Tradición e innovación son los dos valores que se fusionan en el Hospital Victoria Eugenia de Sevilla, de Cruz Roja Española. Así lo reflejan sus casi cien años de historia, que comenzaron con su inauguración el 11 de noviembre de 1923 gracias al patrocinio de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, que da nombre a la institución. Está ubicado en la Ronda de Capuchinos, una de las ampliaciones urbanísticas de la Sevilla del s. XIX, desde el barrio de la Macarena. Inicialmente, fue construido como albergue de mendigos, posteriormente acogió la escuela de enfermeras de la Cruz Roja; en la Guerra Civil se convirtió en hospital militar y las posteriores ampliaciones de 1965 y 1969 le dieron su configuración actual.
«Del edificio original queda toda la parte exterior. Es muy singular y está protegido por la Consejería de Cultura. Está exactamente igual, con la misma estructura de 1923», explica Carmen Guerra de la Fuente, supervisora de enfermería de área quirúrgica, esterilización y servicio de endoscopias. Precisamente, aún mantienen dos de los cinco quirófanos originales. «Por supuesto, están adaptados a las normativas vigentes en cuanto a luminaria, climatización y gases medicinales, pero manteniendo su estructura física original. Uno de ellos es inmenso y todos están ubicados en torno a una zona central». Otro de los aspectos originales del complejo es su jardín. «Se mantiene tal y como estaba inicialmente, alrededor del edificio, con sus bancadas del material original», describe Sonia Rodríguez Zapresa, supervisora de enfermería de planta, UCI y consultas externas.
Un recorrido por el interior del hospital es como adentrarte en la historia de la arquitectura regionalista andaluza. En cada reforma surge una sorpresa. «La residencia donde vivían antiguamente las monjas, en una especie de torreón, fue transformada en espacio administrativo y de dirección. Justo en la zona que convirtieron en sala de juntas, al descubrir el techo apareció un artesonado de madera decorado con azulejos», indica Carmen Guerra. La decoración cerámica es otro de los grandes valores del edificio. «Mantenemos muchos azulejos antiguos, pintados a mano, como los que señalan el uso de los pabellones originales, con imágenes de sus benefactores. También destacan los de la puerta de entrada con la historia del hospital y los que aún se pueden ver por las escaleras y pasillos, con representaciones religiosas», completa Sonia. De hecho, el centro mantiene una fuerte vinculación emocional con los sevillanos. «Aunque ya no tenemos maternidad, muchas personas han nacido aquí y cuando vienen te lo refieren. En el imaginario de Sevilla queda esa huella de agradecimiento por lo que significa el hospital. Y quienes no lo conocen, cuando entran siempre se sorprenden de la amplitud de las instalaciones».
Otro de los elementos originales que conservan es la capilla del hospital. «Es una de las partes más antiguas y es enorme. Aún contamos con auxiliares de enfermería que estudiaron aquí, vivían aquí y se casaron en ella», señala Sonia.
Vínculo con la Cruz Roja
Desde su fundación, el hospital siempre ha formado parte de la Asamblea de la Cruz Roja de Sevilla, pues de su organización inicial se responsabilizó la Junta de Damas de la Cruz Roja sevillana, presidida por la marquesa de Yanduri, con la dirección de Francisco Galmares y Díaz de Lama. «Antiguamente, estaba regido por monjas que ejercían como enfermeras», recuerda Sonia, que coincidió con ellas durante sus prácticas. En la actualidad, en su entorno también se ubican la Escuela de Enfermería y la Asamblea Provincial. Un ejemplo de su labor lo encontramos en la trayectoria de Sonia Rodríguez, supervisora de enfermería: «He desarrollado toda mi vida profesional aquí. Le tengo mucho cariño. Esto es algo común a muchas de las personas que trabajamos aquí», explica mientras recuerda cómo estudió en la Escuela de Enfermería, hizo las prácticas en el hospital y siguió trabajando allí. En este tiempo ha pasado por todos los servicios, quirófano, hospitalización, consultas externas, etc. hasta llegar a la supervisión. «Es un hospital pequeño, en el que trabajas muy a gusto, con muchas facilidades, porque hay muy buena comunicación entre todos, con la dirección y los mandos intermedios».
«Somos un hospital que continuamente está adaptándose al cambio, que cuenta con unidades punteras», afirma Sonia Rodríguez
La modernización del hospital ha sido profunda en los últimos años, analiza Carmen Guerra. «Hemos ido reformando por fases hasta reconvertir todo. En la actualidad tenemos 23 camas de hospitalización, porque casi todo es ya cirugía ambulatoria y esto nos ha permitido introducir servicios muy novedosos, adaptando los viejos espacios al cambio, reconvirtiendo el uso de los pabellones originales». Esto mismo destaca Carmen: «Desde que comencé a trabajar todo ha cambiado mucho. Ahora nos hemos especializado, con recursos como el laboratorio de reproducción asistida y la consulta de reproducción, la unidad de rehabilitación cardiorrespiratoria o la unidad de atención temprana a niños (UDIATE), entre otras muchas…», enumera Carmen. «Somos un centro que continuamente está adaptándose al cambio», finaliza Sonia. Para todos estos servicios, el hospital cuenta con alrededor de un centenar de enfermeras.
En la vida del hospital, la actividad docente siempre ha estado presente. Aunque la sede de la Escuela de Enfermería de la Cruz Roja se encuentra en un edificio cercano, el centro sigue manteniendo vínculos con programas académicos, como el programa de intercambio con institutos norteamericanos, en los que colabora Sonia. «Vienen alumnos que están estudiando grados relacionados con la salud y que visitan el hospital. Nosotros les guiamos y vamos contándoles la historia y los aspectos más significativos de nuestro funcionamiento».