Elena ha recuperado su vida. Llegó a España en 2005. Con 18 años emigró de su país, en Europa del Este. Cayó en manos de una mafia y se vio obligada a ejercer la prostitución, “por necesidad, porque no tenía otra opción”, subraya. En varias ocasiones, intentó hallar otros caminos pero no los encontró. “Hasta que Médicos del Mundo me encontró a mí”, afirma. “Me enseñaron a cuidarme y a protegerme. Me subieron la autoestima y empecé a buscar una salida”. En 2013 lo consiguió. Ahora es trabajadora familiar. “Tengo otra vida. No puedo explicarlo con palabras. Es una vida normal. Puedo dormir tranquila por la noche”. Elena es voluntaria de Médicos del Mundo. Colabora con su programa destinado a las personas que sufren explotación sexual en España. Hoy es ella quien ayuda a sus antiguas compañeras.
“Ninguna persona ejerce la prostitución teniendo otra alternativa. Lo hace porque tiene necesidad, porque los familiares están en su país de origen, porque debe enviar dinero a sus hijos… Son muchos los factores que influyen”, explica el enfermero Vladimir Morante, técnico de unidad de Médicos del Mundo en Almería, donde coordina todo el trabajo realizado en la sede provincial. Habla desde la experiencia acumulada durante los últimos seis años en este programa, donde la enfermería es fundamental. “Nuestro objetivo es darles herramientas para reducir los riesgos que tienen, como las infecciones de transmisión sexual, el VIH y otras muchas patologías. Para ello, desarrollamos una labor formativa y de prevención muy importante. Rompemos la cadena de transmisión mediante la sensibilización y las pruebas que realizamos”. La educación para la salud permite reducir los daños que sufren las personas explotadas sexualmente. “El trabajo en equipo es muy importante. Cuando valoramos las necesidades de quienes ejercen la prostitución los patrones de enfermería alterados con más frecuencia son la nutrición, el descanso-sueño, la sexualidad, la autopercepción, los riesgos de consumir drogas, el horario que conlleva esta actividad… Observamos muchas alteraciones en todos estos niveles. Aquí la educación para la salud es muy importante”, asevera Sara Rodríguez, enfermera integrante del equipo de Médicos del Mundo en Palma de Mallorca que trabaja con este proyecto. El grupo lo completan un psicólogo y una trabajadora social, así como varios voluntarios sanitarios, entre ellos enfermeras y médicos. “El enfoque multidisciplinar es muy importante. La trabajadora social intenta orientarles, asesorarles e incluso acompañarles para que cumplan todos los requisitos y obtengan la documentación que necesitan para acceder al sistema sanitario público”.
El trabajo de campo, a través de unidades móviles en las que se integran las enfermeras, permite acceder a las personas en situación de prostitución. En provincias como Almería, recorren toda la costa, desde levante a poniente. “Tenemos bastantes puntos, con características muy diferentes. No es lo mismo trabajar en un club que ir a zonas de asentamientos donde las mujeres están en condiciones muy precarias, en casas cercanas a los invernaderos. Nos desplazamos con una furgoneta que está preparada como si fuera una consulta móvil. En ella llevamos todo el material de enfermería que necesitamos”, explica Vladimir Morante. Estos dispositivos permiten realizar actividades preventivas y de educación para la salud, atención sanitaria y derivación a los recursos socio-sanitarios. Habitualmente salen seis veces en semana, con un equipo de mañana y otro de tarde. Denisse Huancara es una matrona voluntaria, integrante de uno de los grupos. “Vamos a los prostíbulos. Repartimos preservativos y lubricantes. Hacemos analíticas y pruebas rápidas de VIH, test de embarazo… Cuando alguien nos dice que se encuentra mal, les aconsejamos que vayan a su centro de salud. Algunas veces se niegan porque se sienten maltratadas. Realmente, lo enfocamos todo hacia la atención primaria, ya que no disponemos de mucho tiempo, porque tienen que regresar al club”.
Vladimir Morante, Enfermero y técnico de la unidad de Médicos del Mundo en Almería.
“Reducimos el daño de las personas que sufren explotación sexual y en esto enfermería es esencial”.
La trayectoria del proyecto
Médicos del Mundo trabaja en el ámbito de la explotación sexual desde 1993, entendiendo la prostitución como una relación de desigualdad de género basada en el rol tradicional de sumisión de las mujeres y la explotación de los más débiles por los más poderosos, en la que una persona, por motivos económicos, legales, sociales o culturales se ve obligada a prestar a otras determinados servicios sexuales a cambio de dinero u otra contraprestación.
El acceso a las personas vulnerables
La trayectoria de este programa de Médicos del Mundo, creado en 1993, facilita el trabajo de calle. “Siempre vamos con el nombre de nuestra organización por delante, a velar por la salud de las mujeres”, afirma la enfermera Eugenia Sampedro, integrante del equipo de Santiago de Compostela. El acceso a las zonas donde se ejerce la prostitución no suele ser un problema, aunque depende del lugar, sobre todo al principio. En Palma de Mallorca, según explica Sara Rodríguez, realizan estudios prospectivos para localizar nuevos puntos de intervención. “Cuando no te conocen hay miedo a lo desconocido, a que te relacionen con la policía. Otras veces, vas a sitios donde no te dejan entrar, en ocasiones, porque pueden estar haciendo trabajo ilegal con menores o por motivos que desconocemos”.
Con frecuencia, el trabajo ya es conocido previamente y el acceso a cada lugar suele ser sencillo. En Almería, cuando llegan por primera vez a un cortijo donde hay personas que sufren explotación sexual, Vladimir Morante es el responsable de hablar con su regente. “Normalmente ya están informados previamente por las personas que ejercen la prostitución porque nos conocen o ya hemos atendido a alguna de ellas con anterioridad en otro club. Habitualmente, nos facilitan una ubicación donde montamos la consulta mientras estamos allí. Ellas mismas quieren que acudamos a atenderlas y te indican donde hay otro lugar en el que tienen amigas. Te van abriendo puertas y permiten que el proyecto se vaya expandiendo. Cuando haces tu trabajo bien, el boca a boca te abre otros puntos de intervención”.
Los dispositivos móviles permiten entrar en contacto con las personas más vulnerables para, posteriormente, desarrollar una atención más profunda. “Entramos con la excusa de repartir preservativos y lubricante. Consigues hacer una valoración rápida de las necesidades que tienen y, luego, las acercas a la sede para seguir trabajando con ellas”, asegura Sara Rodríguez. “También tenemos un servicio que llamamos ‘Calor y café’ que consiste en acceder a las personas que ejercen en la misma calle. Muchas veces vamos en nuestros propios vehículos, para llevarles un café y mantener una conversación”.
En cada sede, Médicos del Mundo dispone de espacios de atención fijos, denominados Centros de Atención Socio-Sanitaria para Personas en Situación de Prostitución. Están acondicionados para llevar a cabo actividades relacionadas con la atención sanitaria y psicológica, la prevención mediante vacunaciones y analíticas de riesgo, la distribución de materiales preventivos, el trabajo social y la formación y sensibilización a través de talleres de planificación familiar, sexo seguro o VIH. Cada martes, en Palma de Mallorca, Sara Rodríguez realiza pruebas de VIH, embarazo y dispensa preservativos. “Así conseguimos un trato más familiar y agradable”. De esta manera, los profesionales enfermeros establecen una relación de confianza con las personas que ejercen la prostitución, como ocurrió en el caso de Elena. “Valoro mucho la manera en la que trabajan con nosotras. En ningún momento me dijeron que dejara la prostitución. Me enseñaron que soy una persona, con mis derechos y obligaciones, que tengo derecho a una tarjeta sanitaria y que puedo solicitar un curso. Me dieron los instrumentos para salir adelante, para cambiar mi vida”.
Educadora de pares
La intervención de Médicos del Mundo se rige por los enfoques de cambio social, derechos humanos y género, calidad y aprendizaje. Una de las estrategias clave del programa es la formación de agentes de salud, desde una perspectiva de género y la educación de pares. Esta actividad está dirigida a las personas en situación de prostitución. “Las formamos para que puedan aconsejar a otras compañeras. Trabajamos con ellas la educación para la salud, sobre todo a nivel sexual y reproductivo. Promovemos hábitos saludables sobre alimentación, descanso y estrés. Incidimos en la salud mental y en temas más sociales”, explica Sara Sánchez. “Es una actividad clave del proyecto. No es lo mismo que una persona que está en tu misma situación te dé esos consejos a que lo haga un profesional de la salud, del que muchas veces se sienten distantes. Está funcionando muy bien y muchas chicas realizan, una vez formadas, las salidas con nosotras, apoyando nuestro trabajo”.
Elena participó en una de estas formaciones y hoy se integra, como voluntaria, en los dispositivos móviles que atienden a las personas que ejercen la prostitución. “Nuestro trabajo es muy importante. Sólo nosotras sabemos cómo nos sentimos. Muchas veces, nos engañamos a nosotras mismas. Decimos que estamos bien así. Sin embargo, yo, como educadora, les respondo que he vivido antes su situación. Sé que no descansan, sé lo que pasa, lo que quiere el cliente en la habitación. Así establezco con ellas otro tipo de confianza. Ven que tengo otra vida y quieren cambiar. Les advierto de que no es fácil, que pueden salir, pero con mucha dificultad, que depende de ellas mismas”. El ejemplo de Elena ilustra la complejidad de abandonar la prostitución. “Fue un proceso largo. Ni el ayuntamiento ni otras instituciones que deberían apoyarnos me ayudaron. Yo intenté salir en varias ocasiones, pero no lo logré. Trabajé sin contrato, limpiando. No pude homologar mis estudios y siempre caía en lo mismo. Hasta que realicé un curso en Cruz Roja, gracias a la mediación de Médicos del Mundo, y encontré trabajo”.
Un trabajo bidireccional
La enfermera Sara Rodríguez, con experiencia previa en el ámbito de la cooperación para el desarrollo, manifiesta su admiración por la fortaleza que muestran las personas que se encuentran en situación de prostitución. “Es un trabajo bidireccional. He aprendido de la fuerza que tienen, de su valentía para tomar determinadas decisiones y de las situaciones de vida tan complicadas que deben afrontar.” Sara también subraya que las mujeres que ejercen la prostitución están muy concienciadas sobre la necesidad de cuidarse. “Cuando comencé a trabajar con ellas, tenía la idea de que me encontraría una alta prevalencia de enfermedades de transmisión sexual. Pero es al revés. El índice es mucho más bajo que el de la población en general”.
Antes de trabajar en el programa, al que llegó en 2006, la enfermera gallega Eugenia Sampedro también vivió otras situaciones extremas, como la atención de las personas que extraían petróleo de las playas tras la catástrofe ecológica provocada por el accidente del Prestige, en 2002. Nada que ver. Eugenia subraya la dureza del trabajo en el ámbito de la explotación sexual. “Entramos en contacto con la parte más inhumana de la sociedad en la que vivimos, de los olvidados. Es una realidad que está ahí, aunque no quieras verla. En la misma calle donde has vivido siempre, descubres un piso de prostitución. ¡Madre mía, si pasé mi vida al lado! Cuando conoces tantas desgracias pones las cosas en su sitio y encajas tus problemas de otra manera”, reflexiona. “Profesionalmente, compruebas que la enfermería no es únicamente clínica, que podemos desempeñar un papel muy importante en la prevención y educación para la salud con este colectivo”.
Denuncia de las víctimas de trata
En los últimos años, el programa de atención de personas en situación de prostitución de Médicos del Mundo está incidiendo en la denuncia de la vulneración de los derechos humanos y la violencia de género. Para ello, está realizando una importante labor en la identificación y la derivación de víctimas de trata con fines de explotación sexual.
“Ha sido una evolución importante, desde que comenzamos a trabajar este ámbito. Cuando vamos a un club o a un piso, estamos atentas a cualquier indicio que nos haga pensar que la mujer a la que atendemos está siendo o ha sido víctima de trata. Lo hacemos de manera sutil. Le preguntamos si tiene la tarjeta sanitaria y el pasaporte, cuándo llegó a España, si le ayudaron con el viaje… Son una serie de preguntas que nos permiten averiguar la situación en la que se encuentra cada persona”, explica Eugenia Sampedro, enfermera del programa en Santiago de Compostela.
El necesario trabajo de educación
Elena, voluntaria de Médicos del Mundo, subraya que la explotación sexual acabaría si no existieran clientes. “Muchos piensan que sólo tienen que educar y formar a las personas que sufren la prostitución, pero en realidad se debería trabajar con los clientes y futuros clientes, los niños. Nosotros hacemos mucha educación social en este aspecto”.
Recortes y vulneración de derechos
El programa de prostitución de Médicos del Mundo está haciendo frente a las consecuencias de los recortes de las políticas públicas en materia sanitaria y social, que han sufrido las personas inmigrantes. Para ello, recoge testimonios y denuncia casos de vulneraciones del derecho a la salud. “Por ejemplo, encontramos una mujer embarazada en un club a la que le han negado la atención en el sistema público. Inmediatamente lo denunciamos al Servicio Gallego de Salud (SERGAS)”, advierte la enfermera Eugenia Sampedro. “Hemos vuelto atrás, empobreciendo y agravando la situación de las personas en riesgo de exclusión social. Muchas de las mujeres en situación de prostitución están fuera de la atención sanitaria. Imagínate. No pueden hacerse una prueba rutinaria de VIH. Es increíble. De manera informal, tratamos siempre de que cuando den positivo en nuestro test las atiendan en los servicios hospitalarios”. En ocasiones, el único acceso a la sanidad que tienen es el que prestan colectivos como Médicos del Mundo. “En Palma de Mallorca trabajamos con todas las personas que se han quedado sin tarjeta sanitaria. Primero las derivamos al sistema público. Si son rechazadas nos encargamos de su atención. A pesar de que la ley garantiza la atención de urgencias, también encontramos casos en los que les han reclamado facturas”.
Integración social y sanitaria
Las personas que ejercen la prostitución sufren las consecuencias de la exclusión social y sanitaria. La salud es muy importante y si las expulsamos del sistema sanitario estamos generando un problema de salud pública que, al final, va a afectar a todo el mundo”, advierte la enfermera Sara Rodríguez”. A continuación se detallan los principales datos del impacto del programa:
1. Atención sanitaria, social y psicológica. En 2013, realizó 23.909 intervenciones, en Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla La Mancha, Cataluña, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, Galicia, Baleares, Canarias y Navarra
2. Personas atendidas. El programa atendió a 12.809 personas en situación de prostitución. De ellas, 5.635 personas de Latinoamérica, 3.060 personas de Europa del Este y 1.941 personas de África.
3. Información y derivación a los recursos sociosanitarios normalizados. Durante 2013 Médicos del Mundo realizó 7.199 intervenciones sociales, sanitarias y psicológicas.
4. Educación para la salud. El programa lleva a cabo diversas actividades de educación para la salud como talleres sobre conductas seguras y de salud sexual reproductiva e intervenciones educativas de tipo sociosanitario. En 2013, realizaron 10.896 talleres y 7.081 intervenciones educativas.
5. Educación de pares. Durante 2013, Médicos del Mundo formó a 97 personas en situación de prostitución como edudadoras de pares.
6. Distribución de material preventivo. En 2013, el programa distribuyó 863.197 preservativos masculinos, 16.483 femeninos y 205.757 sobres de lubricante.