El modelo aragonés
La Unidad de Rescate en Montaña está integrada por siete médicos y siete enfermeros capaces de ofrecer asistencia sanitaria en cualquier punto de Aragón.
Tienen conocimientos multidisciplinares de montaña. Pueden moverse con suficiencia y seguridad por barrancos, paredes y pendientes nevadas. Incluso dominan el esquí de montaña. Y, además, participan en rescate de personas con helicóptero. Para ello, están acreditados por la Guardia Civil.Todas estas cualidades las reúnen los sanitarios (médicos y enfermeras) que forman parte de la Unidad de Rescate en Montaña, adscrita al Servicio de Urgencias y Emergencias Sanitarias del 061 en Aragón. Es un equipo de profesionales perteneciente al Servicio Aragonés de Salud (SALUD) que se ocupa de la asistencia sanitaria durante el rescate en todas las zonas de montaña, media montaña y cualquier lugar de difícil acceso de esta comunidad autónoma. “El 061 Aragón trabaja para que la población se sienta segura, pues estamos a su lado las 24 horas del día los 365 días del año. Me gusta decir que somos el primer eslabón de la cadena de asistencia”, destaca Pilar Alcober, directora de enfermería del 061 de Aragón.
La unidad de montaña permanece activa durante todo el año, con base en Huesca y también se desplaza durante el período estival, entre junio y septiembre, a Benasque para dar una respuesta adecuada al aumento de la demanda de asistencia debido a la alta afluencia de personas en determinadas zonas de los Pirineos. El equipo sanitario ubicado en la base oscense en período estival está integrado exclusivamente por enfermeros. “Nos encargamos de la asistencia sanitaria en el rescate. Por ejemplo, el helicóptero del 112 puede acudir a un accidente de tráfico en una carretera pero si el vehículo cae por una zona de difícil acceso y son necesarias maniobras de rescate, activan a la unidad para acceder a las personas accidentadas, dar la primera asistencia para sacarlas del lugar donde se encuentran y llevarlas a un punto de socorro en el que ya puede actuar el equipo de soporte vital avanzado del 112”, explica Manuel Vázquez, coordinador de enfermería de la Unidad de Rescate de Montaña, con experiencia en la misma desde 1996. “La diferencia con el helicóptero del 112 es que el de la Guardia Civil dispone de una grúa y el personal va equipado y preparado para realizar estas maniobras. Esto nos permite acceder a cualquier lugar y efectuar el rescate en menor tiempo”, completa Pilar Alcober.
Más enfermeros para la unidad
“Es fundamental que haya cantera y nos gustaría que la unidad de rescate en montaña estuviera integrada por más enfermeros con el fin de potenciar su funcionamiento”, destaca Pilar Alcober, directora de enfermería del 061 de Aragón.
La presencia de la Guardia Civil en la unidad de rescate es una de las principales características que diferencia a este servicio. Para ello, cuentan con un convenio con el Ministerio del Interior y la Dirección General de la Guardia Civil. El hecho de contar con la participación de los sanitarios requiere de una acreditación específica por parte de estos. “Es indispensable reunir una serie de condiciones físicas y técnicas y los conocimientos necesarios para poder trabajar desde una grúa, acceder a un barranco, pared o lugar de difícil acceso”, explica Pilar. La acreditación consta de una serie de pruebas distribuidas en siete unidades de competencia necesarias para desenvolverse con seguridad en el rescate de montaña, tal y como especifica Manuel Vázquez: “Cada unidad de competencia completa las diferentes disciplinas y técnicas mínimas que tienes que conocer, como la espeleología para progresar y desenvolverte en instalaciones de cuerda fija, que es lo que fundamentalmente se utiliza en el rescate. Tienes que dominar el esquí de montaña, al tener nieve en el invierno y en montaña, como es el caso de los Pirineos. Algunos accidentes ocurren en lugares abruptos con nieve. Otro aspecto destacado son los barrancos, por los que también hay que moverse con maniobras de cuerdas. Lo mismo ocurre con la escalada. En este caso, no tienes que ser un profesional pero sí tienes que poder desenvolverte con seguridad, resolución y autonomía. También hay que desplazarse con soltura por las pendientes herbosas y los caminos de la baja y media montaña, otro espacio donde los rescates son habituales. Y, por último, al volar en un helicóptero, tienes que recibir formación aeronáutica, conocer los protocolos de la Guardia Civil y la normativa de seguridad en vuelo”.
Todas estas habilidades las certifica un tribunal integrado por docentes del Centro de Formación de la Guardia Civil (CAEM) y los miembros de su Unidad Aérea. “Yo siempre digo que los profesionales de la unidad de rescate son montañeros que estudiaron enfermería y lo que quiero es animar a los enfermeros que reúnan estas características a formar parte de este servicio”, incide Pilar Alcober.
Igualmente, los agentes de la Guardia Civil que integran el dispositivo reciben formación por los sanitarios de la unidad de rescate de montaña. De esta forma, en caso de necesidad los rescatadores pueden apoyar al personal sanitario, funcionando todos como un equipo multidisciplinar. El trabajo en equipo es fundamental, subraya Manuel Vázquez: “La labor que desarrollamos requiere una confianza mutua. Esto se consigue con la acreditación que avala tus capacidades y todos saben lo que pueden esperar de ti. El equipo del helicóptero de rescate está formado por el piloto, el copiloto, que se encarga de la operación con grúa, y un sanitario, que será médico o enfermero según la base y la época del año. A este dispositivo se unen dos agentes de la Guardia Civil del GREIM de la demarcación correspondiente al lugar donde se solicita el rescate. Todos tenemos que conocer las funciones que corresponden al compañero e interaccionar bien. Por ejemplo, ellos tienen que saber cuáles son nuestras actividades sanitarias, los tiempos que requerimos o las condiciones para evacuar a un paciente en camilla o con una férula y los medios que necesitamos. Los enfermeros, si es necesario, también colaboramos en temas de seguridad en vuelo y maniobras, alertas por pájaros, cables eléctricos, aterrizaje, etc.”. Para entrenar todo tipo de situaciones, cada año enfermeros y rescatadores de la Guardia Civil realizan 40 horas conjuntas de formación, en forma de niveles técnicos y con planes de instrucción, donde se combinan y se ponen al día las cuestiones técnicas y las sanitarias.
Apoyo y coordinación
La unidad de rescate en montaña permanece activa desde media hora antes del orto y hasta media hora después del ocaso. Acortar los tiempos de respuesta e intervención es uno de los retos del día a día. Aquí es fundamental la coordinación y las comunicaciones. “Los enfermeros siempre trabajan en comunicación directa con el centro coordinador de urgencias (CCU), en el que hay médicos y enfermeros para ofrecer apoyo a la hora de llevar a cabo los diferentes protocolos existentes”, explica Pilar Alcober.
En el helicóptero, los enfermeros cuentan con un equipamiento sanitario específico, adaptado al medio en el que se desenvuelven. “Hemos desarrollado una unidad de enfermería con los equipos asistenciales necesarios para nuestras competencias sanitarias”, asegura Manuel. “Llevamos una mochila con todo el material necesario para realizar la primera asistencia de urgencias y poder hacer manejo básico de vías, controlar hemorragias, administrar oxígeno, analgesia en caso de dolor, material de inmovilización, un monitor y un desfibrilador automático (DEA). También llevamos equipos de comunicación con nuestro centro coordinador que nos permiten seguir los protocolos establecidos”, describe Sergio García, uno de los profesionales que integran la unidad. Ante una emergencia, el tiempo y la toma de decisiones son fundamentales. “Nuestras intervenciones se producen en un medio hostil”, subraya Manuel Vázquez. “El planteamiento operativo es fundamental. No puedes sacar todo el material y ver qué necesitas. Otra cuestión son los tiempos de intervención, que deben ser muy cortos. Tenemos que ser prácticos y efectivos y saber gestionar el estrés de la toma de decisiones rápida, pues previamente desconoces las condiciones del lugar o el estado exacto de la persona accidentada”. La mayoría de las intervenciones son traumatológicas, “casi el 90%, sobre todo en extremidades inferiores, el tobillo, la tibia, el peroné o la rodilla. El resto son problemas cardiacos y en ocasiones politraumatismos”, detalla Sergio, quien aún recuerda un rescate del último verano que pone como ejemplo de coordinación de todos los dispositivos de emergencias.
La prudencia en la montaña
En los últimos años ha aumentado la afluencia de personas al Pirineo aragonés, debido a las numerosas actividades en montaña y a ser escenario de diferentes competiciones deportivas. Esto ha supuesto también un incremento en el número de accidentes. Los responsables de la unidad de rescate de montaña inciden en un mensaje de prudencia. “Cuando vamos a la montaña toda precaución que tomemos es poca, incluso para hacer senderismo”, subraya Pilar Alcober. “Tenemos que salir preparados y no lanzarnos a la aventura de manera inconsciente”.
“Nos pasaron aviso de una persona que se había caído y estaba inconsciente, aunque parecía que respiraba. Al mismo tiempo que partimos, solicitamos el apoyo del helicóptero medicalizado (SVA) del 112. Llegamos al lugar del accidente, descartamos que hubiera patología con riesgo vital, administramos oxígeno, canalizamos una vía venosa, se administró farmacoterapia protocolizada e inmovilizamos al paciente. Cuando lo sacamos ya estaba esperando el 112 para completar la asistencia necesaria”, comenta Sergio. “La reacción de la persona accidentada cuando llegas es una de las vivencias que te proporcionan mayor satisfacción en este trabajo”, subraya Manuel Vázquez: “Recuerdo, este verano, una persona accidentada en un barranco, con un problema traumatológico complicado, con mucho tiempo de permanencia en la zona, con hipotermia y con poco tiempo para la intervención, pues estábamos próximos al ocaso. Gracias a la experiencia y coordinación de todos los miembros del equipo de rescate se pudo evacuar en el menor tiempo posible. Recuerdo el agradecimiento que reflejaba su mirada, la tranquilidad y la seguridad en su abrazo durante la maniobra de rescate con la grúa y al llegar al hospital el agradecimiento por la atención recibida”.
Labor premiada
Los niveles de preparación, acreditación y formación de los miembros de la Unidad de Rescate en Montaña les han llevado a obtener numerosos reconocimientos. El último ha sido el Premio Santa Cristina al Rescatador, concedido por la SEMAM, que ha recibido el brigada José Manuel García Valcárcel, piloto de la Unidad Aérea de Huesca (UHEL 41).
Un modelo de rescate con cerca de 25 años de recorrido
La trayectoria de la unidad de rescate en montaña, el denominado modelo aragonés, comienza en 1996, con los cursos universitarios de especialización en medicina de urgencias en montaña, promovidos por el profesor José Ramón Morandeira y conocidos por su acrónimo CUEMUM. “Los estudiantes que se formaban realizaban prácticas con la Guardia Civil y poco a poco se fueron integrando y trabajando con los grupos de rescate. Este fue el germen de todo”, relata Pilar Alcober, directora de enfermería del 061 Aragón. “A pesar de los años que han transcurrido, estamos en continua evolución. En 2002 se estableció un convenio de colaboración a través de Servicio Aragonés de Salud y el 061 Aragón con el Ministerio del Interior para que nuestros profesionales formaran parte de los Grupos de Rescate en Montaña de la Guardia Civil. Y a partir de 2005 el curso de especialización se transformó en un máster de urgencias en montaña (MUM) en el que comenzó a haber una participación importante de enfermeras y enfermeros. Algunos de ellos están trabajando con nosotros”. Así, en la actualidad, los enfermeros que asumen la asistencia sanitaria del rescate en montaña para el verano en la base de Huesca tienen que dar cobertura al Pirineo occidental, gran parte de la sierra de Guara y también la cordillera ibérica aragonesa.