¿Somos una consecuencia consciente, o causal? Esa pudo ser, quizá, la pregunta que Alexander Cano se hizo para adentrarse en el estudio de su Trabajo Fin de Máster (tfm). Alexander ya había transitado los pasillos de la urgencia del Hospital La Paz y conocía los entresijos del SUMMA 112 cuando decidió ampliar su formación con el Máster de Urgencias y Emergencias de Fuden y, después, con el Máster Universitario Oficial en Sexología: Educación Sexual y Asesoramiento Sexológico de la Universidad Camilo José Cela. En ese punto, quería que su tfm aunase sus dos pasiones: la enfermería y la sexología. Tenía clara la situación que quería visibilizar, porque ya se había topado con ella en el ejercicio de su profesión: la atención a personas trans por parte de las enfermeras de urgencias. Él sabía que había una problemática, pero ¿era intencionada o el resultado de una cadena de desinformación y pocas herramientas? Ahí estaba el quiz de la cuestión.
La Paz es un hospital referente para personas trans que deciden hacerse intervenciones quirúrgicas de modificación genital, y muchas veces estos pacientes vienen a la urgencia con problemas después de la intervención (infecciones, etc.). Me di cuenta de que había dificultades a la hora de atenderles.
Legislación insuficiente
Aclara que con el término «dificultades» no se refiere a homofobia o transfobia (al menos dentro de su muestra, enfermeras que prestan servicio dentro de la Comunidad de Madrid), sino dificultades, por ejemplo, «a la hora de poner en una habitación a una mujer cisgénero con una mujer trans», o a la hora de tratar con personas que no se identifican con ningún género. Matiza que «el mayor escollo surge cuando la persona manifiesta pertenecer a un género que no se corresponde físicamente con lo que socialmente estamos habituados a ver». No es tanto una problemática legal, porque «con la Ley Trans la disyuntiva de en qué habitación ubicar a alguien queda resuelta, ya que hay un artículo que tiene consideraciones sanitarias y esto quedaría solucionado, pero las enfermeras tienen que lidiar con el resto de pacientes para hacerles comprender la situación. Y eso no está reflejado en ningún artículo», explica.
Los momentos complicados empiezan desde el triaje. «Es un error que todavía pasa en muchos hospitales; se les llama por el nombre del DNI, y puede ser que no hayan hecho la modificación en el registro. En algunas comunidades, como Cantabria, hay protocolos que exigen que el paciente tiene derecho a pedir que se le llame como desee, y desde admisión están obligados, al margen de ideologías, a poner una nota para respetar esta petición», cuenta. «Son situaciones emocionales complicadas, sobre todo cuando estás en una sala de espera y te sientes el foco de observación».
Nuestro entrevistado hace hincapié en la necesidad de capacitación y recursos para las enfermeras. Ellas mismas los demandan. «Quieren estar informadas, quieren saber tratar adecuadamente a estas personas », explica. De hecho, a pesar de las limitaciones encontradas, como el uso de cuestionarios obsoletos y la ausencia de protocolos claros en la Comunidad de Madrid, Alexander defiende que existe «un gran compromiso por parte de las enfermeras para mejorar su práctica clínica y garantizar una atención de calidad para todas las personas, independientemente de su identidad de género».
«Buscan deconstruirse»
Incluso las personas encuestadas que han mostrado algo de transfobia en sus respuestas «lo que demandan, realmente, es deconstruirse». Un aspecto positivo que se convierte en un punto de partida crucial para implementar cambios significativos en la profesión y garantizar que todas las personas, independientemente de su identidad de género, reciban el tratamiento digno y respetuoso que merecen. «A lo largo de mi trayectoria, he visto que cuesta hacer formaciones sobre electro, canalización de catéteres por ecografía… Sin embargo, con este tema, las profesionales están muy sensibilizadas y la predisposición a formarse en diversidad sexual es muy positiva».
Es por eso que el trabajo de Alexander no solo busca resolver problemas prácticos en la atención sanitaria, sino también promover una mayor comprensión y aceptación de la diversidad de género en la sociedad en general. Tiene claro que esto es solo el comienzo de un amplio viaje hacia una atención más inclusiva, y su compromiso con ‘la causa’ es firme. «Hice el máster con la idea de hacer un doctorado, para continuar explorando y abordando estos desafíos». Su objetivo: superar barreras y prejuicios para construir un sistema de salud que, realmente, nos proteja.