El patrimonio de una ciudad es buen testigo de los acontecimientos históricos que han marcado el devenir de una sociedad. Es el caso del Hospital Beata María Ana. Sus puertas abrieron por primera vez en 1888 con el objetivo de acoger y asistir a población vulnerable aquejada de enfermedades mentales, especialmente niños. La institución, sin ánimo de lucro, surge de la visión de San Benito Menni y su misión se mantiene hasta nuestros días.
Repasamos con la directora de enfermería del centro, Mónica Santos Gutiérrez, sus orígenes, el paso de la Guerra Civil y el desarrollo en innovación y tecnología que dio comienzo en los años 70.
Primeros pasos
Mónica Santos recaló en el Hospital Beata María Ana hace dos décadas. Y desde entonces ha presenciado la modernización de una institución que ha mantenido sus valores de “hospitalidad” sin renunciar a la vanguardia. “El centro era, fundamentalmente, un asilo destinado a la acogida y educación de niñas huérfanas sin recursos. Desde entonces ha pasado por muchos momentos de cambio, pero siempre ha mantenido su espíritu de acogida”. Desde su puesta en marcha, este hospital pasó por muchas ubicaciones. Empezó en la calle Huertas de Madrid, posteriormente estuvo en la calle de Atocha, hasta que, finalmente, se instaló en la calle Doctor Esquerdo, punto en el que se sitúa actualmente.
Sin duda, uno de los acontecimientos que más ha marcado su historia fue la Guerra Civil, acontecida entre 1936 y 1939. “Durante la Guerra Civil los cambios que experimentó fueron muy importantes. Hubo muchas dificultades y por ese motivo se decide trasladar a las pacientes a Barcelona. Una vez finalizada la guerra, regresan a Madrid y se inician las tareas de reconstrucción. A consecuencia de esos daños que generó la guerra y de la repercusión que tuvo en esas niñas que estaban enfermas, muchas de ellas aquejadas de polio o patologías de traumatología, comienzan a recibir tratamiento”. Pero la relación con estas niñas no termina aquí. Muchas de ellas han establecido sus vidas en paralelo al que desde sus primeros pasos fue su hogar. “Algunas de esas niñas aún permanecen en el hospital con nosotras, moviéndose ,en algunos casos, con sus sillas de ruedas, pero han trabajado en el centro. En ocasiones, hemos podido orientar su vida laboral fuera de aquí y, en otras, han desarrollado su carrera en el centro, por ejemplo, en la lavandería”. Actualmente realizan pequeñas labores manuales relacionadas con la costura.
El centro era, fundamentalmente, un asilo destinado a la acogida y educación de niñas huérfanas sin recursos. Desde entonces ha pasado por muchos momentos de cambio, pero siempre ha mantenido su espíritu de acogida
El valor de la hospitalidad es uno de los pilares sobre los que se asienta el Hospital Beata María Ana que, durante sus inicios, dio cobijo a niñas huérfanas
Años 50 y 70
Una vez reconstruido el cuadro médico tras la Guerra Civil, llegaron los años 50 y, con ellos, las escuelas de formación. “Teníamos escuela de enfermería, fisioterapia, psiquiatría y lo que entonces se denominaba ‘asistentes sociales’, que es el trabajo social actual. El personal lo dirigía la dirección que, directamente, dependía de las hermanas”.
“En los años 70 se nota de un cambio muy importante del hospital, porque se empiezan a transformar en un moderno centro que sigue priorizando sus cuidados e incorpora una serie de avances que empiezan a demandarse”, asegura Mónica Santos.
Pese a la transformación, la esencia del Hospital Beata María Ana permaneció inalterable. “La fachada principal es histórica. Al tener más de cien años, lógicamente, no se puede tocar, por lo que mantiene la estructura antigua. Aunque si te adentras dentro del hospital, hay una pasarela que comunica con un edificio nuevo que está totalmente reformado”.
Tampoco ha variado la concepción con la que su fundador, San Benito Meni, ideó la construcción. “Una de las señas de identidad del fundador es que en todos sus centros los espacios tienen que ser muy amplios, muy luminosos y la vegetación debe tener protagonismo. Y esto se mantiene hoy en día”.
Las nuevas tecnologías conviven con la tradicional disposición del centro de su fundador: espacios amplios y luminosos donde la vegetación, además, es protagonista
Revolución tecnológica
“Creo que ha habido una carrera de fondo importante, no solamente en la modernización del hospital, sino en la calidad de cuidados, en la calidad de la atención y la tecnología. Su implantación ha sido una prioridad para nosotros”. Es el sentir de la Dirección de Enfermería que pone el valor del desarrollo de un centro hospitalario que cuenta, actualmente, con 151 camas funcionante y más de 400 profesionales que prestan servicio a los usuarios. Del total de la plantilla, 68 son enfermeras. “Contamos con profesionales que, además, son internos y también externos que vienen a trabajar con nosotros, por ejemplo, en el área quirúrgica”. Aunque trabajan con paciente privado, especialmente procedentes de compañías médicas, también cuentan con conciertos, por ejemplo, la unidad de cuidados paliativos, de rehabilitación y cuidados prolongados, en colaboración con el SERMAS.
En cuanto a la cartera de servicios, “nos hemos convertido en un hospital que sigue cubriendo todas las patologías como la neurorrehabilitación, cuidados paliativos y toda la atención sanitaria a las personas mayores. Nuestros servicios se encuentran resumidos en urgencias quirófanos, cuidados intensivos y daño cerebral en adultos e infantil”.
Pero si hay un motivo de orgullo para la institución son las nuevas herramientas. “Estamos incorporando la robótica. Contamos con un proyecto que es pionero en España. Disponemos de un simulador que nos la patrocinado Hyundai con el que estamos potenciando que los pacientes que sean candidatos inicien el programa de recapacitación para la conducción”.
Estamos incorporando la robótica. Contamos con un proyecto que es pionero en España. Disponemos de un simulador que ha patrocinado Hyundai con el que estamos potenciando que los pacientes que sean candidatos, inicien el programa de recapacitación para la conducción
Aunque hay espacio para la revolución tecnológica, la estabilidad en la plantilla es una de las improntas de uno de los hospitales que componen la Red de Hospitales Católicos de Madrid y que se encuentra presente en 27 países. “Empecé a trabajar en el Hospital Beata María Ana en 1998. Estuve diez años como enfermera en una unidad quirúrgica y, después, la dirección que había me propuso la supervisión de quirófano. Estuve en el área quirúrgica otros diez años. Tras una promoción interna, me presenté para asumir la dirección de Enfermería”, asegura Mónica, quien desde hace casi un cuarto de siglo forma parte de la historia del hospital.