Trabajan sin uniforme, vestidos de paisano. Su consulta no está en un hospital o un centro de salud, sino en la calle. Se desplazan en metro y trabajan solos, porque así es más fácil acercarse a sus pacientes y establecer un vínculo con ellos. Son las enfermeras especialistas en salud mental del equipo de calle de los hospitales La Paz y Clínico San Carlos de Madrid, que integran el programa de atención a personas sin hogar con enfermedades mentales, junto a otros profesionales como psiquiatras, psicólogos, educadores y trabajadores sociales. En la actualidad, atienden a unos 300 pacientes. “Somos un puente entre la calle y los servicios de salud normalizados”, explica Roberto Brizuela, enfermero de La Paz que trabaja en este servicio desde 2006.
El personal de organizaciones sociales, SAMUR, albergues, y unidades de hospitalización psiquiátrica de los hospitales madrileños suelen informar habitualmente los casos que van detectando. Para ello, se reúnen en una mesa de derivación. El primer contacto con la persona lo realiza el psiquiatra del grupo, que elabora un diagnóstico y lo expone al resto del equipo para asignar a un enfermero. “Al principio, lo más complicado es establecer un vínculo, pues no han demandado asistencia. La salud mental no es una necesidad que ellos hayan detectado. Esto va a ser función nuestra”; explica Roberto Brizuela. “El proceso es lento, se va gestando poco a poco, sin prisa. Trabajamos a largo plazo, a través del vínculo. Es lo que nos diferencia a nosotros y lo que, al mismo tiempo, supone una innovación. Vamos introduciendo cambios que permitan al paciente mejorar, al margen de la medicación. Es difícil expresar que tienes un problema de salud mental, pero puedes trabajar en la mejora del sueño, la reducción de la ansiedad… Creamos escenarios o trayectos. Por ejemplo, a lo mejor expresa la idea de ducharse y lavar su ropa o, estos días de frío, la necesidad de tener un lugar donde pasarlos. Entonces, los acompañamos a los lugares donde pueden atenderlos. Si no tiene documentación sanitaria, le ayudamos a tramitarla. O si vamos a Primaria, hablamos con la enfermera y así amortiguamos el impacto que les puede suponer ir a una consulta”. De esta manera, la enfermería genera una cultura de cuidados, en coordinación con el resto de servicios públicos relacionados con las personas sin hogar.
Confianza en la mejora del paciente
Habitualmente, las enfermeras visitan una vez a la semana, o como mucho cada quince días, a las personas sin hogar que forman parte del programa de salud mental. Antes de la entrevista con Enfermería en Desarrollo, Roberto Brizuela, enfermero especialista en salud mental del Hospital La Paz, había ido a visitar a una persona que vive en una pensión. “Nunca viene solo a la consulta. Sabe que yo voy a ir a buscarlo. Para comenzar la mañana, primero he tomado un café con él. Después, como era día de consulta, lo he acompañado al psiquiatra”. El resto de la semana, lo iba a emplear en buscar a los pacientes que no había visto en los últimos días.
Sobre su trabajo, Roberto subraya que es una enfermería “auténtica, honesta y entregada. Tienes que transmitir a las personas en qué aspectos puedes ayudarles y en cuáles no. Al mismo tiempo, tienes que confiar mucho en la persona a la que cuidas, en creer que puede mejorar”. En este sentido, Roberto se considera a sí mismo como un instrumento. “Es lo que más me ha gustado siempre de la salud mental. No tiene nada que ver con la técnica, por ejemplo con la habilidad para saber hacer una analítica. Lo importante es la capacidad que tengo de establecer relaciones con los demás”. Por último, destaca la autonomía con la que desarrolla su trabajo. “Dentro del trabajo en equipo que realizamos, en salud mental nuestro rol enfermero está muy claro y lo desempeñamos de manera autónoma. Nuestra valoración enfermera es tan válida como cualquier otra”. Nuestro trabajo consiste en establecer vínculos con las personas para poner los medios que les permitan mejorar poco a poco”.
Otro punto de vista
“He conocido otras perspectivas y facetas de la profesión. Ha sido una experiencia única” asegura Patricia Delicado Moro, estudiante de EIR de segundo año, que durante los meses de enero y febrero de 2016 ha rotado en los recursos extrahospitalarios de salud mental del hospital La Paz de Madrid. “El trato con el paciente, el manejo de situaciones complejas como vivir en la calle, la dificultad del primer contacto en el que es muy importante cómo hablas y cómo te acercas” son habilidades que Patricia ha aprendido durante sus prácticas. Y, sobre todo, el trabajo y la coordinación de todos los profesionales implicados con las personas sin hogar. “Realmente trabajan en equipo. Son una pequeña familia. Se ayudan los unos a los otros, el trabajador social, el psiquiatra, la enfermera, el educador social… Están muy unidos y esto facilita todo”.