“Los escuchadores de voces son grupos de ayuda mutua, compuestos por personas con síntomas psicóticos, con alucinaciones auditivas. Todos comparten alguna manifestación de la enfermedad y el hecho de poner en común su experiencia junto a otros compañeros a los que les pasa lo mismo les ayuda a normalizar su patología y a hacerse partícipes de ella”. Así define la enfermera Beatriz Ortega Moreno a los escuchadores de voces, “un concepto que surge en Europa y en el que comencé a investigar mientras preparaba mi proyecto final de residencia en Salud Mental. En España se está introduciendo poco a poco”. Es lo que está ocurriendo ya con otras enfermedades como, por ejemplo, la fibromialgia. “No obstante, es una terminología algo controvertida, pues es como los pacientes se denominan a sí mismos, escuchadores de voces”, explica.
“Sobre los grupos de trabajo, serían dos sesiones semanales. Primero, un terapeuta, es decir, una enfermera especialista en salud mental con los conocimientos necesarios, les explica en qué consiste la enfermedad, para establecer las bases teóricas. Posteriormente, son los pacientes quienes toman la iniciativa, liderados por aquéllos con más experiencia con la patología, más estabilizados e integrados socialmente. Son ellos mismos los que con toda normalidad pueden resolver las dudas que planteen sus compañeros sobre temas como la medicación. La composición del grupo sería dinámica. Sus integrantes podrían ir entrando y saliendo según sus necesidades. En general, sería un funcionamiento muy abierto, con el fin de ir reforzando conceptos, ideas, etc.”.
“Los grupos de escuchadores de voces permiten a los pacientes poner en común su experiencia junto a otros compañeros a los que les pasa lo mismo. Esto les ayuda a normalizar su enfermedad y a hacerse partícipes de ella”
Según las experiencias en Europa, en países como Holanda o Inglaterra, y los trabajos del psicólogo Marius Romme, “los grupos de ayuda mutua son muy beneficiosos para las personas con este tipo de enfermedad. En muchos casos no se sienten comprendidos por su entorno, con lo que al contar su experiencia a otros pacientes con los que comparten patología les hace sentirse mucho mejor”.
Falta de soporte institucional
Beatriz Ortega Moreno trabajó a nivel teórico en una propuesta de desarrollo de grupos de escuchadores de voces mientras trabajaba en el Hospital Comarcal de Caravaca de la Cruz, en Murcia. “Allí se constituían grupos, pero no eran exactamente de ayuda mutua. En ese caso, es una población pequeña, donde todo el mundo se conoce. Vi que sería muy útil para los pacientes que compartieran su experiencia para llevar mejor la enfermedad. Hice el proyecto, pero debido a la precariedad laboral me trasladaron de servicio y no pude seguir trabajando en él”, recuerda Beatriz, al tiempo que subraya la dificultad de investigar en materia de salud mental. “No existe soporte institucional. En las áreas técnicas sí es más fácil, pero en nuestro caso se trata de intervenciones más prolongadas en el tiempo para las que es más complicado obtener ayuda”.
Papel facilitador de la enfermera en los grupos
“Las enfermeras especialistas en salud mental hemos recibido durante los dos años de residencia formación específica para dirigir grupos. Sabemos cómo manejarnos en este tipo de contextos. Tenemos los conocimientos necesarios para comprender a los pacientes, explicarles las normas de funcionamiento, dirigir los debates y facilitar que expresen sus dudas. Por ello, podemos perfectamente estar al frente de grupos de escuchadores de voces”, afirma la enfermera Beatriz Ortega Moreno.
“Los escuchadores de voces son personas con poca conciencia de la enfermedad, a los que su participación en este tipo de grupos puede resultarles muy útil para afrontar su patología. Nuestro papel, como enfermeras y terapeutas, sería de facilitadores. Tenemos que crear un ambiente de confianza en el que cada persona pueda expresar cómo se siente, en el que intervengan en función de su propia experiencia y vayan empoderándose mutuamente al compartir su situación personal”.
Finalista de los Premios Enfermería en Desarrollo en 2015
Beatriz Ortega Moreno es enfermera especialista en salud mental. Tras acabar la especialidad en 2014, fue finalista de los Premios Enfermería en Desarrollo en la categoría de “Iniciativas corresponsables”, en el año 2015, por su trabajo “Entrevista motivacional y adherencia al tratamiento en pacientes con psicosis y consumo de cannabis”. En la actualidad, es enfermera de la unidad de agudos del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada, su ciudad natal. Antes, ha trabajado en otros centros sanitarios de Teruel y Huesca, en Aragón, o Caravaca de la Cruz y Cartagena, en Murcia.