Son las 11 horas. Suena el teléfono en la Unidad Médica de Aeroevacuación del Ejército del Aire (UMAER) ubicada en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid). Responde a la llamada la Teniente Coronel Pilar Salvador Sánchez, jefa del equipo. Al otro lado del teléfono requieren el despliegue de la UMAER para evacuar a un paciente en estado crítico que se encuentra en la Base de Sigonella (Sicilia). En esta ocasión se trata de un simulacro ante nuestros micrófonos, pero podría tratarse de un caso real.
Esta llamada es tan solo la primera de las muchas que se sucederán hasta que el avión despegue para dar asistencia sanitaria. “El rango de llamadas puede ir de 90 a 110. El récord que hemos registrado es de 263 en una de las evacuaciones”. El contacto constante es indispensable para conocer el estado de salud de la persona afectada en cada momento y realizar las gestiones oportunas. “Hay que determinar con qué tipo de avión podemos contar, si el personal está preparado y la patología del paciente cada minuto, ya que, clínicamente, puede variar de un momento a otro. También debemos determinar cómo se recibe al paciente en la zona de operaciones, cómo se realiza el traslado y se le lleva al hospital de destino. Existen multitud de gestiones que hay que hacer en función de la complejidad de la evacuación”, reconoce Pilar.
La Teniente Coronel Pilar Sánchez Salvador se unió al Ejército tras finalizar la carrera de Medicina
Cronología de un rescate
“Nuestra función principal es realizar todas aquellas aeroevacuaciones que se soliciten, habitualmente de personal militar que tenemos desplazado en zonas de operaciones, pero, en algunas circunstancias, puede tratarse de personal civil. Ya hemos hecho alguna de este tipo”. Lo que define a esta unidad es su capacidad para “montar una UCI en un avión” en cuestión de horas y con personal formado.
Tras recibir la alerta, la Teniente Coronel activa a su equipo. “Preparo a la unidad en función de los recursos materiales y humanos que necesito. El paso inicial se centra en el jefe de operaciones y el National PECC (Patient Evacuation Coordination Cell) que es una figura destacable porque todas las evacuaciones se hacen a nivel europeo. El jefe de operaciones se encarga de valorar el estado clínico del paciente y qué personal hace falta. Después se da el briefing y se pasa a los técnicos para que preparen el avión”. Esa responsabilidad recae en el Teniente Coronel Miguel Cuesta.
“Soy el jefe de operaciones de la UMAER. Normalmente somos nosotros quienes recibimos la información en una primera instancia y más tarde decidimos si requerimos al equipo que está en permanente alerta o si hace falta algún refuerzo. El caso se trata de una manera muy parecida a una sesión clínica”, asegura Cuesta.
La enfermería está muy presente en la UMAER y representa un papel fundamental en el desarrollo de las operaciones. La Teniente Elena Losantos nos cuenta en primera persona en qué consiste su trabajo. “Además de hacer mi función de enfermería, soy PECC. Me encargo de gestionar con el EATC (European Air Transport Command) las aeroevacuaciones de los pacientes y nos coordinamos con ellos”. La EATC es una organización única para la movilidad aérea en el marco europeo, ubicada en Eindhoven (Países Bajos). En este contexto de sinergias internacionales, superar la barrera idiomática es imprescindible. “Es fundamental conocer idiomas, especialmente, el inglés. Tenemos que hablar con el equipo de Holanda y allí hay personal sanitario de todos los países europeos”.
Después de este primer contacto con el equipo europeo, se produce una segunda llamada dirigida a la Jefatura de Movilidad Aérea (JMOVA), dependiente del Ejército del Aire. El objetivo es informarles que la documentación requerida está preparada.
El Teniente Coronel Miguel Cuesta es médico en la unidad
“Nuestra función principal es realizar todas aquellas aeroevacuaciones que se soliciten, habitualmente de personal militar que tenemos desplazado en zonas de operaciones, pero, en algunas circunstancias, puede tratarse de personal civil. Ya hemos hecho alguna de este tipo”
A contrarreloj
Otro eje importante para poder llevar a cabo la misión es tener preparada la documentación. La cabo Ana Arévalo es una de las responsables de realizar esta labor.
“Desde la secretaría se gestiona la coordinación con el personal de la unidad de vuelo que va a realizar la salida. También se organizan los traslados en ambulancias para asistir al paciente que se evacúa y su llegada al hospital”.
“Tenemos un maletín para los pasaportes, ya que, en caso de vuelen a otro país, tienen que llevar una documentación especial a través de la OTAN. Además, disponen de un ordenador portátil para las gestiones que tengan que hacer los médicos y enfermeros en el avión”.
El equipo trabaja a contrarreloj desde que reciben la alerta de evacuación, pero, a veces surgen obstáculos.
“A veces hemos tenido algún problema con la documentación en materia de permisos, aunque eso lo suele gestionar la unidad de vuelo. En ocasiones, hay dificultades en el caso de tener que sobrevolar ciertos países que no permiten hacerlo con poca antelación. En ese caso, hay que esperar a que el vuelo esté autorizado”.
“El tiempo de preparación de la unidad depende mucho de la patología del paciente, según si requiere evacuación inmediata o si se puede esperar. Nosotros podemos estar preparados en dos horas con el avión ya acondicionado y listo para salir”.
La preparación del avión y del material del que se va a disponer es meticulosa. La UMAER tiene en cuenta las distintas contingencias. Por ese motivo los equipos que transportan disponen de un duplicado que les permita hacer frente a cualquier eventualidad. Por ejemplo, transportan oxígeno para 12 horas extra si el destino al que se dirigen se encuentra en una zona sin conflictos bélicos o hay un hospital próximo a la base en la que aterrizan. Si por el contrario el territorio es conflictivo o la previsión meteorológica es adversa, cuentan con 24 horas extra de suministro de oxígeno.
La UMAER llega a realizar entre 20 y 30 evacuaciones al año. Su actividad no cesó durante la primera ola de la pandemia. En marzo de 2020 la unidad trasladó en un A400M a un militar español con coronavirus. Se trataba de la primera evacuación de un soldado enfermo.
Ser enfermero en la UMAER
El equipo que conforma la unidad de Torrejón de Ardoz dispone de cinco oficiales enfermeros, dos oficiales médicos, cuatro personas de apoyo en tierra y 18 técnicos. En total, la familia de la UMAER está compuesta por 31 personas.
Galán, enfermero en la UMAER
“Cuando hice el curso que habilita para tener los conocimientos de un enfermero de vuelo y me destinaron a la UMAER, pude conocer esta unidad y me ilusionó mucho venir a ella”
“Para trabajar aquí es imprescindible realizar el curso de enfermería de vuelo y tener aptitudes: ganas e ilusión”
“Antes de entrar en la Enfermería Militar ejercía como enfermero en un hospital. Es muy diferente trabajar en un centro hospitalario que en un avión. No tienes todo el material fungible que quieres a tu alcance. Te acostumbras a trabajar en un entorno en el que puede haber cierta presión”
“Muchas personas dependen de que nosotros lleguemos a una zona de operaciones donde puede haber una barrera idiomática, alteraciones climatológicas… Esos condicionantes no se van a dar en un hospital o en un centro de salud”.
Elena Losantos, enfermera
“Decidí entrar en la UMAER porque es una unidad que siempre me ha llamado la atención. Lo que más destacaría es el trato con el paciente, la forma de gestionar la unidad y el tipo de trabajo que hacemos. Es muy gratificante”
Un equipo comprometido
“Nuestro organigrama es piramidal. Cualquier pirámide, si no tiene una buena base, el pico se cae. Hace falta un cuerpo importante de técnicos bien formados para que el médico pueda subirse al avión tranquilo, sabiendo que todo va a ir bien. A la vez, tiene que haber un equipo médico y enfermero magnífico para poder sacar adelante al paciente”, asevera la teniente coronel Pilar Salvador.
Pablo Núñez y César Sáez, técnicos
“Es básico ser muy cuidadosos con el trabajo que realizamos y estar muy pendientes tanto de la configuración de las aeronaves, los equipos que tenemos que utilizar en el avión y el mantenimiento de los aparatos de electromedicina. Además, debemos realizar un control del estocaje de fungible y de medicación”.
“El tiempo de preparación del avión depende de la aeronave. Manejamos varias configuraciones, aunque tenemos un plazo de dos horas desde que nos dan el aviso hasta que despegamos. En concreto, en el caso de la simulación de hoy, la preparación puede ser de 40 o 45 minutos”.
Cariño e ilusión
“Si hay un regalo profesional en mi vida es ser jefe de esta unidad. Te dedicas a salvar vidas todos los días. El trabajo es diferente al de cualquier centro hospitalario. Montar una UCI en un avión es emocionante. Compartir la alegría del paciente que se encuentra en otro país y volver con su familia, a su país… La emoción que vives es fascinante. Ser jefe de esta unidad es importante, pero si hay algo que merece la pena es el equipo humano que hay: el cariño, la disponibilidad y la ilusión que nos mueve es impresionante”.
Esa misma ilusión es la que mueve a los reservistas voluntarios. En la UMAER, además de personal destinado, se cuenta con la estrecha colaboración de Oficiales Médicos y Enfermeros Reservistas que «con una entrega especial, prestan sus servicios a España en las Fuerzas Armadas. Su aportación es muy valiosa en la Unidad”.
La Teniente Coronel Pilar Salvador siempre supo que quería ayudar a la gente. Ese principio la impulsó a querer estudiar Enfermería, aunque, posteriormente y por influencia de su padre cursó la carrera de medicina. «Inicialmente pensé en estudiar Enfermería porque la enfermera es la que realmente se dedica al paciente”.