“Las conductas negativas y el acoso psicológico: antecedentes y consecuentes en personal de enfermería y el papel de los testigos” es el título de la tesis doctoral de la enfermera Carmen Báez León. Su trabajo se centra en el estudio de las conductas negativas y el acoso psicológico entre el personal de enfermería, en los procesos que lo favorecen y en sus consecuencias. De manera innovadora, la autora analiza la influencia que los testigos pueden tener en este proceso como una valiosa fuente de apoyo social. El trabajo obtuvo la calificación Cum Laude por unanimidad en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. Sus principales resultados van a publicarse en la revista Nursing Inquiry. “Observé que había un vacío en la literatura científica sobre el papel de los testigos”, explica Carmen. “En enfermería, donde trabajamos en grupo, las conductas negativas y los casos de acoso son conocidos por los demás. Sobre esta base me plenteé por qué no reconocerlos como una fuente valiosa de apoyo para la víctima y me pregunté por qué no intervienen cuando ven que un compañero recibe conductas negativas”. De esta manera, basándose en la literatura existente en Psicología Social sobre las conductas de ayuda en situaciones de emergencia y de necesidad, Carmen comprobó que había una serie de variables que influían en que los compañeros se pongan en marcha y se movilicen para ayudar a otro.
“Lo apliqué al contexto de la enfermería y encontré, que entre los factores que influían para no intervenir se encontraban el miedo a represalias o la espera a que otra persona tome la iniciativa antes. Al respecto, debemos tener en cuenta el denominado ‘efecto del observador’. Si le ocurre algo malo a alguien, es más probable que le ayude si estoy solo que si hay otros testigos junto a mí. Sin embargo, basta con que alguien intervenga para que lo hagamos nosotros también Así, el hecho de que nadie actúe provoca que los testigos no se movilicen e influye también en la posibilidad de represalias en caso de intervención a favor del compañero que recibe conductas negativas. Aquí se plantea el debate de qué estamos haciendo mal en las organizaciones, que no disponen de mecanismos seguros de denuncia o manifestación de quejas”.
Carmen Báez León, Enfermera.
“Los testigos del acoso laboral en enfermería son una fuente de apoyo social para las víctimas”.
La realidad de la enfermería
A la hora de aplicar el cuestionario NAQ, Carmen Báez León tuvo en cuenta la realidad profesional de la enfermería en España. “Ocurre algo peculiar que planteo en la tesis y que merece tenerse en cuenta. El cuestionario de evaluación de conductas negativas recoge, entre otras conductas, ítems como ‘se me ha expuesto a una carga imposible de llevar a cabo’ o ‘se me ha restringido información que afecta a mi rendimiento’. En las respuestas al cuestionario, estas dos conductas aparecen con una frecuencia muy alta. Al respecto, cuando se evalúan las conductas de acoso laboral hay que tener en cuenta qué enfermera hoy en día no está sometida a una carga de trabajo muy alta. Más que una conducta negativa, este hecho es una consecuencia de una tradición profesional que llevamos arrastrando muchos años y que todavía no hemos sabido solucionar, como son la sobrecarga laboral y la ambigüedad de rol. Aparecen con frecuencia conductas del tipo ‘me han ordenado tareas por debajo de mis competencias’. Creo que esto refleja una realidad de la profesión que no es acoso psicológico, sino que pone de manifiesto muchas limitaciones y situaciones que hay que mejorar desde el ámbito de la gestión”.
Las principales conclusiones
La tesis doctoral de Carmen Báez León está basada en varios estudios transversales siguiendo el Negative Acts Questionnaire (NAQ) de Eirnarsen y Rakmes, empleado para evaluar el acoso psicológico. Sobre esta base, el trabajo plantea las siguientes conclusiones, cuando las conductas negativas que evalúa se reciben sistemáticamente durante un período de tiempo:
– Las causas de las conductas negativas y del acoso laboral en personal de enfermería no se deben exclusivamente a características individuales de quien las emite o recibe, sino que la organización es un elemento crucial en su desarrollo y por lo tanto lo debe ser para su prevención.
– Las conductas negativas y de acoso laboral repercuten en la salud psicológica de los profesionales de enfermería, así como en el deseo de cambio de unidad o en la satisfacción con la supervisión.
– La prevalencia de conductas negativas y de acoso psicológico es considerable, pero es necesario matizar la elevada presencia de conductas relacionadas con las condiciones de trabajo y no tanto a las conductas de índole personal. Las conductas negativas que prevalecen en el estudio se relacionan con la sobrecarga laboral y la ambigüedad de rol, por lo que conviene debatir si los datos sobre prevalencia que se dan en la literatura sobre acoso en enfermería reflejan ese proceso o más bien otro.
– Las variables que favorecen la implicación de los testigos son el referir menos miedo a represalias si se interviene y el que otro compañero de trabajo intervenga antes.
– El apoyo prestado por parte de los testigos de conductas negativas es fundamental en varios sentidos:
1. Como aspecto que dificulta el inicio y desarrollo del acoso laboral en un grupo de trabajo.
2. Como soporte que facilita el afrontamiento y minimiza las consecuencias en la salud psicológica de quien recibe el trato negativo.
3. Como precursor de apoyo a otros compañeros. El apoyo social por parte de los testigos es contagioso.
– De este modo resulta fundamental la consideración por parte de los gestores sanitarios de aspectos como el fomento del apoyo social en los grupos de trabajo, la carga de trabajo o la claridad de rol.
Prevención de las conductas negativas y el acoso laboral
La enfermera Carmen Báez León incide en la necesidad de que las organizaciones se comprometan en la prevención de las conductas negativas y del acoso laboral. “Podemos incluir medidas individuales y organizacionales. A nivel individual, es importante formar a las enfermeras en habilidades de comunicación. Tenemos que ser capaces de comunicarnos con los demás de una forma respetuosa, cívica. Debemos identificar nuestras propias emociones y las de los demás. Puedo tener una reacción desproporcionada con un compañero y no darme cuenta de que le estoy haciendo daño. A nivel organizacional, en la línea con los testigos de acoso, enfatizaría el apoyo social entre los compañeros de trabajo. Esto está vinculado con los equipos de trabajo. Si queremos dar una atención humana a nuestros pacientes, es necesario que los profesionales sepan trabajar en equipo, con cordialidad, respeto y apoyo mutuo. Así, el apoyo de los compañeros de trabajo es el apoyo de los testigos de estas conductas negativas”.
La tesis de Carmen Baéz León concluye que en la medida en que había más apoyo en los grupos de trabajo, las conductas negativas eran menores, así como sus consecuencias psicológicas sobre la víctima y sobre su salud, con las implicaciones que, a su vez, todo esto tiene sobre la seguridad del paciente”, incide Carmen. “En la medida en que sepamos trabajar en equipo, y nos sepamos relacionar bien con los que nos rodean, nuestro trabajo va a ser de mayor calidad y también nuestro compromiso ético con el paciente. Cuando hablamos de acoso laboral y conductas negativas debemos tener en cuenta que afecta a la salud y al bienestar del profesional y también a su ejecución y a su rendimiento. Pueden cometer más errores. De hecho, se ha visto que la comunicación disfuncional e irrespetuosa entre los compañeros de trabajo tiene una relación directa sobre la seguridad del paciente”.
Precisamente, la seguridad del paciente es la línea de estudio en la que quiere comenzar a trabajar Carmen Báez León, en concreto, en la repercusión de la comunicación disfuncional entre profesionales sobre la seguridad del paciente. En la actualidad, junto a su actividad asistencial en el Hospital Infanta Leonor en Madrid, Carmen es miembro del Comité Ético Asistencial del Sector Sureste.
Las supervisoras, protagonistas del cambio frente al acoso
Las supervisoras de unidad desempeñan un papel clave en la prevención del acoso laboral, a juicio de Carmen Báez León. “Los responsables de gestión, ya sean supervisoras o directivos de más alto nivel, pueden fomentar el apoyo social que es tan importante para humanizar los equipos de trabajo. En sus manos tienen un material fundamental, las voluntades y las motivaciones de los profesionales que dirigen”, indica Carmen. “En este sentido, las supervisoras de unidad tienen la posibilidad de prevenir el acoso laboral desde su puesto, que es muy importante. Hablamos de este problema en las organizaciones, pero realmente en su interior existen microorganizaciones, que son las unidades de trabajo de los profesionales, por ejemplo la unidad de cardiología, de medicina interna… En muchas ocasiones, el acoso laboral no ocurre en todo el hospital, tiende a centrarse en grupos de trabajo concretos, donde esas conductas negativas, por distintos motivos, son más toleradas. Son grupos donde no existe tanta cohesión y los profesionales no se apoyan entre ellos. Aquí las supervisoras tienen un papel fundamental. Pueden trabajar con las personas que integran sus propias organizaciones esos aspectos que contribuyen a mejorar los resultados en la macroorganización. Las supervisoras tienen en sus manos sumar su trabajo para reducir las conductas negativas y el acoso laboral entre profesionales”.