El embarazo son nueve meses. El parto unas horas, quizás un día… Pero la crianza es toda la vida. Es una de las principales ideas que la matrona Isabel Durand Rincón transmite en sus sesiones de preparación al parto en el centro de salud Isabel II de Parla (Madrid). En ellas integra a los abuelos, con el fin de que aprendan a criar a los nietos y sepan desempeñar su rol para evitar la aparición de conflictos con los padres. Así lo viene haciendo desde el año 2010. “Cuando empecé a impartir las clases profundizaba en los contenidos habituales como ejercicios de relajación y respiración, anestesia epidural… Era lo que todo el mundo pedía. Pero ¿qué ocurre cuando llegas a casa con el niño y comienza la etapa más exigente, la crianza? En las consultas de posparto me di cuenta de que la familia era una fuente de problemas, en concreto los padres y suegros y los integré en las sesiones. Los abuelos se relajan, aprenden habilidades que en su momento no adquirieron y son conscientes del cambio sustancial en la crianza respecto a su época”.
Isabel Durand, Matrona.
“Solo aprendemos a ser hijos cuando somos padres y solo aprendemos a ser padres cuando somos abuelos”.
Los abuelos se integran en la cuarta sesión sobre el posparto. “Los nuevos padres suelen trabajar los dos y los abuelos se ofrecen para desempeñar el rol de cuidador. Lo complicado es entender que sus funciones como padres se han relajado y tienen que aprender otras propias de los abuelos. Por el contrario, los nuevos padres deben entender que los abuelos tienen un tiempo para cuidar de los niños y otro para dedicarse a ellos mismos, ya que se lo han ganado”, explica Isabel. Además, en ocasiones, las abuelas participan en la sesión sobre lactancia materna. “Intento quitar los mitos de los años 70-80 de los suplementos de biberón y las lactancias artificiales. Les explico cómo pueden apoyar a sus hijas, porque el éxito de la lactancia materna depende del apoyo de la pareja y los abuelos”.
Abuelos, un reencuentro con su maternidad y paternidad
“Abuelos, un reencuentro con su maternidad y paternidad” ha sido el título de la ponencia presentada por Isabel Durand en el XIV Congreso de la Federación de Asociaciones de Matronas de España, celebrado en Madrid en mayo. Con el lema “Ser matrona es mucho más”, el encuentro abordó temas como la educación para la salud con el fin de profundizar en el significado de la profesión en el s. XXI.
Situaciones reales que modifican comportamientos
Durante las sesiones con padres y abuelos, surgen numerosas situaciones reales cuyo análisis sirve para modificar comportamientos futuros. “Los padres actuales se implican más en las responsabilidades del hogar. Todos están de acuerdo en el reparto del cuidado y la crianza de los hijos. Es más, los abuelos reviven la paternidad que no pudieron realizar, bien por motivos culturales, sociales o laborales. En cambio, la mayoría de las abuelas tienen el problema de que no dejan de ser madres, no quieren abandonar ese papel”, explica la matrona Isabel Durand. “También debatimos sobre las visitas a los nuevos padres, cómo deben ser en el hospital y en casa. Al principio, breves y pocas, respetando los períodos de descanso y comida de la madre y el bebé. Luego, ofrecemos algunas pautas para que los abuelos no agobien a los padres, respeten su espacio y colaboren en tareas que sí resultan útiles como la compra o la comida”.
La relación con la suegra es otro punto de interés. “Les pregunto si es lo mismo ser madre de él o de ella. Generalmente responden que sí, pero en la práctica compruebas que no es así. Puedes llevarte muy bien con la suegra, pero habitualmente falta profundizar en la confianza que sí estableces con tu propia madre. Para evitar conflictos, se les invita a que cada uno dialogue y controle a sus propios padres”.
De la autoridad al afecto
En apenas tres décadas, la educación de los niños ha cambiado del principio de autoridad al de afecto, según explica la matrona Isabel Durand Rincón. “Los padres que ahora son abuelos criaban a sus hijos con normas y límites para que pudieran enfrentarse a la vida. Las frustraciones y errores servían de aprendizaje. Ahora se da más prioridad a la parte afectiva de la crianza, al apego, a que el hijo no sufra, esté tranquilo y no se agobie. Los padres llegan a casa a las nueve de la noche y son más permisivos y no riñen. Esto lo hablamos en clase, porque los niños se acomodan y tienen una baja tolerancia a la frustración”.