Cerca de un siglo de vida contempla la historia del Hospital de Gorliz, frente a la playa de esta misma localidad vizcaína. Es el lugar con más horas de sol de la provincia, motivo que resultó decisivo para construir en esta ubicación el que fue el cuarto sanatorio marino de España, inaugurado el 29 de junio de 1919.
La arquitectura del sanatorio es similar a la de otros complejos de las mismas características en Francia. La primera piedra se colocó el 29 de abril de 1911. Las obras de construcción, promovidas por la Diputación Provincial de Vizcaya, se prolongaron durante ocho años. El complejo se ubica en pleno arenal, en primera línea de playa. “Los edificios son patrimoniales y, por supuesto, originales, tanto el principal como las cocinas”, explica la directora de enfermería, Regina Igartua Azcune. También se conservan, aunque en estado de deterioro, el lazareto y la residencia de la comunidad religiosa. Igualmente se conserva el jardín del hospital, “donde hemos construido un paseo por todo su perímetro interior con rincones agradables para que los pacientes puedan pasear con su familia o hacer ejercicio con aparatos de ruedas y pedales”. Antiguamente para trabajar en Gorliz era necesario vivir en este municipio o en localidades de los alrededores como Plencia. “Por ello, la Diputación construyó dos casitas cerca del hospital para que sirvieran de residencia al director médico y al administrador”.
Tratamiento de la tuberculosis
El sanatorio nació como un centro de tratamiento de las formas osteoarticulares infantiles como las tuberculosis vertebral, de la rodilla o ganglionares. Los pacientes recibían, fundamentalmente, helioterapia marina e hidroterapia.
Inicialmente el sanatorio atendía a los niños de la provincia de Vizcaya. “Impresiona la elevada cifra de enfermos que acudían al sanatorio en los años 20 del siglo pasado. En su mayoría, tenían un nivel bajo de vida”, apunta Regina. En 1935 había 240 pacientes, niños que tuvieron que ser evacuados durante la Guerra Civil. “La mayoría no hablaba castellano, por lo que entre las exigencias al personal que los atendía se incluyó el conocimiento del Euskera para evitar la incomunicación”. El primer director del sanatorio fue el médico Luis Larrinaga, apoyado por un subdirector médico, dieciocho hermanas de la Caridad, veinte sirvientas, un maquinista y una telefonista.
Tratamiento de la poliomielitis
Con la disminusión de casos de tuberculosis en España, en los años 60, el sanatorio empieza a tratar afecciones neurológicas, en su mayoría secuelas de la poliomielitis. Las instalaciones se readecúan a la rehabilitación de los niños, con la construcción de una piscina terapéutica. Igualmente, comienzan a tratarse otras patologías como la parálisis cerebral, las alteraciones del crecimiento y las enfermedades neurológicas. Además, comienzan a llegar pacientes de provincias cercanas a Vizcaya.
Los nuevos servicios del hospital supusieron también un aumento del personal sanitario y de sus capacidades. Para ello, el propio centro, en colaboración con la Diputación de Vizcaya y el Ministerio de Trabajo, organizó cursillos de capacitación para cuidadoras con el fin de que pudieran trabajar como auxiliares de rehabilitación. Según indica la actual directora de enfermería, Regina Igartua, “en aquella época el hospital tenía pocas enfermeras con el título de ATS. La mayoría eran auxiliares de clínica. Por tanto, las formaciones partieron de la necesidad de conocimiento para atender a los niños afectados de polio”. En 1961 se impartió el primer curso de capacitación para fisioterapeutas, destinado, especialmente, a las hermanas de la Caridad y a las enfermeras seglares del sanatorio. Llegaron a impartirse tres formaciones distintas, en las que participaron 67 alumnas.
Hospital de subagudos
Ya en los años 80, Gorliz se convirtió en un centro de media estancia. Posteriormente, en 1986 se transfiere la gestión al Servicio Vasco de Salud, Osakidetza. En la actualidad es un hospital de subagudos con unidades de rehabilitación neurológica y traumatológica, medicina interna y cuidados paliativos.
No obstante, los orígenes siguen estando presentes y mantiene actividades con niños. “Realizamos, aunque de forma ambulatoria, tratamiento rehabilitador para escolares. Lo denominamos salud escolar. En las consultas y unidades de terapia rehabilitadora también atendemos a niños, incluso recién nacidos, con patologías como tortícolis congénitas”, detalla, Regina Igartua.
Los promotores del sanatorio
En esta foto vemos un grupo de trabajadoras del sanatorio junto al monumento al médico Enrique de Areilza, construido en 1927. Areilza fue uno de los promotores del centro junto con los médicos Luis de Larrinaga y Felipe Llano, este último diputado provincial. Areilza era un defensor de la helioterapia, como agente terapéutico, destinada a los niños con tuberculosis a principios del siglo XX.