Manuel Linares Abad y María José Calero García.
Salud y educación, inversión para el futuro
En el futuro, la Escuela de Enfermería se integrará en la Universidad de Tifariti, que se está conformando en la actualidad. Para lograrlo, también cuentan con el apoyo de la Universidad de Jaén, con proyectos como la formación de los futuros docentes de Magisterio. Es una apuesta decidida por la salud y la educación en la que también están colaborando los profesores José Manuel Linares y Olga Mª López. “La idea es que los docentes tengan nociones sobre salud, nutrición, alimentación, hábitos saludables, actividad física. Trabajando los determinantes sociales de la educación podemos promover su desarrollo de manera más eficaz”, argumentan ambos.