El colectivo gitano tiene una calidad de vida inferior a la población paya. Este hecho unido a una serie de factores como la falta de percepción de la salud como una necesidad prioritaria, el escaso sentido de la prevención o carencias en materia de educación, vivienda o ingresos económicos provocan que sean un grupo social con desigualdades en materia de salud. Este tipo de circunstancias llevaron al proyecto Paziente Bizia-Paciente Activo de Osakidetza a desarrollar el programa “Cuidando la salud en el pueblo gitano”. En él participó como monitora, supervisando, la enfermera Izaskun Antúnez, coordinadora del centro de Salud de Zabalgana, en Vitoria (Álava): “Se plantea la posibilidad de trabajar directamente con la población gitana porque viven entre 10 y 20 años menos que la paya. Tienen una calidad de vida baja. Por ello, se estima que se puede realizar algún tipo de intervención con ellos para mejorar su salud. Está claro que es una actividad que tiene un impacto importante y con un foco muy interesante. Se hizo una formación de monitores en Vizcaya y Guipúzcoa y desde la coordinación se me planteó que supervisara la puesta en marcha del programa en Álava. Formamos a varias monitoras y lanzamos los talleres en 2017”.
En Álava trabajaron con la asociación Gao Lacho Drom. Toñi y Encarni fueron las dos monitoras gitanas seleccionadas y formadas para ello. “Por mediación de nuestra entidad nos informaron del programa, me gustó la idea y accedí a formarme y participar”, recuerda Toñi. “Al principio, yo no estaba segura. Al final me atreví y estoy muy contenta. Todo salió muy bien”, completa Encarni. La implicación de ambas ha sido fundamental, subraya Izaskun. “Son dos mujeres con mucha trayectoria en su barrio, con mucha fuerza. Había que elegir a personas con capacidad de convocatoria. Si yo hubiera estado sola, estoy segura de que el primer día vienen pero al siguiente no vuelven. Sin embargo, Toñi y Encarni trasladaron a sus compañeras que nuestro objetivo era ayudarles para que todo saliera adelante. Al final, el grupo completo, de doce personas, hizo la formación con mucho esfuerzo e ilusión”. Una muestra de ello son las palabras de Encarni: “Hemos trabajado desde el corazón, gracias al aprendizaje que tuvimos previamente en los cursillos de monitoras. Hemos sido capaces de explicar los nuevos conocimientos a todas nuestras compañeras”. Al respecto, Toñi asegura: “En mi caso, me he quitado el miedo que sentía cuando iba a un centro de salud, hablando con las enfermeras, estudiando. Ha sido una experiencia muy positiva”.
En total en Álava organizaron dos grupos de 12 y 15 mujeres, en su gran mayoría jóvenes. Fueron nueve sesiones en las que abordaron temas como la alimentación, el buen uso de los recursos sanitarios, la correcta preparación de las visitas al médico y a la enfermera o la medicación. “La alimentación les preocupó muchísimo”, afirma Izaskun. “Cuando vieron lo mal que comían y fueron conscientes de ello, les planteamos una serie de actividades. Por ejemplo, apuntaban su menú y después los comparábamos con platos saludables. Apenas se parecían. Comían poca verdura o fruta. La dieta estaba muy descompensada. Entonces, les recordábamos que ellas eran un ejemplo para sus hijos y que debían comer mejor. Les insistíamos en que eran jóvenes y tenían que vivir con calidad de vida, para evitar que en pocos años tengan sobrepeso, de hasta 20 kilos en algunos casos”.
El ejercicio fue otra de las cuestiones que trabajaron en los talleres. “El último día les dijimos que vinieran con ropa deportiva para dar un paseo por la zona. Les pedimos que se acostumbren a andar, que no se reúnan con sus amigas solo para sentarse en el banco de un parque, sino que anden por el barrio”, explica Izaskun Antúnez.
En todas las sesiones, Toñi y Encarni han tenido un papel muy activo. “Como monitoras informábamos a nuestras compañeras sobre las enfermedades, cómo llevarlas… Muchas de ellas estaban enfermas y les decíamos qué podían comer o no. En los talleres, todas hemos visto que la salud puede mejorar nuestra calidad de vida. Esto es lo que nos llevó a participar. El pueblo gitano tiene mucha menos esperanza de vida que la población paya y esto es como consecuencia de los malos hábitos que tenemos”. Tanto Toñi como Encarni son ahora un referente en materia de salud para el resto de la comunidad gitana. “Ha sido una experiencia muy buena y saludable. Lo que más nos preocupa es la mortalidad. No sé qué pasa con los gitanos, por qué no tenemos la misma capacidad de vida que los payos. Somos más sedentarios, no caminamos, nos alimentamos mal… Tenemos mucho que mejorar y por este motivo es importante que los talleres del País Vasco se lleven a cabo en otras comunidades autónomas. Sería algo muy bueno”, concluye Toñi.
Toñi y Encarni, monitoras del programa:
“En los talleres, todas hemos visto que la salud puede mejorar nuestra calidad de vida. Esto es lo que nos llevó a participar”
Formación entre iguales
Izaskun Antúnez es coordinadora de enfermería del Centro de Salud de Zabalgana, el más grande de Vitoria, con una población superior a los 23.000 habitantes. En el programa Paciente Activo colabora como monitora, al cumplir uno de los requisitos para participar: tener una enfermedad crónica. En su caso es celiaca, como su hija. “Descubrí otra forma de trabajar, me enganché, me convertí en monitora y aquí sigo. Los usuarios no saben que yo soy sanitaria. A mí me cuesta cada vez menos quitarme el uniforme cuando me siento en el grupo. Son sesiones circulares, en las que todos llevamos nuestro nombre, nos presentamos… Vengo porque quiero aprender y ver cómo puedo mejorar mi salud”.
La metodología del programa Paciente Activo
El programa Paziente Bizia-Paciente Activo forma e informa a la ciudadanía con el fin de conseguir una actitud proactiva en materia de su salud y enfermedad. Basado en la metodología de Standford, se oferta una serie de talleres liderados por dos monitores que tienen la peculiaridad de ser también personas con alguna enfermedad crónica o cuidadores, educando a los participantes en el autocuidado y en la propia gestión de su enfermedad. Son talleres de educación entre iguales. A lo largo de las sesiones, los participantes aprenden a entender su enfermedad, a responsabilizarse de su salud, y a tomar decisiones por sí mismos. En el caso del colectivo gitano, se han llevado a cabo talleres en las tres provincias del País Vasco, Guipúzcoa, Vizcaya y Álava. La mayoría de las participantes han sido mujeres, que han visto fortalecidas sus capacidades relacionadas con la salud. “Yo antes era mujer y a raíz de haber hecho este curso soy más mujer, porque me he dado cuenta de muchas cosas”, afirma Toñi, una de las monitoras gitanas. “El objetivo es que aprenden a hacer cosas para mejorar su salud”, afirma la enfermera Izaskun Antúnez.
La importancia del cambio y la movilización
“Paciente Activo es una filosofía de vida que me ha permitido crecer tanto profesional como personalmente” afirma la enfermera Izaskun Antúnez. En el caso de los talleres con el colectivo gitano, “ha sido una experiencia muy gratificante, permitiéndome conocer las raíces de un pueblo desconocido hasta entonces para mí gracias a la enorme generosidad e interés de todas las mujeres participantes”.
1. Contra la exclusión. “Uno de los aspectos importantes del proyecto ha sido que la población paya ha contado con la gitana para mejorar su salud. Esto nos ha permitido derribar el estigma de la exclusión social”, subraya la enfermera Izaskun Antúnez.
2. Cómo afrontar la enfermedad. “En ocasiones tenemos ansiedad porque no sabemos cómo llevar una enfermedad. En los talleres hemos aprendido a hacerlo, a relajarnos y reflexionar para ayudarnos a nosotros mismos”, destaca Encarna, monitora gitana de los talleres.
3.- Quiero, puedo y soy capaz. “Como pone en el libro, quiero, puedo y soy capaz. Es el mensaje que les trasladamos a las mujeres gitanas: quiero hacerlo, puedo hacerlo y soy capaz de hacerlo”, asegura Antonia, una de las monitoras gitanas. “Yo misma soy consciente de la vida que tenía antes y lo que he mejorado en salud y alimentación. Ahora quiero que otras compañeras lo hagan también”.
Finalista de los Premios Enfermería en Desarrollo 2018
El proyecto del programa “Paziente Bizia-Paciente Activo” con el pueblo gitano fue finalista de los Premios Enfermería en Desarrollo 2018, en la categoría de Iniciativas Corresponsables.