Hace seis años iniciamos un proyecto de coaching en hospitales públicos de la Comunidad de Madrid. Nuestra competencia técnica no nos garantiza una competencia personal, profesional y humana acorde a las situaciones que vivimos. Las dificultades diarias, nuestras expectativas y las decepciones ocasionales, propias de la interacción entre personas, hacen difícil abordar con éxito los retos diarios. Por este motivo nos pareció conveniente poner en marcha programas para impulsar de forma efectiva el desarrollo de personas dentro de nuestras organizaciones. Todos sabemos que esto no se aprende en un curso de formación, ya que no se trata de explicar cómo ha de hacerse una tarea o el desempeño de un puesto de trabajo determinado. La realidad es que hasta que la persona no es capaz de hacerlo, no lo sabe. En el coaching el único saber que cuenta es el saber hacer, no el tener la información.
El coaching es un entrenamiento individual y confidencial que busca apoyar a las personas en el desarrollo de todo su potencial, en el que se ponen en juego mecanismos de liderazgo, motivación y compromiso. Se basa en el vínculo comprometido y responsable entre dos personas: coach (entrenador) y coachee (entrenado). La finalidad de esta relación es el crecimiento del coachee. A través de preguntas se define y establece una meta a alcanzar. El coach no ofrece respuestas, pero sí la manera de que la persona ponga en marcha los mecanismos adecuados para encontrarlas. Si hay una característica común que determine la mayoría de los procesos que hemos llevado a cabo son los problemas que nos impiden alcanzar nuestros objetivos, aquellas situaciones enmarañadas, las dificultades y las resistencias que encontramos. Nos referimos a esas estrategias conscientes, acciones y reacciones inconscientes, en algunas ocasiones son modos de comunicar algo, en otras acciones e incluso pensamientos que se revelan como mecanismos que alimentan el problema.
Si una situación o conflicto nos produce ansiedad tendemos a controlar nuestras reacciones y cuanto más tratamos de controlarlas paradójicamente más se amplifican, perdemos el control. Otra de nuestras soluciones es la evitación, no exponerse. La lectura que hago de mi problema es que no estoy a la altura, la próxima vez lo evitaré más. También podemos pedir protección y que alguien nos ayude, la sensación de incapacidad que nos invade nos aleja de la solución. En todos los casos intentamos guiar a la persona a salir de la trampa en la que se ha metido, hacerle ver que las soluciones que han tenido éxito en otros momentos, ahora más que resolver el problema lo alimenta, que lo que hay que hacer es justo lo contrario y le apoyamos en el cambio de estrategia.
Tras esta experiencia hemos comprobado que el entrenamiento personal hace del individuo el verdadero protagonista de su éxito profesional, de la misma forma que la sensación de logro personal es el mejor estímulo en el desarrollo de sus competencias. Las personas cuando disfrutamos de lo que hacemos, cuando tenemos confianza en nosotros mismos, o cuando nos sentimos a gusto porque conocemos el fin de lo que hacemos, incrementamos las posibilidades de hacer un buen trabajo. El coaching facilita la exploración y ayuda a determinar qué aprendizajes, experiencias, recursos faltan para alcanzar los objetivos a los que nos enfrentamos, además revisa creencias limitadoras, aporta nuevas herramientas de trabajo y genera nuevos hábitos.