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Mélanie Lacau, una fisioterapeuta en el olimpo del deporte

Con una carrera profesional apasionante a sus espaldas, entre julio y agosto de 2024 cumplió un sueño al alcance de muy pocos: tratar a los mejores deportistas del mundo en París 2024

31 enero 2025 4 minutos de lectura

Atenas, la capital de Grecia, acogía en 1896 la primera edición de los Juegos Olímpicos. Al menos, la versión moderna de una competición que se remonta a siglos atrás. Cada cuatro años, se reúnen los mejores deportistas del mundo con el objetivo de colgarse al cuello una de las tres medallas en disputa. Y, como si de una medalla de oro se tratase, Mélanie Lacau coronó su carrera como fisioterapeuta en la Villa Olímpica de Paris 2024, donde tuvo la misión de tratar, cuidar y prevenir las lesiones de los deportistas más importantes del planeta.

Una aventura que, como suele ocurrir en estos casos, llegó por casualidad: “a través de mi amigo Marc P., conocí a un fisioterapeuta que trabajó en el INSEP de París (National Institute of Sport, Expertise and Performance) y que fue mi paciente”. Durante una cita con él, saltó una pregunta a la conversación: “¿Estarías interesada en venir a los Juegos Olímpicos conmigo para ser fisio en la Villa Olímpica?”. Mélanie no dudó y la historia tuvo un final feliz: “en septiembre de 2023, mucho antes de los Juegos, me anunciaron que iría, que les interesaba mucho mi perfil y que trabajaría directamente en la Villa Olímpica, no sólo en una competición, sino con todas las delegaciones”.

Una experiencia inolvidable

Durante su estancia en París trabajó, mano a mano, con Lorenzo Martínez, un fisioterapeuta con seis JJOO a sus espaldas que hizo las labores de mentor. Mélanie guarda un gran recuerdo de él y del resto de compañeros con los que compartió Villa Olímpica, de los que destaca “la solidaridad”. También en el caso de los deportistas, que fueron “muy agradables”. De todos ellos guarda unos recuerdos inmejorables: “me acuerdo de la diversidad de culturas y, a la vez, de lo fácil que fue vivir y trabajar todos en total harmonía. Eso solo se puede ver en unos JJOO y aporta esperanza ver que es posible vivir así, respetando los hábitos de los demás y solo ver felicidad y deseo de compartir con el resto sus propias experiencias y conocimientos, tanto personales como profesionales. Fue muy enriquecedor asistir y ser parte de este momento”.

Una parte positiva que contrarresta un aspecto negativo. Un punto oscuro en forma de trabajo no remunerado: “dejas tu trabajo durante 5 semanas (con los ingresos diarios cayendo), te vas como voluntario y tienes que pagarte el alojamiento, que, además, al ser los Juegos Olímpicos, todo se había encarecido. Fue difícil”.

Los primeros días en los JJOO fueron complicados porque “no se había calculado correctamente el número de voluntarios y deportistas de la villa olímpica, por lo que teníamos déficit alimentario para las comidas, que fue rectificado rápidamente por el Crous (centro regional de obras universitarias y escolares)”. Este hecho provocó que hubiese un menor número de profesionales en la Villa: “empezamos juntos Lorenzo y yo, solamente dos para la parte fisioterapeutas/osteópatas. Mucha gente se retiró en el último momento por motivos económicos o por no encontrar sitio para dormir en el sitio”.

Pero, haciendo balance, no todo fue negativo, según nos cuenta Mélanie: “teníamos una tarjeta ilimitada durante el periodo de JJOO, algunos obsequios de recuerdo al inicio y al final de nuestras jornadas de trabajo; teníamos un centro de voluntarios en el que podíamos tomar nuestros descansos con suministros y bebidas calientes”. Echando la vista atrás, la fisioterapeuta lo recuerda como “una experiencia increíble de vivir”, aunque hubiese ciertos aspectos a mejorar en la organización.

El culmen a una carrera prolífica 

Mélanie tuvo la oportunidad de continuar su andadura como fisio olímpica en los Juegos Paralímpicos, que se desarrollaban en el mes de septiembre también en París. Sin embargo, decidió descartar esa posibilidad por motivos económicos.

Volvió a su clínica de fisioterapia, ubicada en Urrugne, muy cerca de la frontera con España. Una clínica que no ha parado de crecer desde que abrió sus puertas en el año 2022, dando trabajo a cuatro fisioterapeutas y dos enfermeras. Allí cumple el sueño que apareció siendo una niña de 8 años: “me fui de vacaciones a esquiar con mi escuela. En el viaje, yo estaba un poco enferma y una amiga mía se torció el tobillo. Las dos estuvimos en una cama y hablando, no sé cómo ni porqué, le dije “bueno, voy a hacerte un masaje en el pie y el tobillo”, se lo hice y ella se sintió muy bien y volvió a esquiar”. En la vuelta a casa, Mélanie tenía muy claro el mensaje que quería lanzar a sus padres: “mamá, papá, fue increíble curar a alguien solo con mis manos. Voy a ser fisioterapeuta”. Y la idea se mantuvo en el tiempo.

Los próximos retos

Mélanie Lacau creció en una familia marcada por la mezcla de culturas y, sobre todo, de idiomas. Con una madre italoespañola y un padre francés, reconoce que se lanzó al aprendizaje del castellano en la universidad. Se tituló en la Universidad San Jorge de Zaragoza. Después, y tras un paso fugaz por el País Vasco, comenzó a ejercer como fisioterapeuta vinculada al deporte en Grenoble, una ciudad a tan solo dos horas en tren de París. Allí comenzó a despegar una carrera que la ha llevado a trabajar con deportistas de muy diversos deportes, como atletas de maratón y de Trail, de hockey sobre hielo (Ligna Magnus), de rugby profesional, nadadores paraolímpicos o arqueros competitivos.

Tras dejar Grenoble y abrir su propia clínica en Urrugne, comenzó de cero un camino que parece destinado a ir de la mano con los aros olímpicos. Ya piensa en los siguientes Juegos Olímpicos. “Los próximos juegos de invierno son en Milán, así que tengo que practicar mi italiano; y luego tenemos los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 2028, que necesitaré el inglés”, nos cuenta al enumerar la cantidad de idiomas en los que trabaja. Pero hay un año que tiene marcado en rojo en su calendario: 2030. Será, entonces, cuando se celebren los Juegos Olímpicos de Invierno en los Alpes franceses, muy cerca de lo que un día fue su hogar, Grenoble.

Lo que queda claro es que los Zhang Yufei, Léon Marchand, Torri Huske o Álvaro Martín van a estar en las mejores manos.

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