«Si no se nos conoce es porque las cosas van bien. En el momento en el que salimos a la luz…». Raquel Prieto García es enfermera de Salud Pública (máster por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y en segundo año de doctorado). Actualmente, trabaja en el Servicio de Epidemiología de la Agencia de Salud Pública de Barcelona junto a otras 14 enfermeras, cuatro médicos y personal administrativo y estadístico que integran el equipo. Recuerda, como buen ejemplo de su primera frase, el COVID. «Nadie sabía lo que era la epidemiología y, de repente, todo el mundo era experto».
Lo rememora con cierta ironía; le alegra que su campo saliese de ese eterno anonimato, pero tiene sentimientos encontrados. Si se habla de una pandemia es porque está ocurriendo, y el trabajo de Raquel se fundamenta en prever, proteger y vigilar la propagación de enfermedades infecciosas. Cuando ‘un 2020’ así ocurre, y ya no hay sitio para la anticipación, toca coordinar la respuesta a la emergencia. «Las barreras idiomáticas y culturales se solucionan», detalla, «porque la Agencia también cuenta con un equipo de agentes comunitarios». Estos abarcan Latinoamérica, Europa del Este, África Subsahariana, Oriente Medio y Asia.
Hablando de territorios, Raquel nos explica que Barcelona está dividida en cuatro áreas asistenciales de salud. Cada una, con un hospital grande que «tiene una persona referente dentro del equipo de enfermería para centralizar las notificaciones de enfermedades de declaración obligatoria». Es la forma que Epidemiología tiene de ‘filtrar’ y tener un único canal de información, dice, porque «si no, sería inabarcable». «Las notificaciones pueden entrar por mil vías diferentes: a nivel hospitalario, desde laboratorio, desde Atención Primaria, a nivel particular… incluso centros escolares y residencias de ancianos nos llaman».
En total, «vigilamos entre 60 y 70 enfermedades de declaración obligatoria, pero además se hace seguimiento y estudio de brotes de diferentes tipologías. Estos últimos son de declaración urgente, pero a veces no se hace así porque es algo que no está muy interiorizado», reclama. Esa fama que le dio el covid a la salud pública parece no haber calado en la trascendencia de que cuidarnos es responsabilidad de todos, no solo de los profesionales sanitarios.
Organización: clave del éxito
Raquel comenta que, precisamente por la magnitud de su trabajo, las enfermeras de su área tienen una «división interna» del territorio, aunque convergen en una visión global de la situación en la ciudad. Raquel, en su caso, está muy centrada en «gestionar los estudios» de los contactos comunitarios de tuberculosis. «Se hace un seguimiento hasta el alta», asegura, «porque es muy importante que haya una buena adhesión al tratamiento y un buen cumplimiento». «Si el paciente no va a una visita médica, desde aquí se hace seguimiento para que acuda». El estudio de contactos a nivel familiar del enfermo «lo controlan en la unidad donde lleven el seguimiento clínico», pero aquellos fuera del domicilio, ya sea en el centro escolar, ámbito laboral o espacio lúdico, sí se gestiona a través de Salud Pública. En esos casos, puede ser necesario que las enfermeras del equipo de la Agencia de Salud Pública de Barcelona tengan que desplazarse. «Si hay un estudio de contactos en una empresa, pacto con ellos los días que vamos a hacerles pruebas. Igual en un restaurante o donde sea necesario».
(En Epidemiología) Vigilamos entre 60 y 70 enfermedades de declaración obligatoria, pero además se hace seguimiento y estudio de brotes de diferentes tipologías
Hay ocasiones en las que los distintos departamentos de la Agencia de Salud Pública de Barcelona se relacionan, y Raquel y sus compañeras han de intervenir porque no todos cuentan con su propio personal enfermero. Habitualmente ocurre con el de Seguridad Alimentaria. «Nosotras -desde Epidemiología- hacemos la investigación de los pacientes, síntomas, recogida de heces y envío a laboratorio, pero la parte de visitar el establecimiento, de inspección y de análisis de los alimentos la hacen los compañeros de Seguridad Alimentaria». Igual ocurre, matiza, «cuando tenemos, por ejemplo, una legionela». En ese caso, se encarga el departamento Ambiental. «Nosotras llevamos el seguimiento del paciente, pero la parte de investigación ambiental la lleva ese departamento».
La docencia también forma parte del trabajo de Raquel, al igual que le ocurre a sus compañeras de Comunitaria -otro departamento de la Agencia-. «Ahora», dice, «ha empezado la temporada de arbovirosis, dengue, chikungunya y zika. Además de desplazarnos, hacemos comunicaciones, formaciones…». Como dice, a ella -de la Salud Pública- le llamó la atención «la parte de la investigación», pero, después, «me he dado cuenta de que éste es un perfil profesional amplísimo y de la cantidad de teclas que puedes tocar». Motivo por el que su intención es continuar este camino. «La Salud Pública es muy variopinta… y me nutre muchísimo como profesional»