“Mi trabajo consiste en proporcionar la atención sanitaria básica, una primera atención en caso de urgencias y curas, gestionar la medicación, coordinar con los servicios de salud temas como las citas, el seguimiento médico, facilitar el acceso a la salud en el caso de quienes no lo tengan, etc.”. Así describe su día a día Esther Jiménez Martínez, enfermera del Centro Abierto para Personas Sin Hogar Las Rosas de Madrid, donde trabaja desde 2014. Este servicio, de titularidad municipal, proporciona prestaciones básicas como alojamiento, manutención, aseo, atención social y, también, enfermería, a las personas sin hogar que presentan un mayor grado de deterioro personal y social. Para ello, cuenta con treinta plazas de atención normalizada y otras tantas en su centro de día. “Es una primera toma de contacto con los albergues. La idea es que permanezcan con nosotros un tiempo y después podamos derivarlos a otros recursos”.
El centro de Las Rosas cuenta con dos enfermeras, que cubren los turnos de mañana y tarde y se responsabilizan de toda la asistencia sanitaria, en colaboración con el resto de servicios de salud. “Contamos con una enfermería, a modo de consulta”, explica Esther. “Estamos muy coordinados con el centro de salud de nuestra zona. Su personal conoce nuestra realidad y trabajamos con ellos para resolver todas las necesidades de salud de estas personas”. El equipo de las Rosas se completa con trabajadores sociales, auxiliares de servicios sociales, educadores y un coordinador. “Entre todos, hacemos una intervención integral con cada persona. Es un trabajo distinto a otro tipo de enfermería”.
“Es una enfermería más social”, afirma Esther Jiménez, como resumen de su trabajo en el centro de Las Rosas. “Trabajamos mucho los hábitos, las relaciones… En colaboración con el equipo, ponemos nuestro granito de arena para que cada persona avance y pueda salir adelante. Cuando lo consigues, es muy gratificante”.
El perfil de casos
Las enfermeras de los centros abiertos abordan casos muy diversos, entre la población que atienden. “Encontramos muchas adicciones y consumo de sustancias, neuropatías generadas por el alcohol, VIH, patologías respiratorias, hepatitis C…”. La adherencia al tratamiento es uno de los aspectos más complicados. “Muchos no tienen conciencia de la enfermedad o no ven la importancia de seguir unos cuidados, de llevar hábitos de vida correctos. Ahí es donde trabajamos”.