Opinión

El éxodo

Hay noticias mejores, otras peores (lamentablemente, estas últimas son las que más abundan), pero hay una categoría que va más allá: las que te apenan. “Sanidad calcula un déficit de 100.000 enfermeras y hasta 29 años para eliminarlo si se mantiene el ritmo actual de incremento de plazas”, decía el titular que leí hace unos […]

03 febrero 2025 2 minutos de lectura

Hay noticias mejores, otras peores (lamentablemente, estas últimas son las que más abundan), pero hay una categoría que va más allá: las que te apenan.

“Sanidad calcula un déficit de 100.000 enfermeras y hasta 29 años para eliminarlo si se mantiene el ritmo actual de incremento de plazas”, decía el titular que leí hace unos días. Y yo me quedo mudo. Estamos hablando de que el Ministerio ha reconocido en un informe que hay una enorme brecha tanto de personal como de especialización y salarios, no es que las enfermeras estuvieran reivindicándose porque sí.

Este informe es el reflejo tácito de la profunda crisis que atraviesa el sistema sanitario español y de lo lejos que estamos, una vez más, del resto de Europa. El panorama es desolador y no solo para las enfermeras, también para los pacientes. No olvidemos que, aquí, los grandes damnificados son ellos, que dependen de una atención sanitaria de calidad y la están perdiendo. Y todo esto, combinado con unas condiciones laborales cada vez más precarias y las crecientes desigualdades que hay entre comunidades autónomas, está fomentando el peor de los escenarios: el éxodo de enfermeras españolas. 500 al año de forma estable desde 2022, concretamente.

No puedo culparlas. Qué vamos a recriminarlas si las ratios de enfermeras en España son de 6,3 frente a las 8,5 por cada 1.000 habitantes que tiene de media el resto de la Unión Europea (de media, porque países como Alemania alcanzan las 12,85). Eso en hospitales. Porque si nos vamos a Atención Primaria, se desploma a 0,7. Que terminen agotadas me parece poco.

Y ahora viene la gran pregunta: ¿qué vamos a hacer para evitarlo? O, al menos, frenarlo. Ya está dicho, la inversión en formación, contratación y mejora de las condiciones laborales es insuficiente. Los mismos datos oficiales lo confirman. Las enfermeras que se quedan en España se enfrentan a contratos temporales y un ritmo de trabajo prácticamente insostenible. Pero se quedan por un motivo: porque esperan la solución. Aprecian y respetan lo suficiente su profesión como para pensar que hay una salida.

Su permanencia refleja un profundo sentido de la responsabilidad con el cuidado y la atención al paciente… pero no será eterno.

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