Tanzania. Camino entre las aldeas del pueblo Masái: «De repente, Ibaku y yo pasamos por una zona donde solo había dos casitas. En la puerta de una de ellas, había una mamá acunando a su hijo. Tenía alrededor de ocho años. Estaba deshidratado, desnutrido, con la mirada perdida. Esta imagen siempre la tengo presente. Pedí a mi traductor y guía que parásemos para ver al niño. Su cabeza caía hacia abajo. Intentaba levantarla, pero no podía. La madre trataba de darle de beber, pero tragar era complicado debido a su postura y al movimiento continuo. Propuse a la madre hidratarle con suero, pero no quiso porque el padre no estaba para autorizarlo. Esto me llenó de rabia. Emprendimos de nuevo la marcha, sin dejar de pensar en lo que había vivido. Gestionar las emociones, tan intensas, en estos contextos es complicado. En el mismo vehículo hice una primera búsqueda por internet y averigüé que el niño tenía Síndrome de Nodding». Así fue como la enfermera Ana Cristina de Castro Martínez tuvo su primer contacto con el poco conocido Síndrome de Cabeceo, una enfermedad localizada en puntos muy concretos de África que afecta solo a niños, provocando un deterioro cognitivo y motor severo que puede acabar con la muerte. Era el año 2012. Desde entonces, la cooperación se ha convertido en una de las prioridades vitales de Ana. Además, esta patología está centrando, en la actualidad, su tesis doctoral. «Desde siempre, he querido hacer cooperación y desde pequeña África me había llamado la atención y había querido viajar a este continente. Así que, en 2012, cuando tuve la oportunidad de colaborar con la Fundación Carpio-Pérez no tuve dudas. Ayudan en Tanzania a las viudas masái, a las que proveen de medios propios para que puedan ganarse el sustento, a través de la venta de sus manufacturas. Tras una primera reunión con sus responsables acordamos que mi viaje lo dedicaría a trabajar la educación para la salud con nociones básicas de higiene. Fue una experiencia brutal para mí, el sueño de mi vida conseguido», recuerda Ana. «Durante meses, preparé una serie de pósteres para comunicarme con ellos. Elaboré diapositivas sobre higiene, prevención de la malaria, purificación del agua, prevención de neumonías… Cocinan dentro de sus casas, de adobe y paja, en espacios pequeños sin ventilación, donde se hacinan hasta decenas de personas… Estuve un mes visitando sus aldeas y en cada una de ellas organizamos una consulta sobre sus problemas de salud: infecciones, laringitis, quemaduras, dolores de cabeza o espalda… Imagina la importancia de una enfermera en este contexto».
Esta primera experiencia condujo a Ana a seguir formándose en medicina tropical, con la que había tenido contacto previo como enfermera en la uci del Hospital Carlos III de Madrid, antiguo centro de referencia de enfermedades infecciosas. «Te das cuenta de que no estás preparada para cooperar. Ves tantas situaciones que comprendes que es una irresponsabilidad salir a cooperar sin formarte para ello. Necesitas más conocimientos. Por este motivo, hice el máster de Medicina Tropical y Salud Global de la Universidad Autónoma y en el TFM realicé una revisión sistemática del Síndrome del Cabeceo. Las prácticas las completé en Uganda, uno de los países con mayor número de casos de esta enfermedad».
La enfermería como motivación
Ana Cristina de Castro Martínez es enfermera en la UCI del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares (Madrid). Comenzó su trayectoria en el Hospital Carlos III. Cuenta con experiencia como supervisora de Urgencias y ha sido enfermera cooperante en países africanos como Tanzania o Uganda. En la actualidad, está realizando su tesis doctoral sobre el Síndrome de Nodding, al tiempo que es profesora asociada de Enfermería en la Universidad de Alcalá. «Soy una persona que necesita motivación y esta forma de ser me ha permitido descubrir muchas enfermerías, a través de mi trabajo diario, la cooperación y mi afición por la fotografía».
Tesis doctoral sobre el Síndrome de Nodding
Cooperando en terreno transcurrieron cuatro años, con estancias temporales en Uganda, con la Fundación Albert Grau en las que Ana, entre otros logros, llegó a colaborar en la redacción del programa docente para formar a enfermeras en uno de sus hospitales, en el norte de este país, en la frontera con Sudán. «Fue una experiencia increíble, pues durante mi estancia en este hospital me enfrenté a situaciones más complejas que las que viví en las aldeas de Tanzania. Uganda también es un país con una alta incidencia de Nodding, con lo que puedes ir comprendiendo mejor el impacto de la enfermedad». Con todo este bagaje previo, fue en 2017 cuando Ana comenzó a trabajar en su tesis doctoral. «Ya tenía un conocimiento amplio sobre el Síndrome de Nodding. Dominaba la etiología de la enfermedad, las opiniones de los expertos internacionales, y sabía cómo se vive en el terreno, cómo la sufren las personas. Partiendo de esta visión amplia, comencé a formarme en investigación para elegir la metodología que mejor se adaptaba a mis intereses, pues quería enfocar el trabajo a la enfermería, al cuidado de los niños, a sus familias… Es importante conocer la realidad, pero también es relevante definir qué falta por saber. En muchas ocasiones, nadie se preocupa por ver lo que no hay y esto es fundamental para seguir hacia adelante. De lo contrario, entramos en un bucle que nos impide saber por dónde seguir y avanzar. Tomando como base esta reflexión, decidí emplear la metodología denominada ‘Scoping review’, que consiste en una revisión sistemática exploratoria cuyo objetivo es estudiar un tema de forma global, revisando todo lo que hay para tener una visión completa de cuanto existe. Empleando toda esa información puedes definir qué falta por saber», explica Ana, quien ya ha publicado un primer artículo en la revista inglesa bmj Open sobre el protocolo de la investigación que está llevando a cabo y ya está trabajando en un segundo artículo de impacto.
El objetivo de Ana es lograr un doctorado internacional. «Soy una persona que necesita motivaciones. Es lo que mueve montañas, incluidas las tuyas propias, interiores», concluye. Mientras tanto, ya planea un próximo viaje a Malaui.
Docente en la Universidad de Alcalá, en Madrid
Desde hace tres años, Ana Cristina de Castro Martínez es profesora asociada de la Universidad de Alcalá. Imparte clases en el Grado de Enfermería, en asignaturas como Cuidados Críticos. Además, es responsable de las prácticas en uci de los estudiantes.
Con la mirada en África
‘Con la mirada en África’ fue la primera exposición fotográfica de Ana Cristina de Castro Martínez. Se pudo ver en el Colegio de los Basilios, de la Universidad de Alcalá de Henares, a lo largo del año 2020 y es fruto de sus dos grandes aficiones: los viajes y la fotografía. «La muestra era un popurrí de imágenes y vivencias de todos los países que he visitado. En mis fotos, me gusta reflejar la realidad tal y como yo la percibo. No importa lo que fotografíe: animales, paisajes, personas… Intento captar todo lo que mi mirada puede abarcar. Cuando viajo hago fotos para traerme conmigo los lugares que visito. Seguir haciendo fotos, es otra de mis motivaciones».