Rosa Corrons Martínez es enfermera. Es aficionada al esquí, deporte que suele practicar en la estación de Baqueira Beret, en el Pirineo catalán. “Conocía la existencia del servicio de enfermería, así que decidí enviar mi currículum y me llamaron”. Este año cumple su sexta temporada trabajando como profesional de Enfermería. Para Alexandra Trepat Ciércoles es el primer año en Formigal, en el Pirineo aragonés. “Hasta el momento siempre había trabajado haciendo sustituciones en centros de salud y quería un cambio de ámbito laboral. Quiero aprender más traumatología. A través de la página web de Aramon Formigal vi que buscaban enfermeras, envié el cv y tras pasar un proceso de selección me llamaron. La verdad es que estoy muy contenta”, afirma. “Es un trabajo en el que se aprende muchísimo. Lo recomiendo cien por cien, ya que ves traumatología desde el principio”, insiste.
Tanto Rosa como Alexandra coinciden en la polivalencia y la diversidad de la enfermería que realizan como integrantes de los servicios de atención sanitaria de ambas estaciones de esquí. “Es un trabajo fascinante, muy motivador, porque cada día ves algo diferente. Aprendes a interpretar radiografías, diagnósticos, fracturas, fisuras… Haces vendajes constantemente, férulas de escayola… Son técnicas que en la práctica habitual, si no estás en urgencias de Traumatología, no tienes ocasión de ver”, explica Alexandra. A ello, Rosa añade: “Hacemos de todo. No tiene nada que ver con el trabajo en un hospital, donde las funciones están más delimitadas. Por ejemplo, si es necesario haces radiografías y muchas otras cuestiones prácticas”. De hecho, entre la formación requerida para trabajar como enfermera en las estaciones de esquí es necesario contar con el título de operador de rayos. Rosa. además, es máster en emergencias. “Cuanta más formación, mejor”.
Las patologías vinculadas con la traumatología son las más frecuentes. “Las más habituales son las lesiones en los ligamentos de rodilla, las fracturas de muñeca, radio, cúbito, tibia o lesiones de vértebras”, enumera Rosa Corrons. “Todo depende de la modalidad que practiquen”, completa Alexandra. “Si es esquí, suelen ser dolencias de los miembros inferiores. La mayoría son contusiones o esguinces. Alguna vez hemos tenido fracturas de tibia o peroné, pero no son tan frecuentes por el tipo de botas que llevan, salvo que no se las pongan bien y entonces sí suceden. Luego, si se trata de personas que practican Snowboard, lo más habitual son las fracturas de clavícula, sobre todo de la parte distal. Distensiones, también, del ligamento acromioclavicular, o bien luxación de hombros. Caen siempre lateralizados y sufren el golpe en el hombro”.
Rapidez y sangre fría
“Es muy relevante el trabajo de la enfermería”, destaca Alexandra. “Requiere rapidez y sangre fría. Tienes que saber hacer muy bien inmovilizaciones, utilizar todo tipo de vendajes… Realizas un trabajo complejo y muy completo, porque es la enfermera quien realiza el triaje; la que valora qué placas hay que realizar; quien las revela; y, posteriormente, quien realiza el tratamiento al paciente. Tienes mucha independencia”.
Al contrario que el tipo de lesiones, el perfil del paciente sí es muy variado. “Ves desde un niño pequeño hasta un señor de 80 años. Todos son personas muy sanas, que practican deporte habitualmente, ya que quienes esquían tienen una buena forma física”, señala Rosa Corrons. Por ello, cuando les ocurre algo hay que tener una especial sensibilidad con ellos. Es un plus de la atención enfermera, como indica Alexandra Trepat. “El trato con el paciente es importante. Cuando alguien viene a esquiar no piensa que va a terminar en la enfermería. Vienen a pasar el día con la familia, los amigos… Entonces, es muy importante que se sientan muy bien atendidos y, sobre todo, pues aminorar la lesión que tengan, en la medida que podamos. La empatía es clave, porque cuando llegan están con los ánimos bastante mal”. Lógicamente, la carga asistencial varía en función de los niveles de ocupación de la estación, y es mayor durante los fines de semana.
Desde el punto de vista técnico, las instalaciones sanitarias de las estaciones de esquí están equipadas con todos los recursos necesarios para atender cualquier tipo de urgencia. En Baqueira Beret cuentan con siete boxes y sus correspondientes camillas. “Tenemos la parte de curas, donde se hacen las suturas y demás. Después está el apartado destinado a los yesos, porque aquí, sobre todo, lo que vemos es mucha traumatología. Por supuesto, tenemos también monitores, por si algún paciente viene con otro problema médico, pero esto es lo menos frecuente. Hacemos mucho tratamiento definitivo”, describe Rosa Corrons. Cuando surge algún caso que necesita una intervención quirúrgica, están coordinados con el hospital de Viella. “Llamamos y organizamos el traslado, ya sea en una ambulancia medicalizada o en un helicóptero, si fuera necesario”.
En Formigal, disponen de dos puntos de atención, el central, en Sextas, y otro a pie de pista, en Anayet. Este último está exclusivamente atendido por una enfermera. “Es un puesto pequeño, donde hacemos primeros auxilios y una valoración inicial, antes de derivarlos a Sextas. Para ello, contamos con una camilla y con elementos para suturar, vendar, inyectables, medicación oral… Por ejemplo, si atendemos a un paciente con mucho dolor, llamamos a Sextas, comentamos con el médico el caso, comprobamos si tiene algún tipo de alergia medicamentosa y nos indica si colocamos un inyectable para disminuir el dolor. Tenemos todo protocolizado, porque pretendemos que los pacientes tengan un tratamiento integral, durante el proceso de asistencia, para que nada se pase por alto”. Así, desde Anayet derivan a los usuarios hasta el edificio central de Sextas. Para trasladarlos cuentan con un servicio interno de ambulancias. “En Sextas tenemos tres consultas, una sala de rayos y otra de revelado de placas. Disponemos de todos los medios posibles para actuar ante cualquier urgencia, electrocardiograma, férulas de tracción para fracturas de fémur desplazadas, camillas de cuchara por si tenemos que hacer algún desplazamiento desde una ambulancia, etcétera”, describe Alexandra, que suele trabajar en ambos lugares. El protocolo suele ser el mismo. “Siempre realizamos una placa para comprobar si hay lesión ósea, ya que en el caso de las fisuras en ocasiones la exploración física no es suficiente. Posteriormente, el paciente pasa a consulta con el traumatólogo, quien realiza el diagnóstico y le indica cómo proceder”, describe Alexandra Trepat.
Trabajo en equipo
La labor asistencial en una estación de esquí es un trabajo en equipo, que comienza con los pisteros, los profesionales responsables de atender al usuario nada más ha tenido el contratiempo. Para ello cuentan también con formación específica en inmovilizaciones y urgencias. “Son ellos quienes rescatan al paciente a pie de pista. Allí los inmovilizan en función del miembro afectado. Por ejemplo, si hubieran sufrido un traumatismo craneoencefálico pues le ponen un collarín. Entonces, lo bajan hasta el final de la pista. Lo trasladan a la ambulancia y nos lo traen hasta el puesto de asistencia. Entre todos los profesionales, tenemos una relación muy estrecha. Estamos en contacto continuo para que la persona esté bien atendida desde el minuto uno”, explica Alexandra Trepat. “Es el pistero, cuando baja con la camilla, el que inicialmente toma la decisión sobre la gravedad de la lesión y la necesidad de trasladar al hospital si el caso requiere una intervención que nosotros no podamos asumir en la estación”, añade Rosa Corrons.
Dentro de todo el proceso, es muy relevante el trabajo de la enfermería, destaca Alexandra. “Requiere rapidez y sangre fría. No solemos ver muchos pacientes, pero hay de todo. Tienes que saber hacer muy bien inmovilizaciones, utilizar todo tipo de vendajes… Enfermería realiza un trabajo complejo y muy completo, porque es la enfermera quien realiza el triaje desde el momento en que nos traen al lesionado a la clínica; es la que valora qué placas hay que realizar; quien las revela; y, posteriormente, quien realiza el tratamiento al paciente, ya sea un vendaje, una férula o lo que sea necesario. Entonces, es un trabajo integral. Estás con el paciente desde el primer momento que llega, porque lo recepcionas tú, hasta el momento que se marcha. Aprendes muchísimo y tienes mucha independencia”.
No obstante, el trabajo en una estación de esquí está sujeto a la temporada de nieve, por lo que no cubre todo el año. “Trabajo a tiempo completo en la estación. Es mi única ocupación ahora mismo. Comenzamos a principios de diciembre y estaremos hasta primavera, según vaya evolucionando la meteorología”, indica Rosa Corrons. Mientras que Alexandra Trepat se ha trasladado temporalmente desde Zaragoza, ciudad donde reside, hasta Sabiñánigo, lugar donde está viviendo ahora con el fin de estar más cerca de Formigal. “Ahora mismo, al estar en la estación de esquí estoy bloqueada en la bolsa pública de trabajo. Mi idea es prepararme las oposiciones de Aragón”. En cualquier caso, son experiencias que están sirviendo a ambas enfermeras para crecer como profesionales.