En sociedad

Rafael Arozarena, el escritor que también fue enfermero

Rafael Arozarena, el escritor canario, autor de la popular novela Mararía, ejerció como profesional de enfermería casi cuarenta años.

19 abril 2018 / Número 14 4 minutos de lectura

Texto: Rosy Díaz Jorge
Fotos: Archivo hijas de Rafael Arozarena. Agradecimiento especial a la Consejería de Turismo, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias

Rafael Arozarena es uno de los principales autores de la literatura canaria. En 2017, el ejecutivo canario rindió homenaje a su vida y obra durante el Día de las Letras Canarias. Arozarena nació en Santa Cruz de Tenerife el 4 de abril de 1923 y falleció el 30 de septiembre de 2009. Era novelista, pero sobre todo poeta. Aunque su obra es muy extensa, la novela Mararía, finalista del Premio Nadal en 1971 y llevada al cine en 1998, con Goya Toledo interpretando a su misteriosa protagonista, le convirtió en un escritor muy popular. Sin embargo, Arozarena se consideraba más poeta que novelista. Él mismo explicó en una ocasión que tenía cinco años cuando descubrió en una revista que los textos estaban colocados en columnas y que preguntó a su abuela qué era eso. La abuela le respondió que eso era poesía y que “ser poeta es lo más alto que puede alcanzar un hombre”.

Siempre vivió alejado de los “tumultos literarios”. Tal vez, por ese motivo se enfadaba por ser reconocido como el autor de Mararía y no por su extensa obra poética. Perteneció al grupo fetasiano, un término inventado por él mismo y del que formaron parte varios escritores canarios de la década de los 50 y para los que era fundamental la esencia del hombre. Los críticos dicen que, “más que un movimiento artístico literario, era el desarrollo de un estado de ánimo real, casi alegórico e irracional”. En esta especie de actitud vital influyeron las circunstancias históricas y culturales de la época, desde la marginalidad que supone vivir en un archipiélago, tan alejados de la España peninsular.

También fue un apasionado de la naturaleza, entomólogo aficionado. Fue un gran colector de insectos y escribió artículos y comunicaciones en decenas de revistas científicas especializadas. De hecho, es uno de los cofundadores del Museo de la Naturaleza y El Hombre de Tenerife y, aún hoy, sigue siendo socio de honor de la asociación de amigos del mismo.

Ejerció su labor profesional en la planta de neurocirugía y, según sus compañeros, “tenía mucha empatía con los pacientes, se implicaba mucho con ellos, sabía escucharles y les entendía”.

Del Arozarena escritor, hay disponible mucha bibliografía. Sin embargo, de su profesión se sabe muy poco, a pesar de que ejerció casi cuarenta años como enfermero. Fue en la década de los cincuenta, cuando Rafael ganó unas oposiciones a practicante. En esa profesión trabajará hasta 1985 en el servicio portuario de Santa Cruz de Tenerife y, a partir de esa fecha, en la Residencia Sanitaria Nuestra Señora de la Candelaria, hoy convertida en hospital universitario.

Sus compañeros de entonces, la mayoría ya jubilados, coinciden en que era “muy buena persona y un gran profesional”. Dicen que trabajaba casi siempre en el turno de noche, haciendo guardias porque, según él mismo decía, “tenía otras ocupaciones que atender”. Sin embargo, quienes compartieron esas noches con él, aseguran que nunca hablaba en el trabajo de su faceta como escritor. Ejerció su labor profesional en la planta de neurocirugía y, según sus compañeros, “tenía mucha empatía con los pacientes, se implicaba mucho con ellos, sabía escucharles y les entendía”. Algunos de los profesionales que trabajaron con él también recuerdan que “era un hombre muy compasivo, afable, sosegado”. Rafael Arozarena deja de trabajar en el hospital en 1988, el mismo año en el que recibe el Premio Canarias de Literatura.

A pesar de su popularidad, nunca quiso estar en el primer plano de los foros literarios. Lo mismo pasó con su profesión. Lo hizo lo mejor que sabía, siempre pensando en sus pacientes. Del escritor que también fue enfermero, quienes le conocieron recuerdan que solía llevar a las tertulias del grupo fetasiano una pequeña maleta para poner inyecciones.

Rafael Arozarena 2

Vínculo con la enfermería

Rafael Arozarena gana unas oposiciones a practicante y empieza a trabajar en el servicio portuario de Santa Cruz de Tenerife en la década de los 50. Más adelante, se incorpora a la plantilla del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria de la capital tinerfeña, cuando todavía era la Residencia Sanitaria. Allí trabaja hasta 1985, tres años antes de su jubilación. Desarrolló gran parte de su labor profesional en la planta de neurocirugía y sus compañeros, la mayoría ya jubilados, coinciden en que era un gran profesional y buen compañero. Falleció en el mismo hospital en el que, durante años, trabajó como enfermero. Estuvo afiliado a SATSE Tenerife, en la época en la que el Sindicato daba sus primeros pasos en el archipiélago.

Perfil biográfico como escritor

Portada mararia

Rafael Arozarena fue un autor polifacético. En los años 40, publica sus dos primeros poemarios, Romancero canario y A la sombra de los cuervos. En ellos describe con metáforas los paisajes de la isla de Tenerife. En 1959 publica Alto crecen los cardos y en 1964, Aprisa cantan los gallos. Pero, sin duda, el cambio radical en su escritura se produce en 1971, con El ómnibus pintado con cerezas. Este libro mantiene el tema existencial, pero incorpora la escritura surrealista. Le siguieron otros poemas como Silbato de tinta amarilla (1977) y el Desfile otoñal de los obispos licenciosos (1985).Como narrador escribe las novelas Mararía (1973) y Cerveza de grano rojo (1984). En su obra, también figuran dos novelas juveniles: La garza y la violeta (1996) y Fantasmas y tulipanes (1998). En el año 2008 publica la novela Los ciegos de la media luna. En toda su literatura “infunde en lo real la conveniente carga de misterio”.

Mararía

Mararía narra la historia de una anciana que sale a pasear en la oscuridad de la noche. En su pasado, había sido una hermosa joven pretendida por todos los muchachos del pueblo. El sufrimiento por sus desengaños amorosos, la pérdida de su verdadero amor y la muerte de su único hijo, la convierten en una especie de alma solitaria que tiene que soportar las burlas de sus vecinos. Su final es muy trágico. Así lo puedes comprobar en el trailer de la película dirigida por el también canario Antonio Betancor.

Lee el reportaje completo en la revista Enfermería en Desarrollo

El reportaje sobre Rafael Arozarena está publicado en el nº 14 de la revista Enfermería en Desarrollo. 

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