El suicidio se puede evitar, como los accidentes de tráfico, los homicidios o la violencia machista. Sólo hacen falta políticas y programas de prevención de las conductas autolíticas. «Con prevención y detección. Si lo haces, salvas vidas». Con esta claridad se expresa el enfermero Francisco José Celada Cajal, doctor cum laude en cuidados de salud con su tesis sobre suicidio.
Siguiendo estas pautas funciona el grupo de trabajo del Servicio de Salud de Castilla La Mancha. El enfermero Ignacio Redondo García es coordinador regional de Enfermería en Salud Mental. A su vez, es responsable del grupo específico de suicidio orientado a la infancia y la adolescencia. Tras constituirse en 2017, uno de sus resultados es la Estrategia para la Prevención del Suicidio en esta comunidad, donde las enfermeras desempeñan un papel relevante. «Desde enfermería, por ejemplo, nuestra principal herramienta es la educación para la salud, porque puedes llegar tanto a la persona, como a su familia y al conjunto de la comunidad», afirma.
La formación es otra de las claves, tanto del personal sanitario, por ejemplo las enfermeras, como de la población. Eva Sáez Torralba, enfermera de Atención Primaria, integrante del grupo de trabajo del SESCAM y voluntaria en el Teléfono de la Esperanza tiene clara la principal mejora necesaria: «El suicidio y las tentativas autolíticas hay que tratarlas como el problema que son. Estamos ante una persona que sufre una crisis y no ve una solución. Sin embargo, la enjuiciamos desde una connotación negativa, como que se va a suicidar en un acto de cobardía. Esto no es así. Estamos ante una persona que no tiene las estrategias adecuadas para resolver su problema y necesita ayuda externa para afrontarlo. Aquí es donde empieza nuestra labor». Y aquí es donde pueden encontrar el apoyo de colectivos como el Teléfono de la Esperanza, que en 2021 cumple 50 años. «Cuando tienes un problema y no encuentras una salida, siempre hay alguien que te puede ayudar y acompañar. Cuando llega la desesperanza y parece que la vida no tiene sentido es el momento de escuchar a otra persona, es el momento de llamar al Teléfono de la Esperanza para que alguien te escuche y te pueda ayudar», subraya Elisa Muñiz Ruiz, presidenta de esta asociación en Toledo.
El impacto del suicidio es enorme, como subraya Elisa. «Casi todos conocemos a alguien que se ha suicidado, un amigo, familiar o conocido. De alguna forma, esto te afecta, porque es la pérdida innecesaria de una vida, que se podría haber evitado, en ocasiones con muy poco». Este último es el propósito de Francisco, Ignacio, Eva y Elisa. Todos colaboran en la prevención del suicidio y las tentativas autolíticas en Castilla La Mancha. Lo hacen a través del grupo de trabajo del SESCAM, de la formación y el voluntariado.
La Comisión de trabajo del SESCAM
Generar y gestionar conocimiento, prevenir el suicidio e intervenir ante conductas autolíticas entre la población adulta, infanto-juvenil, adultos mayores y personas frágiles. Estas son las líneas estratégicas en las que profundizan los cuatro grupos de trabajo con los que cuenta el Servicio de Salud de Castilla La Mancha, SESCAM, para abordar este problema en la región. «Es un tema recurrente en las conversaciones que mantienes con los pacientes. Detectamos una fuerte demanda en el tercer sector para aumentar la implicación del colectivo sanitario. Y, por último, vimos la necesidad de organizar una estrategia y definir los protocolos a seguir», explica Ignacio Redondo, coordinador regional de Enfermería de Salud Mental del SESCAM, refiriéndose al origen de la iniciativa, en la que participan profesionales y representantes de muy diversos ámbitos. «Es un sistema de participación formado por un grupo ecléctico, integrado por alrededor de 70 profesionales de diversas disciplinas, enfermería, trabajo social, psicología, entre otras muchas, de dispositivos como unidades de media estancia, tratamiento de conductas adictivas… y con representantes de administraciones públicas y sociedad civil como entidades en torno a la infancia y la adolescencia, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado… Nos organizamos por líneas de actuación. Todo el trabajo realizado se materializó en una estrategia de prevención del suicidio, que en nuestro caso tenemos integrada también en el Plan de Salud Mental de Castilla La Mancha para el período 2018-2025». Aquí puedes leer toda la estrategia del SESCAM.
Este trabajo ha cristalizado en documentos como la guía de recomendaciones para la detección del riesgo de suicidio e intervención en Atención Primaria. «En condiciones normales, el centro de salud es el lugar de acceso más cercano para el ciudadano. La bibliografía disponible también remarca que quien se suicida ha podido estar en contacto con personal sanitario durante el mes anterior». En el caso de las enfermeras, «como agentes de salud que somos, tenemos conocimientos actualizados y veraces sobre las conductas suicidas y autolíticas. Podemos desmitificar y abordar de forma segura cualquier tema relacionado con una persona que pueda presentar ideas o comportamientos autolíticos. Necesitamos formarnos y tenemos el deber de comunicar de forma correcta para prevenir y para fomentar que se hable de esta problemática, rompiendo determinados mitos que hacen mucho daño. Con formación adecuada, podemos evitar muchas situaciones, pues vamos a perder el miedo a hablar de ello con los pacientes y sus familias». Esta reflexión la completa la enfermera Eva Sáez. «En ocasiones nos cuesta mucho preguntar a los pacientes. ‘Usted, ¿realmente se ha planteado quitarse la vida?’. Es verdad que no podemos plantearlo de primeras. Tenemos que favorecer la relación de confianza y generar el contexto. Una vez verbalizan su intención, ya podemos establecer la estrategia de acompañamiento». En este sentido, Ignacio subraya la importancia del trabajo directo con cada persona. «Tenemos una gran capacidad de influencia, sobre todo para desmitificar y visibilizar estas conductas, lo que permite buscar soluciones a tiempo y derivar a quienes pueden ofrecer una atención adecuada. Por el contrario, si atendemos a los prejuicios culturales, al miedo y a las falsas creencias hablando del suicidio favorecemos estas conductas y, al final, generamos el efecto contrario. Las tentativas autolíticas y el suicidio tienen que dejar de ser un tema tabú».
«La gestión del conocimiento también es importante», subraya Francisco José Celada, miembro de este equipo específico de la comisión del sescam. «Registramos toda la evidencia científica relacionada con el tema y la distribuimos entre los integrantes del resto de grupos. También estamos en contacto con otros profesionales externos, como los agentes de policía, militares, bomberos, Protección Civil o Guardia Civil»
La importancia de la enfermería para prevenir el suicidio
«Tenemos los conocimientos actualizados y veraces sobre las conductas suicidas y autolíticas. Podemos desmitificar y abordar de forma segura cualquier tema relacionado con un paciente que pueda presentar ideas o comportamientos autolíticos»
Apoyo a la comunidad educativa
El apoyo a los profesores en la escuela es otra de las líneas de actuación del grupo de trabajo del SESCAM. Para ello, cuentan con una guía específica. «En la comisión contamos también con representantes del Servicio de Inclusión Educativa y Convivencia de Castilla La Mancha. Al final, los menores pasan mucho tiempo en los centros, desde el desayuno hasta las clases extraescolares. Por este motivo, los docentes también necesitan una formación específica, por lo que elaboramos una serie de orientaciones prácticas para romper los mitos y conocer los factores de riesgo, signos de alarma y protección. Es clave fomentar la educación de los menores en una mayor resiliencia, tanto para la etapa que están viviendo como para afrontar su edad adulta. Por otro lado, una vez se ha producido una tentativa autolítica, la guía indica cómo gestionar la vuelta al aula, las relaciones con el resto del alumnado y con los propios profesores. Si esto se hace bien, generas un efecto protector sobre la conducta suicida», explica Ignacio.
La formación, un aspecto clave
Un plan de prevención del suicidio y de las conductas autolíticas, con la dotación de recursos necesaria para llevarlo a cabo, un método de vigilancia de las conductas suicidas y formación. Son las tres propuestas de acción que Francisco José Celada desarrolló en su tesis doctoral sobre la evolución de la conducta suicida en Castilla La Mancha, con la que obtuvo el doctorado cum laude en cuidados de salud. Sobre estas claves gira su labor, también como integrante del grupo de trabajo autonómico, donde participa en la redacción de su plan docente. De hecho, Francisco José pone el acento en la formación. «Hay que capacitar a todo el personal sanitario. Es algo básico. De un lado, a un nivel genérico, en la atención primaria, hospitalaria y extrahospitalaria. De otro lado, a nivel específico con la salud mental, con las enfermeras especializadas, los psicólogos…». Él mismo es uno de los especialistas que imparte estos cursos «en los que se profundiza en mayor o menos medida según el nivel de los asistentes. Sobre todo, queremos que cualquier profesional pueda detectar el riesgo de suicidio o tentativa autolítica, pueda hablar de ello abiertamente, disminuyendo el tabú y los mitos en los que la sociedad cree… Aún tenemos mucho que trabajar».
Esta formación también se extiende al resto de profesionales y colectivos que tienen contacto con la población, por ejemplo, la comunidad docente, en todos los niveles de la enseñanza, especialmente Secundaria y Superior, «pues estamos viendo que la tasa de suicidio está incrementándose entre la infancia y la adolescencia».
En el caso de los estudiantes de Enfermería y Fisioterapia también es importante la mejora de su formación durante el Grado. «Junto a mi compañera Isabel Cobo, imparto la asignatura de ‘Psicología de la Salud’, pero es necesario más. Hay que organizar jornadas de concienciación. Es importante que se formen sobre suicidio y tentativas autolíticas, porque, además, el índice de suicidios entre estudiantes y profesionales de la salud es alto y esto tenemos que trabajarlo para que sepan detectarlo y puedan darse cuenta del proceso por el que puede estar pasando un compañero. Imaginaros lo que viene tras cada una de las olas de esta pandemia. Todo el mundo puede verse afectado. Al principio, fueron el miedo y la incertidumbre, los estudiantes de 4º curso incorporados a los hospitales, con toda la carga de estrés… Posteriormente, la gestión de la muerte… Ademas, ponte en el lugar de una persona que está empezando y que de golpe se ve inmersa con apoyos insuficientes en una planta de Oncología y en una UCI de covid-19. En muchas ocasiones, no estamos preparados para este impacto emocional. Es necesario mejorar la formación para detectar posibles depresiones, síndromes ansiosos o conductas suicidas…».
Para hacer frente a las situaciones anteriores, Francisco José expone una serie de herramientas que pueden tener los enfermeros. «La prevención entre nuestro colectivo se basa, en primer lugar, en apoyarnos y hablar con nuestros compañeros. Si te está afectando mucho, necesitas ayuda y recurrir a un profesional. Lo que nunca hay que hacer es esconder la situación. Hay que hablar con alguien cercano, sin avergonzarse. Esto reduce la ansiedad y va a permitirnos obtener otro punto de vista, diferente al nuestro, contribuyendo a que abandonemos el estado de desesperanza en el que nos podamos encontrar».
Por último, Francisco José Celada destaca la importancia de la enfermera en Atención Primaria para prevenir el suicidio. «Tiene que saber detectar cuándo tiene delante pacientes deprimidos, con factores de riesgo. Cuando vea un caso, puede trabajar los factores protectores, hacerle un seguimiento… En Cataluña, por ejemplo, realizan un seguimiento telefónico de las personas que han tenido intentos autolíticos. Solo con eso, con una llamada, fomentas actitudes positivas, disminuyes la intencionalidad y el pensamiento sobre conductas suicidas».
Toda su experiencia en torno al suicidio, Francisco José Celada la resume en la siguiente reflexión: «Prevención y detección. Si esto lo consigues, salvas vidas. Así de claro».
La trayectoria de Francisco José Celada
Francisco José Celada es enfermero de emergencias la UVI de Illescas, en Toledo. Al margen de su presencia en el grupo de trabajo sobre suicidio en Castilla La Mancha, Francisco José Celada, también colabora con otras iniciativas como Papageno. una asociación de profesionales en prevención y postvención de suicidio (papageno.es). También forma parte de la Sociedad Española de Suicidología (suicidologia.jimdo.com) y del colectivo Psicología Abierta en Acción de Castilla La Mancha (psicologiaabierta.wixsite.com). «El objetivo fundamental es expandir la importancia de que se hable correctamente de suicidio, de eliminar los tabús y el estigma, acabando con los mitos. Hay que hablar. Si detectas las tentativas autolíticas frenas el suicidio».
Toda su experiencia en torno al suicidio, Francisco José Celada la resume en la siguiente reflexión: «Prevención y detección. Si esto lo consigues, salvas vidas. Así de claro»
El Teléfono de la Esperanza
‘Cuando existe la esperanza, todos los problemas son relativos’. Esta reflexión pertenece al fundador del Teléfono de la Esperanza, Serafín Madrid. Este colectivo nació hace 50 años en Sevilla y desde entonces trabaja al servicio de las personas en situación de crisis emocional. «La vida no es lo que nos pasa, sino cómo lo vivimos. En muchas ocasiones, cuando nos llaman, nos dicen: ‘Igual lo que te voy a contar tú lo ves como algo sin importancia’… La respuesta a esta afirmación es una pregunta: ‘Pero a ti esto te está haciendo sufrir, ¿verdad? Pues entonces no es ninguna tontería, es muy importante’. Para mí, atender el teléfono supone tener los pies en la tierra, ser consciente del sufrimiento por el que puede estar pasando una persona, de sus causas y múltiples consecuencias», afirma la pediatra María Elisa Muñiz Ruiz, presidenta de esta asociación en Toledo, a la que lleva vinculada desde 2003 como voluntaria, tras realizar la formación necesaria para hablar con las personas que llaman. Es el caso también de la enfermera María Eva Sáez Torralba. «Normalmente tratamos de establecer con ellos una relación de ayuda, gestionando la comunicación y la conversación para que identifiquen cómo se sienten, qué aspectos de su vida están provocando la situación en la que se encuentran y comprendiendo que es algo pasajero. Los acompañamos para que liberen sus emociones y sean capaces de afrontar sus problemas».
717 003 717 es el Teléfono de la Esperanza. Elisa recomienda llamar «a cualquier persona que por el motivo que sea, no existen causas más importantes o menos graves, pueda estar en un momento de desesperanza, haya perdido el sentido de su vida, piense que está sola y que el problema que está viviendo no tiene solución. Y no tiene solución porque él o ella no la ven. Siempre hay una salida. Cuando estás en crisis puede que tú no la veas, pero con ayuda la puedes encontrar».
La atención de las llamadas telefónicas es la principal actividad de este colectivo, integrado exclusivamente por personas voluntarias. «Entregamos lo más valioso que tenemos, nuestro tiempo, pero lo hago porque quiero. Yo obtengo una recompensa cuando siento que ayudo a una persona a cambiar su conducta, cuando al principio de la llamada manifiesta ansiedad y está llorando y al final reconoce que está más tranquila. Esta es mi recompensa», explica Elisa. Por su parte, Eva señala que llegó al Teléfono de la Esperanza, hace aproximadamente veinte años, porque «quería empezar en el mundo del voluntariado y ayudar a personas con problemas. Busqué diferentes ONGs y me llamó mucho la atención la relación de ayuda que estableces a través del Teléfono de la Esperanza».
La lucha contra el estigma que supone el suicidio es uno de los objetivos de este tipo de organizaciones. «Yo viví el desprecio con el que nos trataban hace años. Decían que éramos el teléfono de los desesperados. Afortunadamente, la sociedad ha comenzado a tomar conciencia sobre el problema real que supone el suicidio».
717 003 717 es el Teléfono de la Esperanza. Elisa Muñiz recomienda llamar «a cualquier persona que por el motivo que sea, no existen causas más importantes o menos graves, pueda estar en un momento de desesperanza, haya perdido el sentido de su vida, piense que está sola y que el problema que está viviendo no tiene solución. Y no tiene solución porque él o ella no la ven. Siempre hay una salida»
Suicidio, primera causa de muerte no natural
El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España. La segunda son los accidentes de tráfico. Este dato lo enfatiza Francisco José Celada, para ejemplificar la importancia y el impacto de este problema. En España, por término medio, 10 personas mueren cada día por suicidio. A esta cifra hay que sumar las conductas autolíticas: 20 intentos por cada suicidio, según la OMS, organismo que manifiesta la necesidad de establecer estrategias de prevención innovadoras, integrales y multisectoriales.
Información correcta
La guía para medios de comunicación es otro de los trabajos destacados del grupo del SESCAM. «Es necesario que los medios realicen una información responsable, sin sensacionalismo ni catastrofismo, para evitar el efecto llamada. Por el contrario, cuando informas de manera correcta, eliminas tabús y ofreces información de servicio sobre el suicidio también generas un efecto protector», matiza Ignacio. En este sentido trabajan iniciativas como el observatorio de noticias que analiza las informaciones publicadas en Castilla La Mancha. «Hay que huir del sensacionalismo, de exponer detalles como el método, el momento y el lugar… Por el contrario, cuando se informe sobre suicidio hay que hacerlo difundiendo los recursos que las personas tienen para evitarlo», completa el enfermero Francisco José Celada.
La necesidad de contar con planes de prevención
Una de las principales demandas de los colectivos que trabajan con temas relacionados con el suicidio es la necesidad de contar con planes de prevención específicos, «tanto en el ámbito nacional como en las distintas autonomías, que sean lo más transversales posibles y que lleguen a todos los estamentos de la sociedad. Estamos ante una lacra social, ante una epidemia que no se puede mantener en silencio y es necesario que salga a la luz. El suicidio es una bomba de racimo, que no solo afecta a la persona que lo realiza, sino a todos los supervivientes, sus familiares, amigos, compañeros, profesores…», incide Elisa Muñiz. «A esto añadimos que la salud mental no cuenta con los recursos necesarios para funcionar bien, y se multiplican las consecuencias negativas», añade el enfermero Francisco José Celada.